El despertar del Dragón romance Capítulo 63

Cuando Jaime llevó a Hilda a casa, se dio cuenta de que Claudia seguía en su casa charlando con sus padres. Había planeado dejar que Hilda recuperara la compostura antes de enviarla de vuelta. Pero ahora, los habían visto. En el momento en que vieron a Jaime y a Hilda llegar juntos a casa, Claudia y Gustavo se sorprendieron. Solo la ciega Elena era ajena a lo que acababa de ocurrir. Preguntó:

—Jaime, has vuelto. ¿Por qué has llegado tan tarde a casa?

Gustavo se apresuró a dar un tirón de la mano a Elena.

—Jaime está con Hilda, han vuelto juntos.

Gustavo transmitía alegría cuando hablaba. Cuando Elena lo escuchó hablar, su cara se iluminó de alegría.

—Jaime, podías decirnos que ibas a ver a Hilda. No hay necesidad de ser tan reservado al respecto. ¿Intentas darnos una sorpresa?

Justo cuando Jaime intentaba explicarse, se dio cuenta de que no sabía ni por dónde empezar. Claudia se dio cuenta de que Hilda tenía un aspecto desfavorable, como si acabara de llorar antes. Frunciendo las cejas, preguntó:

—Hilda, ¿has tenido que trabajar hasta tarde? ¿Por qué has llorado? Además, apestas a alcohol.

Bombardeada por las preguntas de Claudia, Hilda entró en pánico y se quedó sin palabras.

—Señora Valbuena, Hilda no estaba trabajando horas extras. Solo se fue a beber con sus colegas. Sin embargo, algunos de ellos intentaban emborracharla. Por suerte, yo estaba allí, así que la traje conmigo. —Jaime se inventó rápido una historia.

En cuanto lo escuchó, Claudia se puso de pie y revisó el cuerpo de Hilda. Con una mirada de preocupación, se quejó:

—¿Qué clase de colegas son? ¿Cómo pudieron hacerte beber si sabían que tienes poca tolerancia al alcohol? Han ido demasiado lejos.

Al ver lo preocupada que estaba su madre, Hilda no pudo contener más sus emociones. Abrazando a Claudia, rompió a llorar de nuevo.

—Mamá, yo...

—Suficiente, duérmete ya.

Sin preocuparse por lo que Jaime tenía que decir, Elena se marchó. Jaime estaba en un dilema. Siempre había tratado a Hilda como una hermana y nunca había tenido sentimientos románticos por ella. Pero ahora no tenía idea de cómo decírselo a sus padres. Sacudiendo la cabeza con resignación, Jaime volvió a su habitación. Por el momento, no podía volver a Bahía Dragón porque no quería enfadar a sus padres. A la mañana siguiente, Elena le gritó:

—Jaime, levántate rápido y vístete presentable por una vez. El Señor Salcedo se ha tomado el día libre a propósito.

—Lo sé —respondió Jaime mientras abría los ojos.

Tras tomar un sencillo desayuno, los tres salieron de casa apresurados. Llamaron a un taxi y se dirigieron juntos a la casa de Francisco.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El despertar del Dragón