Él esbozaba una sonrisa, pero era un tanto escalofriante, por lo que He Ruilin retrocedió un paso para separarse de él. Era la primera vez que quería apartarse de su lado.
El timbre de la puerta sonó de nuevo acompañado por una voz.
-¿Hay alguien ahí? Vengo a entregar el vino.
Cuando escuchó que era vino, He Ruilin suspiró aliviada, miró a la puerta y dijo:
—Ya tengo mi vino...
-Es mío. -Zong Jinghao se apoyó sobre la alacena mientras la copa de vino en sus manos se inclinaba, derramando el líquido rojo sobre la mesa; después, frunció el ceño en señal de insatisfacción por el vino y alzó su mirada despacio-. Creo que hay mejores vinos para nosotros, ¿no crees?
-¿P-para nosotros? -He Ruilin no comprendió por unos
momentos.
¿Iba a beber con ella? ¿No estaba enojado con ella? ¿Había cambiado de ¡dea? ¿Al fin había caído en cuenta que ella era buena? He Ruilin intentó ocultar su deleite.
—Iré a abrir la puerta.
Su paso era apresurado. El mesero del hotel estaba parado frente a la puerta con dos botellas de vino en sus manos.
—Tráigalas —dijo ella tras quedar atónita un momento.
—De acuerdo. —El mesero entró con el vino, lo puso sobre la mesa y abrió la botella para servirlo en las copas que había llevado consigo; cuando terminó, volvió a erguirse-. Llámenme si necesitan algo más. Disfruten su estancia.
El mesero se fue y cerró la puerta tras él. He Ruilin se paró frente a la mesa y observó el vino antes de tragar saliva.
-El vino blanco es muy fuerte, creo que el tinto es mejor para situaciones así.
—Me gusta que sea fuerte. ¿Quisieras compartir esta bebida conmigo?
Su semblante se relajó, así que parecía más afable; el rabillo de sus ojos se alzó y sus oscuros ojos brillaban. Era un hombre cautivador. El corazón de He Ruilin dio un vuelco y asintió como si su mente ya no le perteneciera.
-Por supuesto.
Zong Jinghao se inclinó y le entregó una copa que ella agarró. Él ladeó su cabeza hacia atrás y terminó su bebida, algo que He Ruilin mimetizó; no obstante, el vino blanco quemó todo su esófago a diferencia de la dulzura del tinto, por lo que sintió que su estómago dolía.
-Está caliente -dijo molesta, cubriendo su nariz.
Zong Jinghao le sirvió otra copa.
Se decía que el alcohol le daba valor a la gente, quizás era cierto ya que estimulaba el cerebro de las personas y los agitaba. Aquellos con poca tolerancia al alcohol, perderían el conocimiento tras tomar una copa de vino blanco de
graduación elevada.
Con el alcohol aumentando su confianza, He Ruilin recargó su rostro sobre su pecho para escuchar sus potentes latidos. Zong Jinghao no la había rechazado, así que estaba contenta.
-Hao -dijo abrazando su cuello-, te amo.
—¿En serio? —Zong Jinghao le dio otra copa—. Pruébalo.
He Ruilin vio el vino frente a ella y lo agarró, pero en lugar de beberlo, lo regó en el suelo. De inmediato, la habitación se llenó de la fragancia vinosa. Ella apuntó a su propio corazón.
—¿Quieres que te lo pruebe? —Ella rio burlona—. Permíteme demostrártelo.
Entonces agarró la botella de vino de la mesa y fijó su borrosa mirada en Zong Jinghao. Luego, sonrió de manera seductora y se quitó los tirantes de su vestido rojo de seda, dejándolo caer por su cuerpo sin problema para revelar así la tentadora lencería negra que llevaba;
después, inclinó la cabeza hacia atrás y bebió directo de la botella. El intenso alcohol quemó su garganta, pero ignoró el dolor.
Zong Jinghao estaba poniendo a prueba su amor por él y si tan solo pudiera beberlo todo, sin duda se enamoraría de ella. Era seguro que lo haría.
Zong Jinghao volteó un poco la mirada, evitando ver su cuerpo.
¡Ras! La botella de vino cayó de sus manos al suelo; el remanente de la bebida yacía en el suelo junto a las piezas de la botella de vidrio rota. El rostro de He Ruilin estaba enrojecido en tanto caía a la cama.
—No puedo... —Hizo un gesto con la mano—. No puedo acabarlo...
¿Destruir así a esta mujer? Guan Jing ya no podía entenderlo sin importar cuán despiadado fuera en los negocios, pues se asemejaban a campos de batalla donde los débiles no podían sobrevivir. Pero tratar así a una mujer que lo había acompañado era demasiado brutal. Zong Jinghao dio vuelta para verlo de frente.
-¿Entonces te estás oponiendo?
-No -se explicó deprisa, haciendo gestos con la mano-. Solo no creo que sea de su estilo.
Zong Jinghao resopló.
-Renunciaron a su reputación centenaria para cometer tal insolencia. ¿No puedo hacer lo mismo?
Guan Jing quedó boquiabierto.
—¿Qué hizo ella?
Zong Jinghao no quería que nadie más viera el video donde desnudaban a Lin Xinyan.
-Cumple con tu trabajo.
Y entonces, se marchó. Cuan Jing se quedó quieto un momento antes de perseguir a Zong Jinghao y le preguntó:
-¿No les marcará límites?
«¿Quería que solo armaran una escena o en verdad quería que los dos la violaran?»
Zong Jinghao se detuvo por un segundo donde pareció reconsiderarlo, pero no le respondió; sin embargo, Cuan Jing sabía qué quería decir. No les marcaría límite alguno. Entonces suspiró y volvió a la habitación para preparar a los hombres.
Zong Jinghao entró a su auto, pero no se fue de inmediato, sino que se quedó en silencio tras el volante; parpadeó varias veces, pues no podía tranquilizarse en cuanto pensó que Lin Xinyan casi fue violada. Nunca había sentido algo parecido, ni siquiera podía imaginarse lo que haría si He Ruize lo hubiera consumado.
«¡He Ruilin cruzó la línea primero!»
Al final, arrancó el motor y se alejó del hotel.
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