El Invitado de La Boda romance Capítulo 49

Las cuatro paredes de esta habitación de motel de paso donde se viene para solamente una cosa, está siendo testigo de la cuenta pendiente que había entre nosotros dos en esta ciudad. No hay reservas en nuestra manera de amarnos, por momentos es ella quien toma la iniciativa y por otros momentos soy yo quien lo hace haciendo que la locura se apodere de nosotros dos. Su boca me besa sin piedad y la mía simplemente responde mientras que mis manos van guiando sus movimientos encima de mí. Respiro de su cuello por un momento y entre tanto, uñas me arañan suavemente los brazos mientras que sus caderas siguen ese ritmo circular que me vuelve loco.

El espejo que hay en el techo me hace mirarla por un momento desde allí y somos absolutamente perfectos cuando estamos juntos. Ella echa su cabeza hacia atrás para poder mirar también y sonríe —quiero uno de estos en nuestra casa. — bromea y vuelve su boca a la mía para besarme con más urgencia.

—Podemos ponerlo si quieres…— digo sobre sus labios —tu pide por esa boca…— continúo diciendo y sus movimientos ahora cambian haciéndome perder la poca razón que quedaba en mi —me estas matando…— le digo entre jadeos.

—Te quiero a ti… quiero un hijo tuyo. — dice firme y de inmediato llevo mi mano sobre su nuca para hacer que me mire.

La acerco a mis labios y pasando uno de mis brazos por su cintura, hago que giremos hasta que ahora soy yo quien queda encima de ella —te amo. — le digo con desespero y vuelvo a entrar en ella de un solo movimiento haciendo que gima.

Mis movimientos esta vez son más precisos, más profundo, son de esos que buscan alivio y con sus manos aferradas a mi espalda, me voy moviendo en ella hasta que el placer se convierte en éxtasis y el éxtasis en un “te amo” mutuo que nos decimos mientras intentamos recuperarnos.

[…]

Aun nuestras respiraciones están algo agitadas y puedo sentir los fuertes latidos de su corazón mientras que ella esta abrazada a mi después de lo ocurrido. Nos miró completamente desnudos en el espejo que hay en el techo y sonrió como un completo imbécil —¿de verdad quieres uno de estos espejos en la casa? — pregunto divertido y ríe.

—¿Te imaginas? — cuestiona.

—Definitivamente sería interesante…—

—¿Podrías dormir? — me pregunta con picardía haciendo que ría.

—No… definitivamente no… ya me provocas sin uno de estos espejos, imagínate lo que sería con eso. — respondo entre risas.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Invitado de La Boda