CAPITULO 22
Aurora y Romeo regresan a la cabaña, después de esta mágica noche no quieren estar lejos un solo segundo el uno del otro.
Pero ella tiene miedo, sus sentimientos por el pueden volverse en su contra, aún no olvida lo que piensa de su padre, y ella sabe que su padre a pesar de ser un hombre frío que nunca le mostró una mínima señal de cariño, no es malo, solo necesita sacar ese odio de su pecho.
Quiere hablar con el, Armando le debe una explicación de esta historia, sabe que puede ser humillante y quizás por eso cuido tanto de Inés, pero no puede seguir cargando con tanto odio en su corazón.
Darío está algo enojado, toma aire para calmar sus nervios, en la noche llegó con Isabela que lo primero que hizo fue buscar a los amantes.
—¡¿Dónde están?!— le pregunto de un grito a Darío, quería respuestas inmediatas, no se podía perder un mínimo movimiento de su enemiga.
— Lejos, es lo único que te puedo decir, ellos son una pareja y punto — Darío no quería decir esas palabras de su boca, pero el mismo preparo la sorpresa para ella, estaban teniendo intimidad.
Le dolía y le quemaba imaginar que ella estaba con el, la manera en la que hacían el amor y se entregaba a los brazos de su amigo, pero era una realidad que debería aceptar.
La loba estaba furiosa, tenía una gran rabia que crecía en su pecho, no podía creer que el hubiera hecho esto, cuando los dos deberían estar juntos, ese era el trato que debió existir.
Isabela soñaba con entregarse a el, era la ilusión que su madre le había metido en la cabeza, pero con esto solo podía sentir como la mínima esperanza de desvanecía.
Darío les tenía preparadi el desayuno, el no quería olvidar que su única posición era el de ser el beta de la manada, por más que quisiera amarla a ella, no iba a suceder y le dolía.
Tomo aire mientras Romeo le contaba lo fantastico de ese momento, como Aurora se entregó de lleno en alma y corazón.
— Me alegro que seas feliz a su lado — dijo en un tono celoso, pero el sabía que su lugar era el de Beta, de mano derecha jamás podría desear lo que su amigo tenía.
Romeo pidió a Darío que llamara a Isabela, para que desayunaran los cuatro en la mesa, independiente de la situación tensa entre las dos lobas, solo deseaba que Isabela estuviera cómoda, ella no debía pagar por las decisiones que tomaba en medio de sus locos impulsos.
Darío llamo varias veces a la puerta de la loba, pero está no respondió, al abrir la puerta se encontraron con Isabela ebria, había tomado todo el bar de la cabaña en la noche.
Aurora decidió ayudarla a tomarse una ducha en la tina.
—¿Porque llegaste a quitarme lo que era mío? La esposa de el, debí ser yo — Las críticas de Isabela era producto de la confusión de su propia mente.
— Porque no aceptas la realidad, eres una loba hermosa Isabela, y no deberías dejar que una ilusión te Cohiba de la probabilidad de conocer el amor, algo tan maravilloso como eso — sonríe Aurora que acaba de vivir la experiencia mágica de su vida.
Isabela abre los ojos, jamás imagino que para su vida pudiera existir el amor lejos del lobo que su madre eligió para ella.
Noelia le había convencido desde niña que el amor de su vida era el Alfa de la manada, había crecido desde pequeña al lado de Romeo y esa ilusión creció en su pecho como lo mejor que podía ocurrir en su vida.
Pero las palabras de Aurora le daban otra visión, y si había una posibilidad para ella, si podía conocer el amor, no debería limitarse por los deseos de su madre.
—¿Crees que puedo conocer el amor con otro lobo?— Isabela habla entre los dientes, no quiere aceptar que desea conocer ese sentimiento cálido y que alguien sienta lo mismo por ella.
— Estoy segura, eres una loba muy hermosa e inteligente, se que vas a encontrar alguien que te ame de la misma intensidad con la que tú puedes amar — Aurora le ayuda a llegar a la habitación y la acuesta para que pase el mal momento que el alcohol provocó.
— Necesito hablar con Aurora y te pido una autorización, pues es un tema acerca de Florencia y algo de hermanas — miente.
Aurora se acerca a Victor, debe fingir que nada sucede para no despertar sospechas en Romeo de lo que realmente pasa.
— No quiero que hablemos más, después de lo que pasó ayer te quiero lejos, por eso apenas termine la cena de cumpleaños, nos iremos en la noche, no queremos estar más aquí — Aurora frunció el ceño y cruzó los brazos.
—¿Ya te entregaste a el?— pregunta con un tono de celos y enojo necesitaba la confirmación de Aurora para seguir su siguiente paso.
— Si, y espero que me dejes tranquila, Romeo es mi dueño — Aurora le pide que se vaya, que no se vuelva a acercar y que no le haga daño a Florencia.
Victor mira a Romeo con rabia — El no es un lobo para ti, es una bestia que no tiene modales, tú vienes de una cuna fina y distinguida, entendí que no puedo tenerte pero te quiero proteger de el —.
— No me tienes que proteger, dónde tú ves una bestia yo veo un lobo que me llena de ternura y amor, dónde tú ves alguien sin modales y educación, veo un jardín que solo espera que se planten las mejores flores, es mi esposo, y después de esta noche quiero olvidar que fui parte de Alba de luna — Aurora da un discurso enternecedor que sale de sus sentimientos, es su corazón el que habla.
— Ese lobo te embrujo, te ha hecho creer algo que no es verdad, y le pido a la Diosa Luna que te abra los ojos, no importa el día, pero siempre te recibiré en asilo, pues estoy seguro que tarde o temprano, Romeo te despreciará — Victor toma la mano de Aurora.
Está le pide que cierre esa puerta, pues no la usará, sabe que Romeo nunca la va a decepcionar, y que el la va a cuidar y amar.
Victor observa que la loba esposa de el beta de Romeo se acerca, toma a Aurora desde la cintura y la besa.
Isabela abre los ojos —¡Aurora!— exclama.
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