15 días después: 7 de noviembre, 2018
Las Vegas, Nevada
No puedo creer que se va acercando la hora de unir mi vida a la de ella, nos veo entrar a nuestra habitación en el increíble hotel Venetian y no puedo dejar de pensar que hace pocos meses atrás, ella y yo entrabamos aquí como dos simples compañeros de trabajo, por llamarlo de alguno modo, que terminaron convirtiéndose en amantes y de amantes pasamos a ser esto… dos locos enamorados que quiere ser felices estando juntos para siempre.
Ella deja su bolso sobre uno de los sillones de la sala de esta suite y rápidamente va hacia la cama y se acuesta abrazándose a la almohada —amo la cama de este hotel— me dice haciéndome reír y sin poder evitarlo, dejo las maletas a un costado de la habitación y me acuesto junto a ella.
—¿Te diste cuenta que este hotel fue testigo de nuestra primera noche juntos? — le pregunto pasando mi brazo por su cintura y la acerco a mi lentamente.
Es increíble esta sensación de tenerla así conmigo en medio de esta paz después de la tormenta que fue entregar esa licitación al límite del tiempo estipulado ayer, pero valió la pena… ahora solo queda esperar por los resultados mientras que yo disfruto de este increíble momento de mi vida.
—Sí, me di cuenta… este hotel sin dudas será siempre especial para los dos. — respondo acomodándose de lado para que quedemos frente a frente.
—Deberíamos regresar todos los años, ¿no crees? — propongo y sonríe.
—Me encantaría, aunque creo que se nos complicara un poco el año que viene…— comenta de la nada y no entiendo de que habla.
—¿Ya tenemos planes o algo así para el año que viene? — le pregunto un tanto confundido.
—Pues todo depende de a que llames planes…— responde.
—No sé de qué me hablas, creo que me perdí — bromeo.
Ella sonríe mientras lleva sus manos a mi rostro y me acaricia levemente —te lo pensaba decir el día de tu cumpleaños después de la boda, pero no se ya como disimular las náuseas…— dice y creo que mi mente me está haciendo una mala jugada.
—¿Es lo que yo creo? — pregunto con una estúpida sonrisa tatuada en mi rostro y hace un gesto extraño.
—Si lo que imaginas es que en algunos meses seremos tres…pues sí, es lo que imaginas. — me dice y es tal mi felicidad, que la abrazo con todas mis fuerzas.
—¡Te amo! — le digo sin soltarla.
—Poquitas semanas cuatro apenas…—
—¿Y ya tienes nauseas? — pregunto sorprendido.
—Yo tampoco me lo explico, pero la estoy pasando fatal— me dice entre risas nerviosas.
—Pobre…— digo divertido y la subo hasta su boca para volverla a besar —es el mejor regalo que me han dado en toda mi vida… tú y este bebé…— le digo con toda sinceridad.
—Vamos a ser papás…— dice con sus ojos cristalizados.
—Increíble, ¿no? — pregunto y asiente… —deberíamos celebrarlo antes de que lleguen nuestras familias— propongo.
—Me parece genial, pero que no se enteren de la noticia hasta después de la boda, ¿sí? — propone y solo asiento con la cabeza para después besarla dejando en claro mis planes para festejar.
Comentarios
Los comentarios de los lectores sobre la novela: El Invitado de La Boda