-¿Está loco? ¿Dice que Calle Comercial JL es suyo? ¿Por qué no dices que el espacio entero es tuyo?-
Las chicas miraban a Diego como a un tonto.
Modesto se estaba partiendo el culo por las palabras de Diego, sostenía su vientre por reírse tanto.
¿No sabía qué tipo de lugar que era Calle Comercial JL o qué? ¿Cómo podía haber dicho que era de su pertenencia?
Diego dejó una sonrisa amarga.
Justo en ese momento, su teléfono sonó.
Vio que era una llamada de Juan Muñoz.
-Señor Diego, ¿ya ha llegado?-
-Ya estoy aquí, Juan. Ahora mismo estoy en el vestíbulo de la finca- dijo Diego con calma.
-¡Ah! Bien, bien. Salimos enseguida para recibirle. También está el director Esteban y el director Paulín. Como han oído que venía a invertir en algunos proyectos caritativos y grandes proyectos comerciales, han querido venir para conocerle en persona-
-Bueno… ¡Vale!-
Diego no se había esperado que esos directores iban a venir tan pronto.
Mientras decía sus palabras colgó el teléfono.
Modesto y el resto miraban a Diego con asombro.
-La verdad es que este despreciable actúa muy bien. Madre mía, encima menciona a Juan, si no le conoce, está seguro que se pensarán que tiene alguna relación con el señor Juan-
Las chicas se mofaron.
-Diego, no me esperaba que te hayas convertido en alguien así. Pero francamente, me alegra que te hayas convertido así. ¿Ves cómo te has quedado después de separarte de mí? Ja, ja-
Zeltia sentía un placer especial.
Le gustaba ver a Diego pasar por vergüenza y ser humillados por otros.
Incluso, Zeltia sentía una emoción especial cuando más deplorable era Diego.
De ese modo, demostraba que no se había equivocado, y que separarse de Diego había sido una buena decisión.
Y Diego, después de ser dejado por Zeltia solo caía cada vez más bajo.
Zeltia estaba a punto de llamar a seguridad para que echaran a Diego y ella podría grabar la escena.
Pero en ese momento una chica repentinamente gritó,
-Zeltia, señor Modesto, mirad, ¿por qué está corriendo tanta gente de la finca hacia aquí? El que está en cabeza parece que es el seño Juan, ¿no?-
-Sí, además no solo está el señor Juan, también está el director Esteban y el director Paulín. Todos son grandes personajes de Ciudad JL, ¿por qué vendrán con tanta prisa al vestíbulo?-
-Joder, ¿ese de al final no es mi padre? ¿Por qué está viniendo hacia aquí?-, se preguntó Modesto.
La cara de Modesto de pronto palideció.
Su familia hacía negocios de comercio internacional.
En su primera etapa, había conseguido establecer el negocio apoyándose en el Grupo Negocio JL, y hoy en día ya era uno de los hombres más ricos y famosos de la Ciudad JL.
Era obvio que tenía un estatus honorable.
Aunque su padre le tenía mucho respeto a Juan, tampoco era como para que viniera corriendo.
Y no decir que la primera persona que llevaba la carrera era el mismo magnate de Calle Comercial, Juan Muñoz.
-¿Qué está pasando?-
Modesto se quedó estupefacto.
Zeltia, viendo a la gente que venían corriendo, también se quedó pasmada.
Incluida las chicas, todos echaron un paso hacia atrás de prisa y con mucha confusión.
Solo Diego permaneció de pie en el centro del vestíbulo como si nada hubiera pasado.
-Diego, ¿te estás buscando problemas? El señor Juan está viniendo, ¡vete rápido! Viendo esto, seguro que está alguien poderoso por aquí, ¡lárgate!-
Zeltia gritó con prisa y nerviosismo.
Diego no le hizo caso.
Además, ya era tarde desplazarse en ese momento, Juan ya había aparecido en el vestíbulo con un grupo de personas.
-Hola, Señor Juan…-
Zeltia y las chicas a toda prisa se agacharon para saludar, pero creían que les iba a caer una bronca.
No obstante, fueron directamente ignoradas por Juan y los otros.
Juan se paró enfrente de Diego sin rodeos, y respetuosamente con una sonrisa dijo,
-Señor Diego, le hemos hecho esperar. Déjame presentarle a…-
Un “señor Diego”.
