CAPITULO 45
Florencia llega a la manada Alba de Luna, está enojada por lo que sucedió, siente que Romeo se burló de ella, es imposible para su entendimiento que su hermana la haya superado, no solo arrebatando el corazón de Romeo si no el de Victor.
Necesita sentirse de nuevo esa Loba por la que todos se mueren, entiende que es momento de recuperar a su esposo, de recuperar a Victor ahora que consiguió ese hijo que el añora.
Victor al verla la ignora, se dirige solo hacia su bebé y la regaña por regresar
— Sabes perfectamente que la leche de Aurora es necesaria para que nuestro hijo sea el Alfa fuerte que está destinado a ser — le regaña.
— Aurora ya no tiene más leche, yo conseguí de camino una nodriza de buena sangre que se encargará de el — Florencia tuvo que hacer parada en otras manadas antes de regresar pues sabía que Victor necesitaba una solución para no indagar en lo que realmente paso en el hogar de Aurora y Romeo.
Ella le entregó el bebé a la loba nodriza y le pidió que la dejara sola con su esposo.
Victor no era el mismo de antes, Florencia y sus manipulaciones, el alejarlo de quién si lo quería, lo volvió un lobo hostil, amargado y lleno de ira.
— Ese no debería ser el recibimiento a tu esposa — Florencia cierra con llave el estudio.
Se acerca a él y lo besa con pasión, Victor se niega a sentir los besos de Florencia, que solo le causan repugnancia.
—¿Cómo está Aurora?— Victor se aleja un poco, necesitaba saber si sus ilusas esperanzas podían seguir con vida, algo no le hacía regresar a la realidad donde Aurora no sentía nada por el.
— Siempre ella — Florencia toma aire inflando su pecho, mientras desata el corset que moldea su cintura para lucir el hermoso vestido de seda — Está bien, con su esposo, es obvio que la rabia por el incendio paso y que desean procrear —.
Victor la toma del cuello
— Aurora nunca perdonaría a Romeo, ella no puede olvidar lo que pasó, los dos teníamos un trato de separarlos —.
— Pues ya no quiero ese trato, ni mucho menos nada que tenga que ver con esos estúpidos, nosotros somos superiores¿Olvidas lo mucho que me deseabas?— Florencia coloca su mano en la entrepierna de Victor y lo besa.
El lobo se deja llevar por su instinto y hace que Florencia caiga en el piso mientras con sus garras le quita la ropa, ella sonríe, sentir que Victor aún la desea es ir un paso más allá de Aurora.
El la toma con fuerza, le quita la ropa y la agarra del cuello asfixiandola un poco, está rudeza le gusta a Florencia, le recuerda un poco a Romeo aunque su poderoso esposo está lejos de serlo.
Victor acelera el ritmo de su Vaivén, gruñe en el oido de Florencia al terminar
— Eres mía Aurora.
Florencia abre los ojos, Victor cae a su lado y ella se levanta del suelo enojada y Victor sabe que cometió un error
— Estabas pensando en la estúpida de Aurora — le recrimina dándole golpes en el pecho.
— Amo a Aurora, es algo con lo que tendrás que vivir, la burbuja de pasión que me condenó a ser tu esposo estallo, no siento nada por ti — Victor es sincero, su compromiso con Florencia fue por los motivos equivocados y se dió cuenta demasiado tarde.
— Quiero que recuperemos nuestro matrimonio, antes de que te enterarás de lo que sintió mi hermana por ti y de saber mi verdad con Romeo, tu me querías, tenemos que regresar a ese momento — Florencia no podía creer lo que estaba haciendo, le rogaba a Victor por una oportunidad, algo que antes hubiese Sido inimaginable para su prepotente personalidad.
— Florencia si no he pedido la anulación de nuestro matrimonio al concejo es por Aurora y por nuestro hijo, jamás permitiría que un escándalo así salpique a el Alfa futuro, pero si no existiera ese niño, desde hace mucho estarías desterrada de esta manada y Aurora ocuparía tu lugar — Victor es frío, pero frontal, solo por su hijo estara atado a ella, pero de darle la mínima oportunidad, la sacará de su vida.
Florencia abre los ojos, ella sabe esa verdad, que ese hijo no es suyo y mucho menos de Victor, debe cuidar que ese secreto continúe o solo le espera el destierro.
Mientras tanto...
Aurora se levanta muy temprano para ayudar a Isabela con el cuidado de su bebé, no deberia hacerlo pero necesita llenar el vacío que la ausencia de su hijo ha dejado.
— Somos amigas, yo no debí — Isabela aún se siente culpable de ese secreto que guarda en su corazón, no solo porque ha perdido a Darío si no que su paz mental por la culpa ha dejado de existir.
— Eres la concubina del alfa, creeme que tú princesa, es la menor de las fallas de mi relación con Romeo, sencillamente algo se rompió y no se si se recuperará — Aurora suspira.
La loba busca a Rogelio, necesita un consejo, lo que sucedió con Florencia solo le demuestra su amor por Romeo, pero a la vez pensar en lo que sufrió por su desconfianza ha creado una coraza que no sabe cómo quitar para darse una segunda oportunidad, pues no siquiera sabe si debe darla.
Al regresar Aurora se encontró con la mesa preparada para una cena romántica, subió a su habitación y en ella había un hermoso vestido de brillantes, supuso que era de la madre de Romeo y una nota para cenar con su esposo.
Tenía que intentarlo, Rogelio se lo aconsejo y en el fondo ella quería, necesitaba estar con el.
Se peino y aplicó un poco de maquillaje, era la primera vez que se veía en el espejo, estaba muy demacrada, su rostro palido, delgado y lleno de ojeras, un choque a la realidad que le gritaba que no podía seguir así.
Bajo a la mesa, Romeo sonrió al ver que acepto su invitación.
La tomó de la mano, y los dos se sentaron en la mesa, como si fuera su primera cita, había cocinado, estaba todo quemado y se disculpo al ver la cara de Aurora al probar el primer bocado
— Te prometo que voy a aprender a ser el mejor cocinero por ti — Romeo tomo una rosa y la paso por el delicado rostro de Aurora que sonrió, después de mucho tiempo sonrió.
— Quiero perdonarte, quiero olvidar — Aurora le dió un beso a Romeo.
Pero ese momento romántico fue interrumpido por Rogelio.
— Me disculpo en verdad, pero llegó una carta del concejo de lobos para Aurora, y creo que es importante — Rogelio se la entrego.
Aurora la leyó delante de ellos, en esta se le informa a que su padre y su tía Inés no eran hermanos, pues no compartían ningún padre y se desligaba a los dos de ser familia para casarse.
Esto sorprendió a Aurora, pues nunca supo de esta situación, era un tema que Inés y su padre nunca hablaron con ellas.
Rogelio se quedó aún poco desconcertado, los nombres que dice Aurora le hacen un eco en la cabeza.
—¿Cómo... Cómo se llama tu tía?— pregunta frunciendo el ceño.
— Ines... Inés Russo — confirma Aurora.
Rogelio siente que la cabeza le duele y se desmaya.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: DOS HERMANAS, UN ALFA