EL ERROR QUE CAMBIÓ NUESTRAS VIDAS romance Capítulo 67

Conrado tomó la invitación que le había llegado de Graymond Ballmmer, la giró entre sus dedos, mientras fruncía su ceño, sin entender lo que estaba ocurriendo.

Él había sabido desde hace dos semanas que estaban programando un evento de empresas Balmmer en la ciudad, pero ellos no habían sido invitados, ni siquiera Salomé que tenía la fundación y que se dedicaba a patrocinar eventos que tuvieran como objetivo ayudar a los menos favorecidos.

—Dino, no entiendo ¿Por qué esta invitación repentina y de última hora? Hasta donde sé las invitaciones para este evento las enviaron hace dos semanas y ni aquí ni a la fundación llegó ninguna, y ahora faltando cuatro días para el evento, las traen, esto es muy extraño y sabes que a mí no me gusta ser la última opción —dijo Conrado tirando la invitación a un lado.

—Señor Abad, esto dice que las invitaciones son especiales, quizás por eso tardaron en traerlas —pronunció Dino, pero Conrado negó.

—No Dino, ese argumento no me convence —pronunció con firmeza.

—Por cierto, a su hermana y al señor Joaquín le extendieron también una invitación especial, como usted está encargándose de la empresa del señor Román, llamé a la secretaría de presidencia y dentro de las novedades está esa invitación para ellos dos… cuando entregaron la invitación pidieron que confirmáramos esta misma tarde ¿Van a ir? —interrogó Dino.

—Es extraño, pocos saben de la relación entre Joaquín y Cristal. En cuanto a lo de asistir, mi esposa y yo no iremos, tampoco mi hermana y Joaquín, él está en un proceso de recuperación, ahora es que está recobrando su confianza y no quiero que ningún factor externo lo vaya a afectar y a echar para atrás todo lo que hemos logrado con él, llama y diles que no iremos, que muchas gracias —señaló de manera enfática Conrado.

—Señor, pero esa negativa puede ser vista como un desprecio hacia el señor Balmmer, sabe que estamos optando por hacer algunos contratos con ellos y puede afectar a la empresa —comenzó a debatir Dino.

Ante sus palabras, pensó que había convencido a su jefe cuando lo observó pensativo, sin embargo, segundos después y contra todo pronóstico, terminó haciendo algo que no se había esperado.

—¿Desprecio? Lo que ellos han hecho es peor, porque invitarnos a última hora es un insulto, y si piensan que porque estamos participando de las ofertas para hacer contrataciones con Balmmer pueden hacernos eso ¡Se equivocan! ¡Retira nuestra empresa de las oferta! —exclamó con firmeza.

La sorpresa de Dino fue tan notoria que terminó con la boca abierta porque no podía creer la decisión que estaba tomando su jefe.

—Hombre cierra la boca, se te meterán las moscas, y dime de una vez lo que estás pensando, para que te pongas a trabajar, porque últimamente te he visto demasiado distraído ¿Te pasa algo? —interrogó con suspicacia.

—¿A mí? ¿Distraído? No, señor, estoy trabajando como siempre, y mi sorpresa es que usted se esté negando a continuar su relación empresarial con uno de los hombres más poderosos del mundo, esa decisión puede costarnos, hacer que muchas empresas rescindan contratos con nosotros, con todo respeto señor, pienso que debería reconsiderar su decisión, ese hombre es capaz de enfilar todo su poderío y sepultarnos —pronunció Dino con un poco de temor.

—Si cree que puede ¡Qué lo haga! Lo estaré esperando, yo no he llegado donde estoy por ser un cobarde —señaló con firmeza—, no ha nacido el primer hombre sobre la faz de la tierra a quien yo le tema.

En ese momento el celular de Conrado repicó y al ver en la pantalla que se trataba de Salomé, ni siquiera tardó tres segundos en atenderlo.

—Hola, esposa, ¿Cómo estás? ¿A qué debo la agradable sorpresa de tu llamada? —interrogó con voz melosa mientras Dino se quedaba viéndolo.

“Claro, no le temes a ningún hombre, pero sí que le teme a la esposa, se convierte en un perrito faldero, cuando la escucha”, pensó Dino, quien no pudo evitar que una sonrisa de burla se dibujara en sus labios, y como si Conrado tuviera la capacidad de adivinar los pensamientos se quedó viéndolo.