Todo el ambiente del entorno se quedó en tensión.
Sobretodo la cara de Zeltia, que estaba casi tiesa.
-¡Señor Juan! ¿Qu-qu-qué le ha llamado usted? ¿Señor Diego?-
Zeltia se quedó impresionada, como si un rayo se le hubiera caído encima.
El famoso Juan trataba tan respetuosamente a Diego.
¿Acaso lo que había dicho Diego era cierto? ¿Verdaderamente era un rico escondido?
¡Dios mío!
El resto de las chicas estaban tan boquiabiertas que podían haberse tragado un huevo de gallina entero.
Y no mencionar a Modesto que estaba tragando saliva a un lado.
-Sí, él es el director que está detrás de Calle Comercial JL, Diego, el señor Diego. ¿Qué? ¿Por qué seguís aquí? ¿Quién os dado permiso para hablar? ¿Dónde está Oskia?-
Juan vio que sus camareras no eran para nada educadas.
De inmediato llamó a Oskia que estaba detrás suyo.
¡Plaf!
Zeltia levantó la mano y le dio una bofetada a Oskia con crueldad.
-Tú… Zeltia, ¿cómo te atreves a golpearme? ¡Seguridad, seguridad!- Oskia estaba un poco perdida, era la primera vez que había recibido una bofetada.
Zeltia tenía la cara roja, con cara de haber sido tratada injustamente dijo, -¿Por qué no me atrevo a pegarte?-
De pronto, los guardias de seguridad vinieron después de haber escuchado la llamada de Oskia.
Se preparaban para detener a Zeltia.
-¡Voy a ver quién se atreve a tocarme! ¿Sabéis quién soy?-
Zeltia gritó repentinamente.
-Escuchad bien, soy la novia de Diego, es decir, la novia de vuestro señor Diego, ¡ni se os ocurra tocarme!-
Zeltia apretó fuerte sus puños.
Había salido dos años con él, y después de romper con él se enteró de que era un rico.
Zeltia estaba resentida. ¡No había conseguido nada!
¡Encima la pegaron! ¡No iba a quedarse así!
-¿Qué? ¿Novia?-
Al escuchar eso, los guardias de seguridad pararon sus pasos y no se atrevieron a mover.
Juan frunció el ceño al respecto.
Todos enfocaron su mirada hacia Diego.
A decir verdad, Zeltia había conseguido asustar a Diego, “Esta chica es una loca de verdad”, pensó Diego.
Con mucha indiferencia, Diego dijo, -Era, ¡ahora ya no es!-
Como ya había revelado su identidad a Zeltia, Diego estaba determinado a cortar completamente con ella.
Dicho eso, dio la vuelta y se fue.
Por su parte, Juan había entendido lo que quería decir Diego, así que hizo un gesto a los guardaespaldas para que echaran a Zeltia.
-Diego, ¡eres un cabrón! ¡Eres un desalmado! Te has olvidado de quién estuvo contigo dos años cuando eras un pobre. Siempre piensas que eres tú quien ha dado más en esta relación, reconozco que romper contigo ha sido mi culpa, pero ¿qué hay de ti? ¿Has pensando que en esos dos años nunca te obligué a comprarme cosas caras? ¡Todo eso me lo compraste voluntariamente!-
-Además, en ese momento, ninguna chica se había fijado en un pobre como tú, solo yo te acompañaba en los paseos en la universidad y comíamos juntos cogidos de las manos. Tenías la autoestima tan baja que en la primera cita no te atrevías a cogerme de la mano, fui yo quien tomé la iniciativa de cogerte la mano, ¿y ahora me tratas así?-
Zeltia, agarrada por los guardaespaldas, gritaba llorando.
Por su lado, Diego estaba ya casi entrando en la finca.
Al escuchar las palabras de Zeltia, sin darse cuenta detuvo sus pasos.
¿Por qué Diego sentía amor y odio hacia Zeltia todo el tiempo?
Justo eran los recuerdos del pasado, lo que hacían que Diego seguía deseándole buena vida a Zeltia, no importaba cómo le trataba ella.
En ese momento, las palabras de Zeltia habían atinado a la debilidad de Diego, así que lentamente giró la cabeza…
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