Justo cuando Lin Xinyan quería explicar la situación, la vendedora la interrumpió.
-Qingqing, no la escuches. Trajo a todas estas personas para que destruyeran la tienda, así que apresúrate y haz que los arresten.
Lin Xinyan frunció el ceño, entonces Zong Jinghao le dio a la niña y le dijo:
-Espérenme en el auto.
Él se encargaría de resolver el problema, pero no quería que su hija estuviera aquí. Una cosa era enseñarle a su hijo a ser valiente, pero era diferente con ella. No quería que se viera envuelta en esto porque era niña y ellas son diferentes a los hijos.
Lin Xinyan se encargó de su hija, pero cuando estaba a punto de salir, la detuvo Yao Qingqing, la prima de la vendedora.
-Todo esto pasó por tu culpa -le dijo-. Si te vas, ¿cómo se va a aclarar este asunto?
Zong Jinghao levantó la vista con una mirada fría en su rostro.
-Acláralo conmigo.
Yao Qingqing sintió miedo al momento en que se encontró con los ojos de Zong Jinghao, pues tenía una presencia aún más imponente que la de Bai Yinning. Sus rasgos faciales, indiferentes y afilados eran magníficos, pero inexpresivos; además, emanaba de su interior un escalofrío que hacía que la gente se mantuviera alejada.
-Nosotros somos honestos en nuestras relaciones comerciales. —Qingqing apretó los puños con fuerza—, ¿No les parece que son demasiados?
Zong Jinghao levantó un poco la comisura de sus labios y se burló de manera siniestra; entonces, la vendedora, quien estaba detrás de Qingqing, dijo:
—Deben ser mañosos. Apresúrate y llama al presidente Bai para que venga.
En ese instante, Shen Peichuan salió de la tienda y susurró algo al oído de Zong Jinghao. Yao Qingqing no pudo escuchar lo que decían, pero la tienda estaba destruida y ni ella ni su prima (dos mujeres débiles) podrían ganarles en absoluto. Así, después de pensarlo por un rato, decidió llamarle a Bai Yinning con la esperanza de que la ayudaría a resolver este asunto. «Es obvio que nos intimidan solo porque nos superan en número.»
Mientras tanto, Bai Yinning iba en camino al hotel para recoger a Lin Xinyan y reunirse con el maestro que hace seda de té; no obstante, recibió una llamada de Yao Qingqing.
—¿Qué pasa? —preguntó con indiferencia.
-Ciertas personas destruyeron mi tienda. ¿Podrías venir? —Yao Qingqing bajó la cabeza.
Ella y Bai Yinning se conocían desde la infancia, puesto que crecieron en un orfanato; tiempo después, los adoptaron diferentes familias, así que no fue hasta hace un año que se volvieron a encontrar. Fue Bai Yinning quien le dio un buen local en este centro comercial.
Bai Yinning miró el reloj y accedió a ir, ya que aún tenía tiempo. Sin embargo, no esperaba encontrarse con Lin Xinyan y Zong Jinghao al llegar ahí. La vendedora, quien seguía escondiéndose detrás de Yao Qingqing, levantó la cabeza al verlo llegar.
—Mira, ahí viene. Te dije que el presidente Bai era muy cercano a mi prima. ¿Cómo te atreves a venir a causar problemas?
Yao Qingqing no pudo evitar fruncir el ceño y mirarla cuando escuchó lo que dijo, pues a pesar de que era amiga de Bai Yinning, no quería usar su amistad para causarle problemas. Por otro lado, Bai Yinning siendo tan inteligente, adivinó a grandes rasgos lo que había pasado cuando vio la escena.
—¿Estás bien? —preguntó preocupado al pasar a un lado de Lin Xinyan, mirándola.
Lin Xinyan caminó hasta llegar al lado de Zong Jinghao y
asintió.
-Estoy bien.
