DOS HERMANAS, UN ALFA romance Capítulo 61

CAPITULO 60

Romeo siente que su corazón se rompe en mil pedazos, ella no puede estar muerta, es imposible que su amada Aurora deje de respirar.

El cree que es una pesadilla, que es una mala broma del destino que le ha querido ver infeliz, ella es su mundo.

—¡¿Quien fue?!— grita Romeo lleno de rabia, siente que quiere matar al culpable de quitarle al amor de su vida

— Nos atacaron, un grupo de lobos, Aurora cayó del caballo, intente ayudar pero yo también estoy herido, escape de milagro — Victor finge que ha perdido sangre y se desmaya.

Romeo intenta llegar a gran velocidad hasta donde el médico de la manada, pero este confirma que Aurora ha muerto.

—¡Nooo!— grita con los ojos llenos de lágrimas.

Carga a Aurora, su cuerpo está frío e inerte, acaricia su rostro e intenta pedirle que regrese, la besa.

Inés corre y llora, se arrodilla delante del cuerpo de su hija, no puede creer que la ha perdido, Aurora era su mundo.

Romeo se encierra con ella en la habitación, la coloca sobre la cama y la llena de flores, llora, el Alfa agarra una daga y quiere cortarse las venas para ir con ella, necesita estar en el más allá con su amada.

Pero escucha el llanto de su bebé, ese que le regresa un poco a la cordura, no puede dejarlo solo, el más que nadie sabe lo que es crecer sin los cuidados de sus padres, en un mundo destinado a ser conquistado.

Aurora cada vez está más fría, y con el pasar de las horas la manada que está conmocionada decide que deben enterrarla junto a los padres de Romeo.

Victor golpea, le pide que la deje enterrar

— Ella necesita descansar en paz, Romeo se que te duele tanto como a mi perderla, pero es lo que se debe hacer.

Romeo está ebrio, abraza el cuerpo de Aurora con fuerza.

—¡Nadie me la va a quitar!— grita lleno de rabia mientras llena de besos su frente, odia saber que la dejo un día sola y encontró su final sin el a su lado para defenderla.

Inés entra llorando y se arrodilla delante de Romeo — Déjame darle paz a mi hija — suspira mientras llora a los pies del lobo.

Rogelio abraza a Romeo, llegó el momento de despedir a la reina de la manada y el lo debe asumir.

Romeo niega con la cabeza, ella no puede estar muerta, Aurora debe abrir los ojos tarde o temprano.

Pero las lágrimas de Inés le hacen entender que el amor de su vida murió, que no hay nada que pueda hacer y que debe aprender a vivir sin ella.

Las lobas de la manada la visten hermosa, con uno de esos tantos vestidos que ella dejo de usar para sentirse cómoda, pero que siempre la hicieron ver hermosa.

Un peinado sencillo, su cabello con una discreta corona de flores.

Los lobos cantan aullidos nativos de su manada, de sus tradiciones sobre la muerte y la vida, es la segunda vez que deben despedir a su reina, solo les queda el llanto de su dolor.

Romeo está inconsolable, aquel fuerte alfa de cabello negro, barba fuerte, de cuerpo invencible, estaba convertido en un niño que lloraba por el dolor de perder a su amada, pero además que lloraba porque tenía miedo, a lo desconocido.

La manada estuvo hasta que apareció el sol, enterraron a Aurora junto al cuerpo de sus anteriores líderes.

Inés se llevó a Romeo para que descansará, el no quería dormir en la habitación que dejó su esposa, necesitaba estar alejado de ese lugar.

Por lo que se quedó con su hijo, el era lo único que le importaba, tenia que cuidarlo, darle su apoyo incondicional como lo había hecho siempre.

Mientras tanto, un grupo de lobos se escabulle hasta el lugar, empezaron a cavar a gran velocidad hasta encontrar el ataúd de Aurora.

Sacaron el cuerpo inerte de la loba y metieron uno en su lugar, dejaron la tierra de la misma manera, como si nada hubiera pasado.

Suben el cuerpo de Aurora en sus caballos y galopan a gran velocidad, casi como si esa carrera fuera de vida o muerto.

Llevan a la loba hasta donde Noelia, la mujer ya los esperaba en compañía de una anciana Omega.

El lobo subió a la habitación de Aurora, se veía tan hermosa en la cama, odiaba que su dorado cabello se hubiese esfumado, pero era ella, la tenía cerca.

Le dió un beso en la boca y bajo a su cuello, Aurora aún estaba inconsciente, podía tomarla, hacer suya las fantasías que por tanto tiempo estuvieron en su cabeza, la misma Noelia se lo sugirió.

Pero Victor se detuvo, no podia tomarla así, el había visto lo entregada, tierna y pasional que era Aurora, el quería tenerla de esa manera.

Aurora abrió los ojos, estaba muy débil e intentó levantarse, Victor la tomó de la cintura antes que cayera al suelo.

— Tienes que calmarte mi amor — pidió Victor que la regreso a su cama.

—¿Quien... quien es usted?— cuestiona Aurora que siente un vacío en su cabeza, como si está no tuviera nada que ver en sus pensamientos.

—¿Que recuerdas?— Noelia que escucho la algarabía sube, toma la mano de Aurora y la mira a los ojos.

— Nada, ¿cómo me llamo?— Aurora suspira, se siente nerviosa, atacada y poco segura.

Victor sonríe, funcionó, su plan que le costó casi toda su fortuna, el respeto de su manada y lo que había logrado, estaba funcionando.

Noelia suspira

— Te llamas Ana, eres mi hija, tuviste un accidente de caballo hace un par de días y creo que perdiste la memoria.

La loba debe obedecer, tener el favor y dinero de Victor es lo único que quiere, pero no deja de sentir culpa por sus acciones.

—¿Y quién es el?— Aurora no recuerda nada, pero sus instintos le hacen sentirse alerta con la presencia de Victor, es como si naturalmente le rechazará y le tuviera miedo.

— El es Victor, es tu prometido.

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