CAPITULO 43
Los ojos de Aurora se abrieron, estaba despertando de ese sueño dónde existía una posibilidad entre los dos, recordar que Isabela sería madre mientras ella sufría, le quema el alma.
Se levantó de inmediato de la cama, acomodo su ropa, mientras se coloca la bata de seda.
Romeo se quedó paralizado en la cama, mientras escuchaba el insensate golpeteo de la puerta.
— Ve, ella te necesita — Aurora miró al suelo y se dirigió a la puerta mientras Romeo se colocaba el pantalón y apuntaba la camisa.
Noelia tenía una gran sonrisa, el día había llegado, el día en que ella tendría un poco más de poder, la idea de ser la madre del futuro Alfa de la manada le encantaba.
— Mi señor, es urgente que venga conmigo, también usted mi reina — Noelia miraba de manera burlesca a Aurora, casi burlándose de sus lágrimas y de su dolor.
— No tengo nada que hacer allá, Romeo es el padre y es el quien debe estar en ese lugar — Aurora no pensaba ver cómo Isabela daba luz al hijo primogénito de la manada, era una ofensa, una humillación que no quería.
— Es su obligación, la reina debe estar en cada nacimiento de la manada, así sea de la concubina del Alfa — Noelia cruzó los brazos, le recordó sus obligaciones las mismas que hoy le pesaban a Aurora.
Aurora la miró desafiante, si está era su manera de burlarse de ella, si era su manera de intentar lastimarla no lo haría y accedió acompañar a Romeo con la frente en alto.
— No tienes que ir si no quieres — Romeo sabía que para ella esto era difícil, no quería que se sintiera obligada, odiaba la mirada con ese brillo apagandose que le describió Victor y que por primera vez noto.
— Gracias por preocuparse por mi — responde Aurora en un tono irónico y burlón — Pero creo que ya es demasiado tarde para hacerlo.
Aurora fue la primera en salir de la habitación, Romeo fue tras ella.
Isabela tenía la frente llena de sudor, se sentía muy débil, pero debía pujar y soportar los dolores.
Quería que Dario estuviera a su lado, que le diera la mano y que los dos trajeran a este bebé, pero sabía que decir esta verdad acabaria con las ilusiones de su madre y su propio futuro.
Abrió los ojos al ver a Aurora y Romeo entrar a su habitación, Aurora queria mantener un papel lejano, solo observar desde la distancia el parto, pero no pudo evitar involucrarse.
Tomó la mano de Isabela.
— Perdóname Aurora — le pedía a voz quebrada de Isabela, que nunca había tenido una amiga, y que hoy que la tenía tomando su mano no quería perderla.
Aurora no sabía que decir, no podía negar que esto le causaba un enorme dolor, y quizas un poco de envidia, ella tendría la dicha de ser madre del hijo de Romeo.
Romeo cruzó los brazos y esperaba en una esquina, mientras pensaba una y otra vez como hablar con Aurora, los dos estuvieron tan cerca de una reconciliación que sabía en el fondo el nacimiento de su hijo, la alejaría de su lado.
Darío llegó con una jarra de agua fría, pero Noelia le exigió que se fuera de inmediato, aquella astuta loba sabía que su hija estaba enamorada del Beta, e intentaba mantener la distancia entre los dos, ningún lobo inferior arruinaría sus planes.
Isabela da a luz muy en la noche, ya cuando estába a punto de salir el sol, y no se diferenciaba si aún era noche o si era el nacimiento del día.
Noelia fue la primera en cargar al bebe, pero su rostro se puso rojo de rabia, era una hermosa niña.
Se la entrego a Isabela como si se tratara de un bulto de nada, Noelia salió furiosa de la habitación sin decir nada.
Isabela cargo a su bebé con lágrimas en los ojos, mientras acariciaba sus suaves cachetes, era imposible que no la mirara con amor y ternura.
Aurora la felicito, le dió un beso a la bebé y una lágrima bajo de sus mejillas y fue tras Noelia, quien debería estar al lado de su hija era ella.
—¿porque te comportas así con Isabela? Acaba de darte una nieta — Aurora sube un poco el tono de voz, la actitud de la mujer siempre le disgustó.
— Muy pronto yo seré quien maneje los hilos de esta manada y de la vida de Romeo,
Ayúdame y te prometo protección — Florencia se acerca a Noelia, la loba cizañosa siempre dispuesta a hacer lo necesario para quitarle a su hermana la felicidad y tener lo que seguía pensando que era suyo.
— Si usted acaba con Aurora, creame que va a tener mi fidelidad por siempre, mi señora — Noelia le dió un beso en la mano a Florencia, esto ya no era por el poder, odiaba a Aurora y quería acabar con ella.
Romeo salió al jardín, se sentó al lado de su esposa, la tomó de la mano
— Tu me amas, tus besos, lo que estuvo por pasar ... — el quiere que ella le confirme que hay una oportunidad.
— fui débil, pero no volverá a pasar, el nacimiento de aquella bebé que no tiene la culpa solo será de nuevo el recordatorio de lo que sucedió en mi ausencia, de tu falta de confianza — ella agachó al cabeza, se había jurado no llorar pero su vientre vacío le hacía pensar lo peor.
Romeo la tomó del mentón y le dió un beso en la boca.
— Te amo, y tiene razón, dude de ti porque nunca imaginé que alguien como tú pudiera darme un amor tan real, tenía una coraza y me deje envenenar — el quería confesarle eso que le causaba un gran dolor, la idea de no ser correspondido en el amor y que él era el único que sufriría, la causa de sus miedos más profundos.
Aurora le dió una caricia en la mejilla.
— Déjame sola, espérame en la habitación, solo quiero pensar mirando las estrellas — suspiro.
Romeo obedeció.
Se acostó en la cama, estaba algo cansado y cerro los ojos, solo quería que Aurora se acostara a su lado aunque no pasará nada.
Noelia le entregó las llaves de la habitación a Florencia, la loba sonrió, está era su noche con el y acabaria de una buena vez con las esperanzas de su hermana.
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