El comprador (COMPLETO) romance Capítulo 46

—Te dije que no confiaba en él  —explicó para mí, pero su hermano le prestaba suficiente atención —quiero mucho más de tí de lo que yo pensaba y ojetes estar segura que no voy a permitir que lo consiga.

Me quedé callada. No sabía muy bien que decir y no me quedaban fuerzas para defender lo evidente. Él por su parte se apartó de su hermano y caminó hasta la puerta, la abrió y dijo:

—Iré a verte más tarde Kyle —su hermano me miró casi que pidiendo ayuda, pero no pude hacer nada y él se levantó dispuesto a irse —ahora si nos disculpas...

—Esta conversación no ha acabado —anunció el policía para los dos y se encaminó hacia mí, extendiendo una mano y dándome su tarjeta de presentación —mañana en la mañana necesito que vayas a comisaría para hablar contigo, a solas, —eso último lo pronunció mirando a Alexander por encima del hombro y devolviendo la mirada hacia mí culminó —tengo unas preguntas que hacerte y necesito que identifiques al hombre que tenía el video.No hace falta que mi hermano te lleve y desde luego te repito, es una entrevista a solas. Algo profesional y personal. Te espero antes de las once, tengo una reunión en otra ciudad a la una.

—Ella no tiene porqué ir Kyle  —protestó su hermano —¿Tienes una orden judicial para interrogarla?

—¿En serio quieres que responda a eso? —los hermanos estaban ahora frente a frente y retándose con las vistas.

—¡Ahí estaré!...

Mis palabras fueron las que acabaron con el concurso de miradas asesinas entre los dos. El policía asintió satisfecho y el comprador le hizo una mala señal para que saliera por la ya, más que abierta puerta.

Un portazo le sucedió a la salida de aquel hombre que no había dejado claro en su visita, si venía sinceramente a reconciliar a su hermano con su padre, a mostrarnos la amenaza que nos perseguía,o directamente a amenazarnos de manera medio sutil, por él  mismo.

—No vas a ir —sentenció Alexander acercándose a mí como una fiera defendiendo su presa de los otros depredadores —eso sería sobre exponerte a un sitio y una situacion por la que jamás dejaré que pases.

Pasó de largo por mi lado y se dejó caer sobre su sillón de trabajo y recostó la cabeza con fuerza,como agotado y suspiró fuerte y sostenido. Se le veía más que todo...abrumado.

Yo también lo estaba. A mi manera. Eran ya demasiados acontecimientos que quisieras o no, te iban pasando una factura impagable.

—Alexander no te puedes poner insensato con este tema —empecé a exponer mi punto,caminando hacia él y apoyando mi palma derecha sobre su mesa, encorvando mi cuerpo y deseando que sus ojos preciosos me miraran —Kyle tiene en su poder algo, que nos puede destruir cariño. No seamos combativos en ese sentido, que no nos conviene.

Descansó finalmente su mirada azul abatida en la mía repleta de preocupaciones y le sonreí mostrandome objetiva, pero sin alegría en los labios.

—Te juro que quiero encerrarte en un lugar muy lejano, donde nadie más que yo se te pueda acercar, y poder evitar que nadie eche a perder lo  que tengo contigo —no se le podía acusar de no ser romántico, a su manera oscura y turbia.

Me tomó de la otra mano y como orquestado un baile, me hizo dar la vuelta hasta ponerme entre sus piernas abiertas a cada lado de las mías, y me recosté sobre su mesa dejando que escondiera su rostro en mi vientre.

—Tendríamos que viajar al centro de la tierra —traté de bromear un poco y me agaché a besarle la coronilla, con suavidad y demorándome para saborear el olor de su pelo.¡Estaba tan enamorada!

—Tendré que revisar cómo lo consiguió Verne...

Alexander solo sabía dar órdenes a quien fuera que estuviese del otro lado del teléfono  y yo lo único que entendía de todo aquello, era las muchas mentiras que estaba contando.

Si no hubiese mencionado el plural que me involucraba, había pensado que hablaba de Cristel,  pero era evidente que se refería a mí y la que supuestamente estaba protegida por su apellido era yo.

Como si de telepatía se tratara, Joseph acercó el coche hasta la cuneta y allí se detuvo, hasta que Alexander acabara de hablar.

—Ya le dije que yo, en calidad de su marido, y por evitarle más dolor y sufrimiento a mi esposa, me haré  cargo. Yo los buscaré y seré yo, quien de las explicaciones pertinentes —hizo una pausa de ojos cerrados y tras una respiración profusa, aseveró —eso no es asunto suyo. Del resto, daré las informaciones necesarias en su momento. De todos modos ambos sabemos que no es algo urgente. En unos días le busco, deje su contacto a mi gente de seguridad. Buenas tardes.

Así de dictaminante, fueron sus últimas palabras y mi ansia por saber lo que estaba sucediendo crecía.

—Joss —brama —vamos al aeropuerto.  Dile a Slatan que prepare el jet,nos vamos a las islas baleares... seras el testigo de mi boda y pídele a Roger que mande a Patricia ahora mismo para allá... será la testigo y madrina de Loreine.

Mientras el guardaespaldas y hermano de mi loco comprador bajaba del coche a hacer las respectivas llamadas con nosotros aparcados en mitad de la carretera y sin entender ni media palabra por mi parte, de lo que sucedía, me giré hacia él y le dije:

—¿Qué está pasando Alexander?...¿Por qué dices que vamos a casarnos y antes has dicho a alguien que ya lo estamos?, ¿ Qué es toda esta locura?...

—¡Mañana serás  mi esposa Lore!...

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