CAPITULO 10
Aquella nota escrita con letra cursiva fue incomoda para Aurora y Romeo, el no fue capaz de girar la vista ante su esposa.
— Estoy cansada, iré a la cama — Aurora se avergonzó por la penosa situación, pero a la vez este era un recordatorio, acerca de la frivolidad de su hermana.
Darío se acercó a Romeo, le contó lo que había sucedido la noche que intento terminar la relación de los dos.
— Aurora no debe pagar los platos rotos de tu indecisión — Darío se sentía enfadado, odiaba sentir que los celos inundaban su pecho haciendo que perdiera el juicio, reconocía que había algo dentro de su corazón por Aurora.
Romeo suspiro, toma lápiz y papel, le pidió que intentara hacerle llegar esa carta a Florencia, tenía que hablar con ella en el lugar de siempre.
Subió de inmediato a la habitación, dónde Aurora terminaba de cepillar su cabello.
— Sabes mejor que yo como es tu hermana — Romeo cerro la puerta de la habitación, después de ese leve acercamiento no quería dañar lo que empezaba a crecer.
— No tenemos nada que hablar — Aclaro de inmediato Aurora que fingia no sentirse afectada — Prefiero que duermas fuera de mi habitación, no quiero compartir mi lecho con el amante de mi hermana —.
El la tomó del brazo y se acercó a ella mucho más, Aurora retrocedió, pero su espalda quedó entre la espada, en frente estaba Romeo que parecía quitar la distancia entre los dos.
—¿Estás celosa?— Romeo veía los ojos de Aurora, era claro que la joven loba estaba alterada a pesar de fingir lo contrario.
—¿Celosa?— respondió con una sonrisa irónica — Que me besara en un par de oportunidades no significa que me enamore o que es importante para mí, solo que es parte del trato —.
Romeo acercó aún más sus labios, estaba a un par de milímetros de acercarse a ella, pero desvío el rumbo y se dirigió a la oreja.
— Eso no es lo que dicen tus sueños ¿Cómo me ves en ellos?— Romeo beso su cuello.
Aurora cerro los ojos, sentía que sus piernas estaban temblando, quiso empujarlo y soltarse del agarre, pero el tomó con una mano las dos muñecas de la chica y las elevó por encima de su cabeza, sujetándola con fuerza.
— Suéltame — dijo ella con la voz quebrada y nerviosa, pero su cuerpo no reaccionó a la petición de su boca, sus pezones sobresalían de la fina tela de la bata de pijama.
— No lo haré, no solo porque eres mi esposa si no porque los dos lo queremos — Romeo olfateo el cuello de Aurora.
Lentamente dejo una marca en el, y la joven loba apretó sus labios soltando un leve gemido, ese sonido que volvió loco a Romeo.
Este se acercó a un más a ella, su virilidad estaba erecta y empezó a frotarla en medio de las piernas de Aurora.
Soltó las manos de la loba, y sonrió al ver que ella acomodo sus manos en sus hombros, cerro los ojos y disfrutaba del roce de aquella masculinidad en medio de su femina parte íntima.
¡Ah! Pronunciaron sus labios mientras Romeo bajaba los besos y sobre la ropa empezó a chupar los pezones que eran la prueba de el disfruté de la loba.
Romeo subió dejando un rastro de saliva por todo su cuello hasta su boca, la tomó con fuerza, este beso fue mucho más intenso, las lenguas bailaban en la boca del otro, la respiración se entrecortaba y sus corazones se agitaban.
— Quiero tomarte ... Ser el Primero — susurro Romeo que la tomó de la cintura e intento llevarla a la cama.
Aurora pensó muchas cosas en esa fracción de segundos, sus pasos iban directamente a la cama donde sabía no abría un freno.
No estaba preparada, se sentía confundída.
— No — se alejo un poco de Romeo
— Quiero que Victor sea el único —.
Romeo abrió los ojos, salió del encantamiento del suave deseo que ella le ofrecía, acababa de decir lo que nunca deseo escuchar.
Le dió un empujón y ella cayó a la cama, Aurora agachó la mirada, sabia lo que dijo, lo asumía como su acierto.
—¡Repite lo que dijiste!— grito Romeo enojado, sentirse rechazado por el recuerdo de su peor enemigo era lo peor que le podía pasar.
— Promete con tu palabra de Alfa, que invitarás a mi hermana y su esposo, o tendrás que terminar solo — Florencia se alejo, Victor la vio con frustración y decidió acceder.
— Está bien, los invitaré el fin de semana de mi cumpleaños, e intentaré mantener una zona de paz con Romeo — Victor jalo la cabeza de Florencia para que terminara su trabajo, no aguanto mucho más al sentir su garganta aterciopelada.
— Siii ... Es tuya — dijo mientras derramaba su semilla en la suave garganta de Florencia.
La loba sonrio, tenía a Víctor en sus manos y lo podía convencer de cualquier cosa, de proteger a Romeo o de atacarlo, así que esperaba que él Alfa de Luna azul entendiera que nunca se libraria de ella.
Florencia decidió tomar una ducha, pero vio a Darío en la ventana de su baño, este no le dijo mucho más, solo le entregó la nota.
" Nos vemos mañana dónde siempre".
La loba sintió que su corazón se regocijaba, Romeo no podía vivir sin ella como ella sin el.
Romeo baja al estudio, se toma una copa de su whisky más caro, le dolió lo que pasó con Aurora, piensa que es una caprichosa a la que debe darle una lección, ya no tendrá consideraciones con ella después de esta humillación.
Isabela, impulsada por su madre Noelia, entra al estudio de Romeo ofreciendo un par de bocadillos.
— Vete, quiero estar solo — dice Romeo mientras señala la puerta a la loba, la furia no se va de su cabeza.
— Romeo, yo quiero estar siempre para ti, mi madre te lo pidió, pero ahora te lo pido yo, quiero que me hagas parte de tu harem, y ser tu primera concubina, ya que la vida no me dejó ser tu esposa — Isabela se arrodilla ante el Alfa.
— No, ya le dejé en claro a tu madre que no lo haré — Frunce el ceño Romeo, el creía en la fidelidad que un lobo debía tener más allá de la pasión y de tener hijos.
—¿Es por las tradiciones de esa loba? Se que es tu esposa, pero no debemos regirnos de lo que creen los Alba de luna, se sentirá ofendida pero tú eres el amo y señor — Isabela besa la mano de Romeo rogando esa posición.
Romeo sonríe, se da cuenta de una manera de fastidiar a Aurora, y hacerle pagar su desprecio.
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