Donia: Falsa Heredera, Múltiples Vidas romance Capítulo 4

Donia frunció ligeramente el ceño, soltó la mano y con voz un poco grave preguntó: "¿Te duele de nuevo el pecho?"

Regina intentó sonreír y tomó la mano de Donia, diciendo con suavidad: "No te preocupes, niña, es solo el viejo problema de siempre, estoy bien."-

Marisol, que se alarmó con el súbito malestar de la anciana, reaccionó instintivamente y empujó a Donia, diciendo con preocupación: "Mamá, ¿te sientes mal otra vez? ¿Es muy fuerte el dolor? ¿Debemos ir al hospital?"

Donia frunció el ceño al ser empujada y tras echar una mirada desapasionada a Marisol, se dirigió hacia la casa.

Mientras Marisol sacaba su teléfono para llamar a la ambulancia, lanzó una mirada a la espalda de Donia y soltó con sarcasmo: "Mira mamá, esa es la persona que criaste desde pequeña. Tú pasando por esto y ella se va a la casa como si nada."

Marisol sacudió la cabeza y empezó a marcar el número.

Poco después, Donia salió de la casa con un vaso de agua en la mano.

Al terminar la llamada, Marisol vio a Donia dándole de beber a la abuela y frunció el ceño, arrebatándole de inmediato el vaso, al ver que no contenía solo agua, preguntó en tono acusador: "¿Qué le estás dando a beber a mi madre?"

La mirada de Donia se endureció al ver el vaso en manos de Marisol y su rostro perdió toda expresión, emanando un aura fría y premonitoria.

Con una mirada de desaprobación, la mujer volvió a fijarse en Donia y dijo: "Y tú, dando medicinas sin sentido a mi madre. Si algo le pasa, no podrías compensarlo ni con tu vida. Aprovecha que aún recuerdo que alguna vez fuimos familia y vete de aquí, no quiero que sigas estando presente."

"¡Marisol, no hables más!" Regina estaba nerviosa y molesta. Se volvió hacia su nieta: "Donita, esta es tu casa, no le hagas caso, no te vayas."

Donia miró al suelo y al notar que la abuela ya había bebido la mayor parte del medicamento, decidió no perder más palabras con su antigua madre adoptiva. Se arrodilló ante la anciana y con sus ojos claramente fijos en ella, dijo con tranquilidad: "En realidad, usted debería empezar a disfrutar de su vida."

Regina la miró confundida, sintiendo un desasosiego indescriptible. Sus labios pálidos temblaron y después de un momento, preguntó con voz ronca: "¿Donita, acaso escuchaste lo que estábamos diciendo en la casa?"

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