No entendía muy bien a Bai Yinning; además, por el bien de sus hijos, no quería que ningún extraño viera que la relación que tenía con Jinghao no era la de una pareja normal. La mirada de Bai Yinning se agitó cuando notó su movimiento, pero se calmó después de un corto tiempo.
Las acciones de Lin Xinyan hicieron que Zong Jinghao, quien había sido hosco, alzara las cejas e incluso levantara las comisuras de los labios.
-Llegó en el momento indicado, pues justo iba a pedirle una explicación, presidente Bai. -Zong Jinghao colocó el brazo alrededor de los hombros de Lin Xinyan y entró a la desordenada tienda.
Shen Peichuan les pidió a sus hombres que limpiaran el sofá al mismo tiempo que Zong Jinghao le pidió a Lin Xinyan que se sentara. Tenía una herida en el pie y estar parada por un largo rato haría que la recuperación fuera más lenta.
La vendedora estaba boquiabierta por completo. «¿Qué está pasando? ¿Por qué ni siquiera le tiene miedo al presidente Bai? ¿Por qué tiene una presencia incluso más fuerte que la del presidente? Bai Yinning es el hombre más poderoso de Baicheng; entonces, ¿quién es este hombre?; además, ¿quién es esta mujer? ¿Por qué el presidente Bai se preocupa tanto por ella?»
La vendedora agarró el brazo de Yao Qingqing con nerviosismo, provocando que esta última sintiera dolor por su inconsciente aplicación excesiva de fuerza; luego, frunció el ceño y miró a su prima.
—¿Por qué te vas con tanta prisa?
-¡Falsificaste todo solo para culparme! -La vendedora se negó con firmeza a admitirlo.
Shen Peichuan no se molestó en preocuparse por lo que decía. Él solo escogió y reprodujo las partes importantes, pero aun así tardó media hora en reproducir la parte en que Lin Xinyan entraba a la tienda.
La vendedora la miró con desprecio al principio, ya que pensaba que Lin Xinyan era alguien que no podía pagar la ropa. Después, la agarró del brazo para impedir que se fuera e insistió en que tenía que comprar el suéter, incluso uso el nombre de Bai Yinning para asustarla y después la llamo mujer de compañía. Pero Lin Xinyan no compró nada y quiso pagarle para acabar con el asunto tras escuchar el nombre de Bai Yinning y, al final, entró el guardaespaldas. Era evidente que la vendedora tuvo una mala actitud y que habló de manera violenta.
-Qingqing... -Todavía a estas alturas la vendedora trataba de rebatir—, Qingqing, todo esto lo inventaron ellos para inculparme. No les creas...
Yao Qingqing se lanzó hacia delante y le dio una bofetada, estaba temblando de rabia.
—Las pruebas son contundentes y aun así, ¿quieres seguir negándolo?
La vendedora se cubrió el rostro, sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa, pues no esperaba que se abalanzara sobre ella para abofetearla, dejándola entumecida.
-Qingqing, en verdad me inculparon. -Ahora, lo único que podía hacer era negarlo hasta el final o, de lo contrario, estaría condenada.
Yao Qingqing apretó los dientes. «A estas alturas, ¿sigue negándose a arrepentirse y a admitir su error?»
-Nadie podrá salvarte si insistes en cavar tu propia tumba.
Yao Qingqing estaba tan ansiosa que mejor decidió calmarse. La persona que su prima «chantajeó» hoy no era alguien común, así que tenía miedo de que el hombre no la dejara libre, aunque ella dejara el asunto por la paz.
-Lo siento. -Yao Qingqing caminó hacia Bai Yinning e inclinó la cabeza para disculparse-. En serio no sabía que usaba tu nombre para chantajear a los clientes solo porque te conozco...
Bai Yinning alzó la mano, pues no quería escuchar su explicación. Sin embargo, seguía sonriendo y miró a Zong Jinghao.
-¿Qué quieres hacer?
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