EL ERROR QUE CAMBIÓ NUESTRAS VIDAS romance Capítulo 66

Desde ese día la actitud de Joaquín cambió, siguió las terapias, intentó hacerse más independiente y aunque aún no había recuperado la vista, estaba dispuesto a luchar por lo que quería y eso era Cristal y Gael.

Decidió que no podía dejarse consumir por el resentimiento y la autocompasión. Aunque la recuperación de su vista pareciera inalcanzable en ese momento, no podía rendirse sin intentarlo una vez más.

Quería demostrarles a sus hijos y a sí mismo, que era capaz de superar los obstáculos y encontrar de nuevo su camino en la vida.

Ese día, con determinación renovada, Joaquín se levantó de la cama, buscó el bastón que tenía al lado, lo tomó, se levantó y se dirigió al baño para asearse. Aunque no podía ver, se esforzó por hacerlo todo por sí mismo, recordando los pasos y movimientos que había aprendido en los últimos días y de la forma que le habían indicado en la terapia, por eso tomó su primera decisión importante: hablar con Amador, le pidió al chofer que lo llevara al hotel donde se estaba quedando, cuando llegó, se anunció en la recepción.

—Me comunica con Amador Aetón, por favor —pidió acompañado del chofer.

Antes de que la mujer le respondiera, se escuchó una voz detrás de él.

—Joaquín Román ¿A qué se debe tu presencia? —interrogó Amador y Joaquín se giró lentamente, hacia el sonido de la voz, pero como no veía no supo que en ese momento la chica estaba frente a él.

—Vine a hablar contigo sobre Cristal… a pedirte que te alejes de ella porque es la mujer que amo, y no estoy dispuesto a perderla.

—¿En serio? Pero eso no fue que le dijiste a ella, hasta donde sé, no dudaste en decirle que amabas a Salomé, entonces ¿Por qué yo debo creerte?

—Lo sé, sé lo que le dije… cometí un error al decirle eso. Me arrepiento de haberla lastimado. Fui un idiota, pero en mi defensa lo hice porque alejarla, le mentí porque no quería atarla a un ciego, ni que mi hijo y ella debieran sacrificarse por mí, pero claro que la amo, durante dos años aun creyéndola muerta, la pensé, la soñé —pronunció con voz temblorosa.

—¿Y qué ha cambiado? ¿Acaso ya recuperaste la vista? —interrogó sabiendo que no era cierto, pero quería que Cristal supiera las razones.

—No, pero ahora lo entiendo todo, alguien me dijo que por no ver, no me hace ni mejor ni peor persona, además, esta ceguera solo es temporal y estoy dispuesto a hacer lo necesario para recuperarla. Por eso te pido que te hagas a un lado para demostrarle a ella, que puedo ser el hombre que merece.

Por un momento se hizo un silencio sepulcral, Amador cruzó mirada con Cristal, ella iba a hablar, pero su amigo la detuvo, negando con la cabeza para que se mantuviera callada.

Unos segundos después suspiró y le tendió la mano a Joaquín.

—Bueno Joaquín, pienso que Cristal es una mujer que merece lo mejor, hace unas semanas te hablé de un trato, donde cada uno hiciera cosas para enamorarla. Te daré una oportunidad, tienes dos semanas para que hagas cosas por ella y la conquistes, si en ese plazo no lo haces me toca el turno de hacerlo a mí —Cristal lo escuchó con una expresión de sorpresa en su rostro y para obligarlo a callar, le pellizco la barriga y él dio un leve gemido—, pero te haré una advertencia, no quiero que la lastimes de nuevo, si lo hacen tendrás que vértela conmigo ¿está claro?

Joaquín asintió con firmeza y le estrechó la mano a Amador en señal de agradecimiento.

—Trato hecho, no la volveré a lastimar, te lo prometo.

El chofer quiso decirle a Joaquín que Cristal estaba allí, pero Amador le hizo una seña colocando su dedo índice en la boca pidiendo que callara y el hombre le hizo caso.

Segundos después salió acompañando a Joaquín, quien no dejaba de sonreír, tenía una sensación de alivio y de esperanza en su corazón que hasta tenía ganas de gritar de felicidad.

Ahora tenía una oportunidad para demostrarle a Cristal lo mucho que la amaba y lo dispuesto que estaba a luchar por ella.

