—¡Hola a todos! —Hilda saludó igualmente a todos con una sonrisa.
Pero en cuanto vio a Leonardo, desvió la mirada y no se atrevió a mirarlo a los ojos.
Tenía miedo de estallar y romper en llanto, ya que le había llevado una miseria indescriptible. Sin embargo, no quería arruinar la reunión de la clase con su rencor personal.
Por el contrario, todos se convencieron aún más de la triste historia de Leonardo cuando notaron su renuencia a mirar al hombre. Estaban completamente seguros de que ella había hecho algo malo y por eso actuaba de forma tan sospechosa.
Después de que Yolanda e Hilda saludaran a todos, ambas se quedaron perplejas al notar las extrañas miradas dirigidas a la última.
—Nunca esperé que fueras una persona así, Hilda. Y, aun así, te atreves a asistir a nuestra reunión de clase. De verdad me equivoqué contigo —le espetó Ivón a Hilda.
Al escuchar eso, Hilda se quedó desconcertada porque no podía entender a qué se refería Ivón.
—¿Cómo te pudo ofender así al encontrarte por primera vez después de años, Ivón? —Yolanda se adelantó y exigió.
Justo cuando Ivón iba a hablar, Leonardo se levantó.
—Muy bien, no hablemos más del pasado. Estamos aquí para charlar y beber, así que seamos amenos.
Solo después de que dijo eso, Ivón cerró la boca.
—¡Qué ridículo!
Yolanda arrastró a Hilda hasta un asiento vacío y se sentó. Jaime, por su parte, se sentó sin contemplaciones al lado de Hilda.
Todos le miraron de arriba abajo, con miradas llenas de desprecio y burla.
—¿Quién es este hombre, Hilda? Esta es nuestra reunión de clase, ¿no es un poco inapropiado traer a un extraño? —le preguntó Michelle a Hilda, rompiendo el silencio.
Lo preguntaba de forma intencional porque quería ver la respuesta de Hilda.
Era como si quisiera saberlo todo sobre Jaime.
—Yo tampoco estoy segura. Acabamos de empezar a trabajar allí hace unos días —respondió Hilda sin expresión alguna, sin ganas de entretenerla.
Sin embargo, Michelle se mostraba cada vez más engreída. Implacable, siguió preguntando:
—¿A qué se dedicaba tu novio antes de ser representante de ventas?
Su objetivo no era otro que obligar a Hilda a hablar del paso de Jaime por la cárcel en un intento de humillarla.
Esa vez, Hilda no dijo nada porque no sabía cómo responder a eso. Después de todo, Jaime acababa de salir de la cárcel, pero ella no podía decir la verdad. Si lo hacía, no solo la ridiculizarían a ella, sino que también humillarían a Jaime.
—¿Por qué dudas en responder? Todos somos antiguos compañeros de clase, así que no hay razón para avergonzarse. Si el trabajo de tu novio no va bien, podemos recomendarle otros trabajos. Pero antes de hacerlo, tenemos que entenderlo primero, ¿no?
A pesar de sus palabras aparentemente melosas, estaba claro como el agua que no pensaba recomendar a Jaime un trabajo. En cambio, quería que Hilda hiciera el ridículo.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El despertar del Dragón