(Horas más tarde)
Ya son más de las siete de la tarde cuando escucho la puerta principal abrirse mientras que meto el pollo al horno y a los pocos segundos escucho sus pasos en la sal —¡amor! llegue finalmente— me deja saber y al darse cuenta que estoy aquí sonríe —chef y todo…— comenta y cuando pienso que se acercara a mí, ella simplemente se deja caer sobre el sofá y se quita los tacones que traía puestos.
—¿Todo en orden? — cuestiono y me voy acercando a ella después de dejar el repasador sobre la encimera.
—Encontré el vestido para nuestra boda, pero no puedo ni con mi alma del cansancio que tengo— se queja haciéndome reír y sin que ella se lo espere, me ubico encima de su cuerpo en el sofá y la aprisiono entre mis brazos —¡amor! — se queja entre risas —que me aplastas— continua, pero yo simplemente hago que giremos un poco y quedemos acostados de lado mirándonos frente a frente.
—¿Mejor así? — pregunto y asiente.
—Mucho mejor, ¿y a ti como te fue hoy? — indaga.
—Bien, avanzando con todo lo de la licitación y con mi suegro muy feliz por lo nuestro— comento divertido y ríe.
Sus dedos lentamente se enredan en mi cabello y juega como tanto me gusta que lo haga —sabes… fue muy raro ir a buscar otro vestido de novia… no se es que hace apenas unos meses use uno y ahora en pocos días vestiré otro…—
—¿Te estas arrepintiendo? — le pregunto un poco preocupado.
—No, en absoluto, pero… ¿a ti no te parece extraño? — cuestiona y sonrió.
—¿Qué cosa? ¿Pasar de ser el invitado de la boda a el novio? — pregunto y reímos juntos.
—Exactamente eso. — responde divertida y niego.
—No, no me parece extraño… en realidad me parece increíble, el día que te vi antes de tu boda, me enamoré a primera vista y deseaba con todas mis fuerzas ser yo quien estuviera esperándote en el altar y mira… el destino hizo lo suyo y en algunos días, tu y yo estaremos casándonos. — confieso y sus brazos me amarran a ella haciendo que nuestros cuerpos se acerquen aún más si es que eso es posible.
—Te amo— susurra sobre mis labios y cuando quiero besarla, ella acomoda su rostro sobre mi pecho y sonrió.
—¿Qué sucede? — pregunto rodeándola con mis brazos.
—Quiero dormir… es que tu no me dejas cumplir con mis ocho horas de sueño. — se queja haciéndome reír.
—No te quejabas de eso hasta ahora. — comento y ríe.
—No, pero hoy si… camine demasiado, me probé demasiados vestidos y por si fuera poco, mi madre me llevo con otra wedding planner amiga suya. —
—¿Wedding planner? — cuestiono con interés.
—Dice que no podemos simplemente casarnos en una capilla de Las Vegas con la decoración que ellos nos dan, entonces le pidió a su amiga que se encargara de todo eso y me tuvieron todo el día preguntado de la decoración, de que queríamos, etcétera… etcétera…— me explica cerrando sus ojos.
—¿Te vas a dormir ya? — pregunto entre risas.
—Un poquito nada más… cuando este la cena me despiertas, ¿sí? — me propone y rio.
—Está bien, ¿te molesta si mientras miro una película? Cuestiono y niega.
—No, solo despiertamente cuando este la cena porque tengo hambre. — me pide.
—¿Viajaremos? — me pregunta un tanto sorprendida y sonrió.
—Claro, tengo que llevarme a la futura señora Daniau a un sitio muy romántico donde disfrutemos de nuestro amor y quien dice y regresemos tres y no dos…— murmuro y la manera que me mira en estos momentos, me derrite.
—¿Dónde quisieras que fuéramos? — indaga.
—¿Hawái? ¿Europa? ¿Algún país asiático? No sé, dime tu dónde sueñas con ir y ser muy feliz. —
—Yo ya soy feliz contigo en cualquier parte. — comenta.
—Eso es muy romántico preciosa, pero insisto… ¿Dónde quieres que vayamos? —
—Donde haya playa, sol… y que tu no tengas que llevar camiseta puesta. — me dice haciéndome reír.
—¿Y eso? —
—Es que eres un paisaje digno ser admirado todo el día…— murmura y me da un tierno beso para luego volver a acomodarse sobre mi pecho.
—Entonces iremos a Hawái para que tú puedas según tu admirarme y yo pueda hacer lo mismo contigo y tus sensuales trajes de baño, ¿te parece? — propongo y sonríe.
—Me encanta…— responde sin dudarlo y al ver que sus ojos vuelven a cerrarse, beso su cabello tiernamente.
—Descansa, mañana seguimos con esta charla. — le susurro y ella simplemente asiente para al poco tiempo quedarse dormida abrazada a mí.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Invitado de La Boda