Francisco vivía en Jardines Fénix, que era una famosa zona residencial de Ciudad Higuera. Como las casas allí costaban al menos un millón o más, era un lugar fuera del alcance de la gente común.
—Jaime, cuando lleguemos, recuerda ser amable y comportarte con respeto. Después de todo, le estamos pidiendo ayuda. Teniendo en cuenta tu situación, no es fácil conseguir un trabajo, ya que la mayoría de las empresas no están dispuestas a contratar a exconvictos. Por lo tanto, tienes que ser consciente de...
En el auto, Elena no dejaba de insistir a Jaime, preocupada por si cometía un error. Volteando desde el asiento del copiloto, Gustavo le puso fin.
—Ya está bien. No hay necesidad de seguir insistiendo en ello. ¿Y qué pasa si ya ha estado en prisión? ¿Significa eso que no sea alguien de confianza? Soy amigo de Francisco desde hace mucho tiempo, esto no va a ser un problema.
Le preocupaba que la insistencia de Elena exasperara a Jaime, sobre todo cuando se trataba de su paso por la prisión. Después de todo, no fue su culpa que terminara allí.
—Ya que los dos son tan unidos, ¿por qué no ha venido a verte en los últimos años? No es que no sea consciente de lo mucho que hemos sufrido.
Elena estaba molesta. Cuando Jaime estuvo en prisión, su situación de vida se vio bastante afectada. Incluso entonces, Francisco no aparecía por ningún lado.
—Deja de culparle, ya que nunca le he hablado de ello, y tampoco sabe dónde nos quedamos. De todos modos, los dos hemos pasado muchas cosas juntos. En aquel entonces, cuando hubo una granada perdida durante el entrenamiento, me lancé y la aventé lejos, si no, hoy no estaría vivo.
En ese momento, una mujer de mediana edad entró desde la cocina con un plato de frutas. Llevaba un traje con una camisa blanca debajo. Combinada con unas medias de color rosa claro y unos tacones altos, era una mujer con clase. El ligero maquillaje que llevaba la hacía parecer más joven que su edad. Era la esposa de Francisco, Frida Lara. También era la directora de ventas de la empresa que poseían.
—Francisco, ¿quién es este camarada tuyo? He oído que muchos de ellos se han hecho ricos. Deberías reavivar tus relaciones con ellos y conseguir que nos ayuden. Con su ayuda, podríamos superar esta crisis que pasamos. De lo contrario, al ritmo que van las cosas, iremos a la quiebra —dijo Frida con un tono sombrío mientras colocaba las frutas sobre la mesa.
—No te preocupes por eso. Esta vez, es mi antiguo líder de escuadrón el que está de visita. Hace años que no lo veo, será mejor que seas amable —espetó Francisco.
—¿Líder de escuadrón? Puede que ya sea rico. Recuerdo que me contaste que te había salvado la vida una vez, y que se unió al gobierno cuando dejó el ejército —comentó Frida.
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