Ella detestaba esa actitud. Por muy acogedora que fuera la gente con los híbridos en general, deseaba que el término se aboliera. Tal designación provocaba que las demás personas cuestionaran sus orígenes y, al hacerlo, los juzgaban por su ascendencia y no como individuos.
Dave asintió despacio.
'Lo sé. Lo siento. He tratado de cambiar la vida de las personas dentro de mi manada y, sinceramente, nunca he tenido motivos para cuestionar la vida de los que no viven en ella'.
'Bueno, Minerva es Minerva y nosotros queremos lo mejor para ella, de corazón. Es irónico que su madre muriera protegiéndola de los cazadores. No es que tenga importancia, pero por si te interesa saberlo, su madre era bruja y su padre el demonio'.
Dave tomó asiento en la silla frente a ella.
'¿Fue su madre quien lo incitó a la acción?', preguntó con curiosidad.
Amaris resopló.
'Por Dios, no. Su madre era curandera. No todas las brujas se pavonean desnudas y provocan el caos, ¿sabes?'. Amaris rio con disimulo.
'Perdóname, pero no conozco las otras especies tanto como quisiera...', dijo Dave. 'Realmente es una cosa que me gustaría cambiar... en las escuelas que están dentro de los límites de la manada. Es muy difícil que las otras especies estén dispuestas a dar una conferencia en un lugar atestado de lobos'.
Amaris asintió con pesar.
'De la misma manera que los lobos tienen sus prejuicios contra los otros grupos, es probable que estos también estén extremadamente predispuestos contra ellos, particularmente las hadas, los duendes, gnomos y elfos'.
'Bueno, estoy segura de que a Minerva no le importaría conversar contigo sobre lo que sabe acerca de su herencia y, en caso de que quieras profundizar, me imagino que podré pedirle que se comunique con algunos de sus contactos'.
'No hay prisa. Tenemos varios años para pulir la experiencia educativa juntos'. Dave se rio entre dientes, y Amaris sintió una punzada en el corazón al pensar en el plazo de prescripción de ellos como pareja.
'Pero quiero invitarte a cenar, a modo de disculpa por mi comportamiento de esta mañana. Te merecías algo mejor que eso'. Amaris le sonrió amablemente.
'La cena realmente vendría bien, pero ¿te importa si antes volvemos y nos cambiamos? Prefiero no mezclar negocios con placer, y la diversión se estropearía un poco si voy en mi atuendo de trabajo'. Amaris mostró una amplia sonrisa.
Maena también sonrió.
' ¿Tú no tenías puesta tu ropa de trabajo cuando él tuvo se*o con nosotros en este escritorio?'.
Amaris se ruborizó de rabia.
Ignoró a Maena y se enfocó en Dave.
'No hay problema. Podemos dar una vuelta y refrescarnos un poco'. Sonrió, con una mirada diabólica en los ojos.
'No', dijo Amaris con firmeza. 'Primero la cena'.
Dave se sintió un poco desilusionado y, si no lo conociera tan bien, Amaris habría jurado que un leve indicio de puchero se había asomado a sus labios.
'Deberías contarle tu teoría de las dos p*rras..., las dos brujas..., las dos p*tas..., como quieras llamarlas', interrumpió Maena con regocijo.
'¿Te parece un momento adecuado?'.
Maena se rio.
'Parece que, después de tanto esperar, está disfrutando el tener s*xo con nosotros'.
Amaris la ignoró y sonrió a Dave, a modo de disculpa.
'No hay por qué tener celos de nada, Dave. No tengo ningún interés en buscar nada, ni a nadie, fuera de nuestro contrato, ¿de acuerdo?'. Amaris trató de tranquilizarlo.
Dave volvió a encogerse de hombros. Daba la impresión de haberse calmado, a pesar de que mantenía la mirada alerta mientras la observaba atentamente.
Amaris respiró hondo y exhaló lentamente.
'Dave, estuve hablando con Maena y me di cuenta de que parece que están pasando muchas cosas raras con mi madrastra y mi hermanastra. En mi opinión, son demasiadas cosas como para que sea una simple coincidencia; Maena piensa que puedo estar exagerando. Entonces..., supongo que solo quería hablar contigo un poco sobre eso antes de decidir lo que voy a hacer'.
'Está bien. Dime lo que te está molestando', dijo Dave dijo mientras se recostaba en la silla. De súbito, se puso serio.
Amaris le explicó sus preocupaciones y, mientras más hablaba, más ceñudo se ponía Dave, que se frotó la barbilla a la vez que reflexionaba sobre las inquietudes de Amaris.
'Amaris, ¿hay algo... lo que sea, que recuerdes de cuando te transformaste en el banquete?'. Preguntó seriamente, y su teléfono comenzó a sonar en el bolsillo.
Mientras atendía la llamada, Amaris se devanaba los sesos en busca de algo que pudiera recordar sobre esa noche. Era como si los recuerdos se esfumaran y se hicieran inalcanzables cada vez que intentaba aferrarse a ellos.
Entonces, de repente, recordó.
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