El despertar del Dragón romance Capítulo 69

Sin embargo, en el momento en que extendió la mano, Jaime se la agarró.

—Te pagaré lo que te debe, así que mantén tus manos lejos de ella —advirtió Jaime con calma.

—¿Tú? —El líder escudriñó a Jaime. Cuando vio que el traje de Jaime no costaba más de doscientos, se mofó—: ¿Sabes cuánto nos debe?

—Un millón —respondió Jaime.

—¡Argh! Más que eso —se burló el líder.

—¿Cómo puede ser eso? La semana pasada me dijiste que solo tenía que devolver un millón —cuestionó Hilda sorprendida.

—Eso fue la semana pasada. ¿Te has olvidado de los intereses? Ahora es un millón trescientos mil, y ni un céntimo menos —declaró el despreciable hombre con una sonrisa de satisfacción.

Hilda se quedó estupefacta al ver que su deuda había aumentado en trescientos mil en una semana. Aunque fuera una máquina de imprimir dinero, no sería capaz de seguir su ritmo.

—Bien, te pagaré un millón trescientos mil —contestó Jaime sin rodeos.

El líder se quedó atónito ante la facilidad con la que Jaime aceptó. Hilda tampoco podía creer lo que escuchaba mientras miraba a Jaime con incredulidad.

—Jaime, ¿de dónde vas a sacar el dinero?

Hilda sabía que era imposible que Jaime tuviera tanto dinero, dado que acababa de salir de prisión y ni siquiera tenía trabajo. Cuando el líder escuchó las palabras de Hilda, miró con odio a Jaime.

—Chico, ¿estás seguro de que tienes el dinero? ¿Sabes cuáles son las consecuencias de meterte conmigo?

Justo cuando hablaba, el hombre desenfundó una daga. Al ver la daga, Hilda palideció y se mantuvo cerca de Jaime.

—Cumpliré mi palabra. Todo lo que tienes que hacer es venir conmigo al banco donde retiraré el dinero.

Sin inmutarse por las amenazas, Jaime permanecía bastante calmado. Cuando el hombre vio lo sereno que estaba, no pudo evitar admirar su valor.

—Recuerda, no intentes nada raro. Te estaremos esperando afuera —advirtió el líder.

Haciendo caso omiso de sus palabras, Jaime entró directo al banco. Teniendo en cuenta lo lleno que estaba de gente, Jaime no tuvo más remedio que hacer fila.

—Señor, puede utilizar el cajero automático para sacar dinero, no es necesario que haga fila —dijo un amable empleado del banco.

—Voy a retirar una gran suma que el cajero no me permite —respondió Jaime con una sonrisa cordial.

—Señor, ¿puedo saber cuánto dinero pretende retirar? —preguntó el empleado.

—Más de un millón.

Justo cuando habló, las personas que hacían fila ante él se dieron la vuelta. Después de todo, un millón era una suma enorme.

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