Cristal, por su parte, se quedó impresionada al escucharlo.

—¿Por qué eres así de malo? ¿Por qué le hiciste creer que tú y yo tenemos algo? ¿Por qué no dejaste que le dijera que estaba allí? —preguntó con un tono de molestia.

—No lo hice con intención de lastimarlo, ni de hacerle maldad, pero si para que se sienta amenazado y muestre lo mejor de sí, porque de esa manera él se esforzará por ti, además, no te quejes, será divertido ver todo lo que ese hombre enamorado hará por ti —pronunció con seguridad y de pronto Cristal sonrío.

—Eso es genial, digo por qué quiero ver qué haces tú cuando te sientas amenazado, claro que en tu caso creo que no es teatro, sino muy real —expresó en tono divertido y él frunció el ceño.

—¿Por qué lo dices? —interrogó.

—Gírate de manera disimulada y allí te darás cuenta —articuló la chica.

Sin embargo, la advertencia no sirvió de nada, porque el niño “prudencia” se giró como si fuera Linda Blair en El exorcista y se quedó viendo a Lea que estaba llegando con un hombre, abrazados, y la expresión de Amador cambió en segundos y se dirigió hacia ellos.

—¿Qué piensas hacer? ¡Detente! No te metas en eso.

—¿Qué no me meta? ¿Crees que me quedaré tranquilo mientras me comen el maíz salteado? ¡Por encima de mi cadáver! —exclamó molesto y es que nadie podía negar que era un tóxico.

Cristal soltó una risita al ver la determinación de Amador y sabía que no iba a detenerse hasta enfrentar a Lea y a su acompañante.

—¡Amador, detente! Quizás solo se trate de un amigo, a lo mejor no es ningún novio. Relájate, por favor —le dijo temerosa de que armara un escándalo.

Por breves segundos, Amador se detuvo atendiendo la petición de Cristal, pero cuando vio al hombre besando el oído de Lea, su rostro enrojeció.

—Al diablo con ser civilizado ¡Voy a partirle la cara a ese idiota que está tocando lo mío! —espetó indignado.

Cristal se apresuró a sujetar el brazo de Amador para detenerlo antes de que se abalanzara sobre el hombre desconocido.

*****

Graymond Ballmer, llegó en su jet al aeropuerto internacional de la ciudad de Danoka, apenas entró y fue chequeado, su asistente lo estaba esperando en compañía de Maribel.

—Padrinito, ¡Qué alegría verte! —exclamó la chica sin poder contener la expresión de felicidad.

El hombre frunció el ceño desconcertado.

—¿Cómo supiste que venía? Si mantuve bajo perfil mi llegada —declaró el hombre con un poco de irritación.

—Ay, padrino, no te vayas a molestar con tía madrina, pero ella me dijo que estuviera pendiente de ti, y le prometí hacerlo, por eso estoy aquí… además, necesito tu ayuda, hay unas personas que me están intimidando y quería que me ayudaras a darles una lección —manifestó la mujer con firmeza.

—¿Qué crees que soy? ¿Un matón que va a ir por el mundo golpeando, maltratando o matando a los demás? —preguntó molesto.

—Es que ellos, como son poderosos en esta ciudad, se creen con derecho de maltratar a los otros, no lo tomes como una venganza, sino como un acto de justicia —señaló la mujer.

—¿Quiénes son ellos?

—Joaquín Román, Cristal y Conrado Abad y la esposa de este, ella se llama Salomé Hill —murmuró la mujer y de pronto el rostro del hombre, la miró con interés.

—Kistong ¿Quiénes son esos?

—Los Abad son unas de las familias más poderosas de este país, usted ha hecho antes negocios con él —empezó a decir el asistente y el hombre se quedó pensativo.

—Si lo recuerdo y ¿Salomé Hill?

—Es una mujer que tiene una fundación de ayuda a mujeres en situación de necesidad, usted…

—Le hice una donación, si la he visto en las redes sociales. Extiéndeles una invitación a esas cuatro personas a mi evento, quiero conocerlos personalmente —expresó Balmmer, con un repentino interés, mientras sus ojos verdes se hacían más brillantes y Maribel sonreía feliz, de haber logrado su objetivo, “Un aliado para su causa”.

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