El despertar del Dragón romance Capítulo 60

—¡Ah!

En el interior, Jenifer estaba en medio de algo con el camarero, y parecía que acababan de empezar. Cuando el camarero estaba a punto de gritar, Jaime lo noqueó con un golpe de palma. Después de eso, agarró a Jenifer por el cuello de la camisa.

—¿Dónde has llevado a Hilda?

—Maldito... —dijo Jenifer en cuanto vio a Jaime. Antes de que pudiera terminar, Jaime la agarró por el cuello, sin dejarla respirar, su cara se puso roja mientras sus ojos se llenaban de horror—. Ella está... Está en la oficina —respondió de inmediato.

—Llévame allí. —Él soltó su agarre.

Al ver la mirada asesina en su rostro, Jenifer lo condujo hasta allí sin oponer resistencia. Al llegar, Jaime derribó la puerta del despacho de una patada.

¡Zas!

El estruendoso sonido hizo que el hombre de mediana edad se sobresaltara. En el momento en que irrumpió, vio a Hilda inmóvil en el sofá mientras el hombre que estaba a su lado acariciaba su cuerpo.

—¡Cómo te atreves!

Con los ojos encendidos de rabia, Jaime se apresuró y le dio una patada al hombre, haciendo que saliera volando del lugar.

—Hilda... Hilda...

Jaime se quitó la chaqueta para cubrir a Hilda con ella. Teniendo en cuenta su estado de inconsciencia, sabía que había sido drogada. Por lo tanto, transfirió parte de su energía espiritual al cuerpo de Hilda. Cuando Hilda abrió los ojos y vio a Jaime, exclamó sorprendida:

—¡Jaime!

Al momento siguiente, volvió a perder el conocimiento, los efectos de la droga la habían sobrepasado. Mientras el otro sujeto, estaba tirado en el suelo tras la patada de Jaime. Para entonces, su cara ya se había puesto morada.

—Señor...

Jenifer se apresuró a acercarse y lo ayudó a levantarse. El hombre de mediana edad miró a Jaime.

—Señor Casas, ¿dónde está? —preguntó Tomás en voz baja.

—Estoy en el bar Luz de Luna.

—¿El bar Luz de Luna? —Tomás se sorprendió—. ¿Qué está haciendo allí?

—Matando a alguien.

La fría respuesta de Jaime sonó tan despiadada que provocó un escalofrío en Tomás.

—Señor Casas, el bar Luz de Luna le pertenece a Calvo, que ha estado pagando el dinero de la protección del Regimiento Templario. Iré con mis hombres de inmediato, no tiene que hacerlo usted.

Cuando escuchó la respuesta de Jaime, Tomás supo que alguien en el bar Luz de Luna debe haber sacado de quicio a Jaime.

—¡Claro! —aceptó Jaime antes de terminar la llamada, luego tomó asiento en el sofá para esperar.

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