El despertar del Dragón romance Capítulo 115

—Santiago, debes aprovechar esta oportunidad y hacer todo lo posible para impresionar al Señor Llano. Si le agradas, ¡puede que te ofrezca un puesto directivo en el Departamento de Compras! Eso sí que es una buena oportunidad —lo animó María.

—Sí, no te preocupes. Haré todo lo posible para poder comprar una casa en Bahía Dragón para vivir —asintió con entusiasmo.

Al escuchar eso, una sonrisa de felicidad surgió en el rostro de María.

A diferencia de los demás, Jaime estaba menos emocionado. Frunció el ceño al intuir que la cena podría jugar un papel en el complot de Javier contra él. Sin embargo, no podía importarle menos.

«No importa lo que intentes, estoy preparado».

En pocos minutos, todos estaban listos para salir hacia el Restaurante Antaño.

A diferencia de los demás, Hilda y Jaime no fueron en auto al trabajo.

—Hilda, ven. ¡Yo te llevo! —le dijo María.

—¡Gracias, María! —Subió al auto y le sonrió.

—De nada. ¡Siéntate bien! —Se marchó a toda velocidad.

—Oh no, ¿y Jaime? Lo dejamos, María. —Hilda pensó que se ofrecería a llevarlo también.

—De ninguna manera lo voy a buscar, solo ensuciará mi auto. Los demás están detrás de nosotros, así que puede venir con ellos —contestó.

Al oír eso, Hilda se quedó callada.

«Es cierto. Jaime podría ir en cualquier auto».

Sin embargo, ninguno de ellos se ofreció a llevarlo. En cambio, todos y cada uno de ellos pasaron por delante de él a toda prisa.

Tadeo, en su destartalado auto de segunda mano, pretendía parar por Jaime al acercarse a este. Pero justo detrás de él, Santiago seguía tocando el claxon para que se fuera. Lo único que pudo hacer fue lanzarle una mirada de impotencia a Jaime antes de dejarlo atrás también.

Justo antes de querer despegar, un Bentley llegó frente a él. Era Tomás.

Sorprendido por su llegada, Jaime preguntó con tono desconcertado:

—¿Qué haces aquí, Tomás?

—¡Señor, algunos de los deudores estaban tan asustados que entregaron el dinero en cuanto oyeron mi voz! Por desgracia, el Departamento de Finanzas de su empresa ya salió del trabajo. Así que le traje el dinero a usted en su lugar.

Resulta que Tomás llamó a todos los deudores después de recibir los documentos de Jaime. Temiendo por sus vidas, los deudores querían pagarle a la Compañía Sentimientos Químicos de inmediato. Pero como el departamento abandonó el edificio antes, ninguno de ellos pudo hacerlo. Por lo tanto, le dieron el dinero a Tomás en su lugar.

«¿Vino hasta aquí solo para eso?».

Divertido, Jaime se rio y dijo:

—No hay prisa por eso. Puedes entregar el dinero directo a la empresa mañana.

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