"Ahora que estás aquí, hoy quiero que estés clara en algo que espero que puedas lograr," dijo Marisol, recuperando su postura de nobleza mientras hablaba.
Aunque en sus palabras decía 'esperar', el tono sugería algo más imperativo.-
La esquina de los labios de Donia se torció ligeramente, pero antes de que pudiera responder, la madre de Marisol, Regina Lemus, la abuela quien la había criado desde niña, también salió.
Le dio un golpecito en el brazo a Marisol como señal de que no se pasara y luego posó su mirada en Donia, su expresión se suavizó instintivamente, "Donita, has vuelto. ¿Cómo te fue en la competencia?"
Donia respondió con un tono perezoso: "Bastante bien."
"¿Ganaste algún premio?", preguntó Regina, con un hilo de emoción en su voz.
"Sí, el primer lugar," respondió con indiferencia, sin mostrar ningún orgullo en su semblante, como si ganar el primer lugar fuera algo fácil para ella.
Al escuchar eso, Regina se limpió una lágrima de felicidad, "Eres una buena niña."
A su lado, Marisol frunció el ceño sin entender y preguntó a la anciana: "¿En qué competencia ganó el primer lugar?"
Regina la miró con una sonrisa orgullosa y dijo: "No sabes que Donita no solo tiene excelentes calificaciones, sino que también es..."
Marisol, al ver que la anciana no respondía directamente y comenzaba a elogiar a Donia por sus calificaciones, perdió rápidamente el interés en escuchar la respuesta.
La considera su familia, pero es posible que ella solo esté usándola, tratando de engañar a nuestra familia para obtener dinero para la suya..."
"¡Cállate!" Regina, temblaba enfurecida, "A Donita la he criado yo, sé mejor que nadie qué tipo de persona es, no uses tus prejuicios maliciosos para juzgarla."
Marisol se puso pálida de ira, "No distingues entre el bien y el mal, mamá, creo que estás gravemente enferma, ¡confundida!"
Regina, que ya tenía más de sesenta años y padecía una enfermedad cardíaca, palideció aún más con las palabras hirientes de Marisol, apretando su puño sobre su pecho.
Al ver eso, Donia dejó lo que tenía en sus manos en el suelo y se acercó rápidamente a la anciana, ayudándola a sentarse en una silla cercana, mientras con la otra mano tomaba su muñeca.
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