El despertar del Dragón romance Capítulo 77

Santiago lanzó una mirada a Jaime detrás de María, ante la cual un destello de desdén cruzó sus ojos. Luego, tomó la mano de María y comenzó a avanzar a grandes pasos. Jaime solo pudo seguirles la pista mientras Santiago y María susurraban entre ellos.

—Si no quieres que trabaje aquí, lo suspenderé durante la entrevista más tarde. De todos modos, hoy yo haré la entrevista —murmuró Santiago.

—No lo hagas demasiado obvio. De lo contrario, mi padre me molestará otra vez si se queja con su padre. Acaba de salir de prisión, así que recházalo por ese motivo —dijo María en voz baja, acercándose a su oído.

Temían que Jaime los escuchara, pero sin saberlo, Jaime captó toda su conversación. Al fin y al cabo, su oído era mucho más agudo que el de la mayoría de las personas. Detrás de ellos, el hombre se rio con frialdad.

«Me importa un bledo si puedo pasar la entrevista. Solo estoy cumpliendo las formalidades».

Cuando llegaron a la planta donde se encontraba el departamento de ventas, María señaló a Santiago y le dijo a Jaime:

—Ve con él, recuerda lo que te he dicho. ¡No le digas a nadie de aquí que me conoces!

Jaime asintió con la cabeza antes de seguir a Santiago hasta la oficina donde se haría la entrevista. Para entonces, ya había una multitud esperando fuera, todos allí para una entrevista. Al tratarse de un grupo empresarial, estaba bien pagado y ofrecía grandes beneficios. Por eso, mucha gente quería entrar en la empresa, incluidos los licenciados de prestigiosas universidades.

—Espere fuera. Alguien lo llamará más tarde.

Santiago entró en el despacho tras decir eso. Jaime, por su parte, se sentó en una silla.

—¿Tú también estás aquí para una entrevista, amigo? —preguntó un joven con gafas sentado a su lado.

—Sí. —Jaime asintió.

—¿A qué universidad fuiste? Sé que muchos de los entrevistados esta vez son graduados de universidades de renombre. Mira a esa chica con vestido. Escuché que viene de una de las mejores Universidades. También ese hombre con mochila se graduó en una gran Universidad —dijo el joven con la envidia escrita en su rostro.

—Yo asistí a la Escuela de Negocios Costa de la Bahía. —Jaime le dedicó una leve sonrisa.

Sorprendido, el joven exclamó:

—¿Te graduaste en Costa de la Bahía? ¡En verdad alabo tu valentía por venir aquí a una entrevista cuando has asistido a ese instituto! Es incluso peor que si yo viniera de la Escuela Profesional Cielo Azul. —La mirada del joven era de presunción.

Asintiendo, la joven se dio la vuelta y entró en el despacho. Todos miraron a Jaime como si fuera un idiota.

«¿Cómo es posible que lo entrevisten si lleva un traje tan anticuado y ni siquiera ha preparado un currículum para la entrevista?».

El joven que había estado hablando con él lo miró con extrañeza. De repente, le susurró:

—¿Tienes contactos aquí y por lo tanto estas despreocupado, amigo?

Jaime se sobresaltó, sin saber por qué le hacía esa pregunta.

—Debes tener contactos. Si no, ¿por qué vendrías sin un currículum? Además, he podido comprobar de un solo vistazo que la persona que te ha traído antes es un alto ejecutivo. No me extraña que estés tan tranquilo.

Con una sonrisa congraciada, el joven sacó del bolsillo una caja de chicles y se la ofreció. Jaime lo aceptó sin dudar y se echó uno a la boca.

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