CAPITULO 9
Aurora veía una nueva cara en Romeo que no conocía y le gustaba, era gentil y amable, y en estos días que la cuido con esmero se sintió a salvó a su lado.
Romeo sonrió, de cierta manera sabía que Florencia jamás hubiera aceptado cuidar de un niño huérfano, y este gesto era importante para él.
Los dos se quedaron en la misma habitación pero Aurora le pidió que se quedara en el suelo, aún no quería compartir lecho con el.
—¿Puedes cubrirte los ojos?— Aurora tenía que colocarse la pijama.
— Yo te he cambiado todos estos días, no hay nada que ocultar, soy tu esposo — bromeó Romeo.
Ella fruncio el ceño enojada y al ver este gesto en ella, obedeció como niño cubriendo sus ojos.
Sin embargo Romeo dejo un espacio entre sus dedos, nunca quitó por completo la ropa de Aurora, dejando debajo la bata blanca que siempre usaban las lobas debajo de sus grandes vestidos.
Aurora se quitó este vestido dejando su cuerpo desnudo, Romeo abrió observó por unos segundos y agachó la mirada, mordió su labio, era perfecta.
Ella se acostó intentando darle la espalda a Romeo, empezaba a sentirse intimidada por el.
De nuevo en la noche, Aurora tenía el mismo sueño, Victor besando su cuerpo.
— Eres mía y soy tuyo — decía mientras ella sentía sus caricias, pero la imagen de Victor cambio.
Quien estaba en frente de ella era Romeo, el lobo besaba cada centímetro de su piel, mientras ella agarraba las sábanas
— Así... Así ... Así — Aurora despertó, su cuerpo estaba sudando, su frente derramaba un par de gotas, y tenía una almohada en sus piernas que no entendía como había llegado allí.
Nunca había tenido un sueño tan real, y mucho menos tan erótico, al azar la mirada, se dió cuenta que Romeo estaba sentado frente a la cama, tomando una taza de café con una sonrisa picara.
—¿Que... Que haces aquí?— Aurora estaba sonrojada no solo por lo erótico de su sueño si no por la vergüenza, nadie la había visto en esa faceta.
— Duermo aquí ¿Lo olvidas? Me alegro que despiertes muy contenta ¿Que tal tus sueños?— Romeo nunca imagino que dentro de Aurora, la mojigata, hubiera un volcán.
No pudo contenerse al mirarla, ella empezó a emitir gemidos en la mañana, decía cosas eróticas pidiendo más a ese amante imaginario, movía sus caderas mientras tenía una almohada en sus piernas, sintió que su virilidad llegó a estar a punto de entrar con ella en el mismo juego.
— Quiero que dormamos en habitaciones separadas, me sentiría más cómoda — Aurora suspira, la mirada de Romeo se le clava en la piel.
— No, eres mi esposa y aunque sea una farsa para mi manada no lo es, así que deberás quedarte en esta habitación conmigo, además desde hoy quiero que te hagas cargo de tus labores, en los últimos años desde la muerte de mi madre, su amiga, Noelia, se ha hecho cargo todo pero es tu turno, espero la comida preparada por ti pero primero toma un ducha fría, creo que la necesitas — Romeo salió de la habitación con una sonrisa picara.
Decidió tomar una ducha fría como se lo sugirió Romeo, osea quitar de sus cabeza esos pensamientos pecaminosos que no deseaba tener.
Después bajo a la cocina, para preparar uno de los platillos favoritos de su tía Inés, el mismo que ella le decía era el favorito de su madre.
Era una especie de cocción al horno con carne de conejo, que se dejaba hervir con finas hierbas, era alta cocina, algo que dejó asombradas a las Omegas que solo preparaban los platillos típicos de su manada un poco más rústico como sopas o guisados.
Noelia que siempre llegaba muy puntual para dar las órdenes de la casa se sorprendió al ver a Aurora allí.
— Este es mi trabajo, vete de aquí, los gustos de las Alba son insipidos y no le gustan al Alfa — Noelia la miró con rabia, ella había quitado a su hija Isabela del camino de ser la esposa de Romeo.
— Soy la esposa del Alfa Romeo, a partir de hoy por órdenes suyas, yo me encargaré de la casa, le agradezco sus servicios — Aurora quería tomar su posición de reina, pero le costaba pues ella misma no creía que era realmente la esposa de Romeo.
— Estoy segura que Romeo pedirá de nuevo mi ayuda, va a vomitar tu comida — Noelia se fue dando un fuerte empujón a Aurora.
Romeo se levantó y fue en búsqueda de Aurora, ella estaba llorando
— Creeme que puse todo mi empeñó, quizás papá siempre tuvo razón y soy una inútil como lo dijo Noelia — suspiro intentando limpiar sus lágrimas.
El la tomó de la mano, no podía creer que la loba que un día se enfrentó a el mirándolo a los ojos, estuviera llorando.
— Yo sé que vas a ser un buen elemento para la manada, no le hagas caso a Noelia, solo desea algo que nunca va a tener — Romeo tomó del menton a Aurora.
El lentamente se acercó y le dió un beso, Aurora accedió a ese beso con una sensación en su corazón que nunca sintió, quizás era verdad, para amar a Víctor necesitaba más que la fantasía de su cabeza.
—¿Porque me besas?— pregunta ella queriendo saber la respuesta a la actitud de Romeo.
— Por la misma razón por la que respondes a ellos, está naciendo algo entre los dos — Romeo retomo el beso.
Darío salió, se sintio enojado al ver a su amigo y a Aurora besandose ¿Acaso eran celos? Negó con la cabeza, no podía pensar en Aurora como loba.
— Llegó un paquete para ti —.
La pareja se separó y fue a ver de qué se trataba, Romeo lo abrió y se topo con un conjunto de ropa interior muy sensual.
Aurora y el se miraron, estaba grabado con el nombre de " Florencia".
— Aunque mi hermana sea tu esposa, ella sabe que tú siempre serás mío y yo tuyo — estaba escrito en una servilleta con un beso pintado.
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