Las horas se me han hecho eternas mientras trabajaba en los planos de los nuevos proyectos que tenemos por delante. Cruzarme con ella en la oficina se ha vuelto una tortura, lo único que quiero hacer cada vez que la veo es besarla, pero las palabras de David me persiguen y me convenzo de que disimular es lo que debemos hacer ahora.
Afortunadamente, el reloj se ha apiadado de mi y ya el día laboral termino. Ella me pidió que me adelantara y que llegaría mi departamento en un rato, me dijo que debía hacer algo antes, pero por alguna razón no me quiso decir que era.
Me he dedicado la ultima hora a cocina un pollo con papas al horno, no es un plato de principiantes, pero tampoco uno de expertos, me atrevería a decir que es un intermedio. Pongo la mesa, saco la botella de vino y mientras la comida termina de hacerse, me sirvo una copa de vino y espero pacientemente a que ella llegue.
No pasan ni veinte minutos cuanto llaman a la puerta y sin soltar mi copa voy a abrir. Sonrio de inmediato al verle frente a mi con ese hermoso vestido que llevaba puesto hoy y que tan hermoso le quedaba. —Buenas noches.— Digo con entusiasmo.
Ella me sorprende quitándome mi copa de vino y bebe un sorbo —Exquisito.— Dice divertida —Buenas noches guapo.— Contina y sin regresarme mi copa, ella cuela sus brazos por mis hombros y se pega a mi —¿Ahora si puedo besarte bien o me dirás que me detenga?— Cuestiona haciéndome reír.
—Puedes hacerlo, aquí no hay nadie que nos pueda interrumpir, solo la comida que esta en el horno.— Bromeo
—Mmmm interesante.— Murmura y comienza a besarme lentamente mientras que vamos entrando al departamento y con la ayuda de mi pie cierro la puerta detrás de mí. Sus besos son una deliciosa tentación a continuar, pero es ella quien se separa —Creo que cenaremos primero.—
—Creo que será lo mejor.— Afirmo y ambos sonreímos de manera cómplice mientras nos separamos.
Me encanta el térnela en mi casa, me gusta que haga un recorrido por el salón e inspeccione los adornos que tengo, los cuadros que cuelgan en la pared y hasta mi colección de DVDs. —Me gusta tu estilo.— Dice y observa una pequeña escultura que traje de uno de mis viajes a Roma. —¿Te gusta viajar?— Me pregunta volteando a mirarme.
Asiento de inmediato —Mucho ¿y a ti?—
—También, me quedan muchos sitios donde ir aun.— Me deja saber y observa una foto de mis padres. —¿Tus padres?— Me pregunta mostrándome el portarretrato y sonrió.
—Si.—
—¿Dónde viven?—
Su mirada en estos instantes se fija en mi de una manera especial, tanto que me distrae mucho —¿De verdad querrías algo así?— Me pregunta como si fuese una cosa impensable.
Termino de servir su plato, se lo entrego y luego comienzo a servirme a mi —Hermosa, yo no te quiero solo para pasarla increíblemente bien cuando estamos en la cama eh.— Le advierto y su mirada en estos momentos es indescriptible.
—¿Ah no? Y dime... ¿para que otras cosas me quieres?— Me pregunta en un tono sensual que me hace sonreír.
Ordeno las palabras en mi cabeza y le miro fijo —Te quiero para que te hagas de mi departamento, para que cambies lo que quieras de aquí, te quiero para que juntos aprendamos a cocinar y luego formemos un guerra en la cocina, te quiero para cosas muy buenas y otras un poco más prohibidas... — Digo y sonrió ante esto último —Te quiero para un para siempre y no para un rato, yo no sé si tú quieres lo mismo, pero al menos esas son mi intensiones. No sé qué creas de eso.— Digo un poco más nervioso que de costumbre y ella no dice ni una palabra.
Mis nervios se hacen cada vez mayores, pero repentinamente ella se pone de pie y se acerca a mi para luego tomar mi rostro entre sus manos y besarme —Digo que me encantan tus planes.— Dice sobre mis labios —Luchare porque se hagan realidad pronto, por ahora podemos ver esa parte de las cosas un poco mas prohibidas que quieres conmigo.— Sugiere de manera sensual y rio.
—Después de la cena te cuento de que se trata.— Respondo divertido y le vuelvo a besar para que luego ella vuelva a su silla y cenemos entre conversaciones que nos hacen conocer aun mas.
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