—Espera un momento esposa que le daré unas instrucciones a Dino —tapó el auricular y fijó la atención en su asistente, mientras comenzaba a hablar—, ¿sabes? Ya verás cuando consigas la mujer adecuada, que vas a dejar de ser el hombre estirado que eres, y en ese momento, veremos quien se burla de quién —volvió su atención a la llamada.

“Esposo quiero, hacer un evento para recolección de fondos para la nueva sede de la fundación, quería programarla para el domingo, pero el problema es que creo que las empresas Balmmer tienen una actividad similar para el viernes, y quizás nadie acuda al mío”, pronunció con un tono de tristeza “Entonces, lo haré dentro de dos semanas ¿Qué opinas de eso?”

—Que podemos hacerla para este jueves —propuso sin ningún titubeo, haciendo que Dino abriera los ojos desorbitados por la sorpresa.

“¿Será? ¿No será una provocación? Digo por qué ellos tendrían el suyo al día siguiente del mío ¿Tú piensas que la gente irá?”

—Mira, por lo menos a chismear irán, y debemos aprovecharnos de eso, las invitaciones deben hacer y enviarse hoy mismo, la confirmación de la asistencia en más tardar veinticuatro horas, vamos a preparar una subasta y todo él que confirme su presencia debe por lo menos donar algún objeto con un valor mínimo de diez mil dólares y que se realicen por lo menos ciento cincuenta invitaciones —propuso y la sorpresa se escuchó al otro lado.

“¿Crees que saldrá bien? ¿Me parece demasiado arriesgado? ¿Quién nos preparará los alimentos para esa cantidad de personas y decoración en menos de cuatro días? ¿Las invitaciones? Pienso que es demasiado apresurado”, pronunció en tono nervioso, porque la sola idea de que nada le saliera bien la mortificaba.

—Dino puede ayudarnos con el equipo de aquí, Amador estoy seguro de que no se negará a ayudarnos, ni siquiera Joaquín lo haría, podemos incluso subastar algunas cenas con algunos empresarios y con las chicas más guapas de la ciudad —expuso triunfal y una risita se escuchó al otro lado.

“¿Es en serio? ¿Me dejarías a mí subastar una cena conmigo?”, preguntó Salomé en tono coqueto.

—Por supuesto, solo que yo haría hasta lo imposible por resultar ser el único ganador —pronunció con un tono de picardía.

Las subastas se prepararon para recaudar fondos para la causa de la fundación, y las cenas con empresarios y chicas guapas se convirtieron en el atractivo principal del evento.

El equipo de cocina se movilizó para preparar alimentos para más de ciento cincuenta personas, y los decoradores trabajaron sin descanso para crear un ambiente elegante y sofisticado en el salón de eventos, todo marchaba a la perfección, todos eran optimista de que todo iba a ser tal como lo esperaban.

Por su parte, en el hotel donde se estaba quedando Graymond Ballmer, en su suite, en una de las salas donde estaba haciendo el trabajo de sus empresas, apareció Kistong, su asistente, nervioso.

—¿Qué pasa hombre? ¿Por qué te paras allí como si te fuera a comer? Habla de una vez ¿Qué vienes a decirme? ¿Confirmó la asistencia Conrado y su esposa? —interrogó el hombre fijando su atención en Kistong.

El asistente negó con la cabeza.

—No, señor, lo siento, pero llamaron para decir que no iría al evento.

—¿Se atreven a rechazar una invitación a uno de los hombres más poderosos del mundo? ¿Quién les ha hecho importantes donaciones? ¿Quién carajos se creen ellos? Ponme a Conrado al teléfono —pronunció molesto.

—Señor, la información que tengo es que ellos están organizando una subasta para recaudar fondos para su fundación para el día jueves.

—¿Y por qué ustedes colocaron mi evento para un día después de ese? ¿De quién fue el error? —inquirió con evidente molestia.

—No señor, ese es el problema, ellos organizaron ese evento desde ayer, porque las invitaciones llegaron ayer y en un plazo de veinticuatro horas debía confirmarse la presencia —pronunció en tono temeroso Kistong.

—Entonces confirma mi participación, ellos me tendrán que explicar frente a frente, las razones por las cuales se están declarando mis enemigos —sentenció.

—Ese es otro problema, aun sabiendo que usted está en la ciudad no fue invitado —concluyó Kistong, el rostro de Graymond se tiño de rojo.

—No sé qué vas a hacer, pero quiero antes de que termine el día una invitación para ese evento… o mejor no, quiero que cuando vaya nadie me impida pasar, creo que Conrado Abad, está jugando con fuego y él no sabe con quién se está metiendo —expresó, apretando un puño y golpeando la mesa con fuerza.

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