Zong Jinghao miró a Lin Xinyan, quien estaba sentada en el sofá mientras cargaba a su hija, y le acomodó el cabello detrás de la oreja con delicadeza.
-Nadie puede herir a mi gente y mucho menos intimidarla e insultarla. —Miró hacia arriba con una leve sonrisa, la cual tiraba de su rostro calmado y serio—. Sin embargo, para pagarte el favor de haber salvado a mi esposa, no voy a repartir la culpa por este asunto.
Después de hablar, se detuvo para levantar a su hija de los brazos de Lin Xinyan y dijo:
-Vámonos.
Lin Xinyan tomó una bocanada de aire, pues no esperaba que las cosas resultaran así.
-Espere. —Bai Vinning detuvo a Zong Jinghao, cuya sonrisa que tenía en su rostro se desvaneció un poco—. Muy bien jugado, señor Zong. Convirtió este asunto en algo grande a propósito para así pagarme por haber salvado... -Hizo una pausa cuando iba a hablar de Lin Xinyan—. A su esposa.
Zong Jinghao no negó lo que dijo Bai Yinning porque desde que escuchó que la vendedora seguía enfatizando que el presidente Bai las apoyaba, concluyó que se refería a Bai Yinning. Fue por eso que hizo el asunto más grande a propósito y cuando Yinning se presentó, le hizo el favor de dejar las cosas a un lado para devolverle el favor de haber salvado a Lin Xinyan. No quería que siguiera apareciendo en la vida de Lin Xinyan por el favor que le había hecho.
A continuación, Zong Jinghao acomodó el cuello arrugado de su hija y la miró con una suave sonrisa mientras decía:
—Me siento halagado, presidente Bai, pero lo que pasó es que su gente es muy débil y me dio la oportunidad.
Bai Yinning apretó los puños sobre los reposabrazos, pues tuvo que tragarse este insulto porque, en efecto, había alguien aprovechándose de su poder para intimidar a los demás. Por consiguiente, no podía refutarlo, así que miró a Lin Xinyan y le dijo:
-Siento lo que pasó hoy. -Mientras hablaba, la observó de arriba abajo y vio por qué había venido al centro comercial—. Este centro comercial me pertenece, así que toma todo lo que necesites hoy y yo correré con los gastos. Tómalo como mi compensación hacia ti por el problema que te causé.
-Es muy amable de su parte, presidente Bai, pero mi esposa no tiene la costumbre de gastar el dinero de los demás. -Zong Jinghao lo rechazó primero, antes de que Lin Xinyan pudiera decir algo.
Lin Xinyan levantó la mirada para ver el esculpido perfil de Zong Jinghao. En verdad no esperaba que él tuviera esta intención, pues solo pensó que lo hacía para decirle a Lin Xichen algunas verdades; no obstante, nunca esperó que fuera tan calculador, astuto y depresivo en el fondo. Lin Xinyan forzó una sonrisa educada.
—Gracias, pero no hay necesidad de eso.
Bai Yinning también sonrió.
-Bueno, entonces avísame si necesitas de mí en el futuro.
Me temo que tendremos que posponer nuestra cita con el maestro.
Lin Xinyan entendió que debía ocuparse de este asunto, así que dijo:
-Podemos ir mañana, si estás libre.
-Está bien -le contestó tras pensarlo un momento-, entonces pasaré por ti al hotel.
—De acuerdo. —Lin Xinyan tomó la mano de su hijo.
No regresaron de inmediato. Esta vez, Zong Jinghao siguió a Lin Xinyan en todo momento por miedo a que la volvieran a intimidar. Sin embargo, ella se quejó:
—El hecho de que me sigas así, me hace ver como si fuera un animal raro.
¿Quién iría de compras con su «esposo», hijos y escoltada por un grupo de guardaespaldas? Todos la veían a dondequiera que fuera y eso la hacía sentir muy incómoda.
—Me preocupa que vayas de compras sola —dijo Zong Jinghao con toda razón—. ¿Qué tal si te intimidan de nuevo?
—No soy una niña.
-Pues, hasta ahora, no manejaste bien la situación.
Lin Xinyan se quedó muda y no encontró palabras para refutarlo.
En comparación con la tranquilidad de Zong Jinghao, Bai Yinning estaba furioso por este desastre injustificado. Yao Qingqing seguía diciendo que lo sentía, pero no era lo que él quería. Gao Yuan impidió que la vendedora se fuera de la tienda, así que se quedó de pie junto a la puerta y se encogió de miedo para reducir su presencia, esperando que Yao Qingqing pudiera abogar por ella.
—Qingqing...
—¡No me hables!
Yao Qingqing estaba molesta. La adoptaron en un principio, pero sus padres adoptivos no fueron amables con ella, así que desde luego que esta mujer tampoco era su prima real, sino que la madre de esta prima fue muy amable con ella. Por ejemplo, hubo una vez que sus padres adoptivos la golpearon, la regañaron y la dejaron fuera de la casa sin comida; entonces, la madre de esta prima le dio techo y comida.
-Como ya lo pensaste bien, no voy a disuadirte. Sobre el desastre de aquí...
—Yo puedo limpiarlo. —Yao Qingqing no quería molestarlo demasiado.
—Está bien. —Bai Yinning no dijo mucho.
Al final del día, eran adultos con sus propias ideas y pensamientos.
—Te acompañaré a la puerta -propuso ella. Bai Yinning no se negó, pues había un pequeño escalón en la entrada de la tienda, así que alguien tenía que ayudarlo con su silla de ruedas—, ¿En serio no se puede curar?
Yao Qingqing lo miró con una emoción inexplicable en sus ojos. El hecho de que estuviera discapacitado la molestaba más que al propio Bai Yinning. Cuando lo adoptaron, sus piernas estaban sanas; sin embargo, ahora estaba en silla de ruedas, lo cual seguro se debía a un accidente.
Bai Yinning entrecerró los ojos un poco al recordar el pasado. Antes de sufrir el accidente podía caminar. En aquel entonces, acompañó a Bai Hongfei a inspeccionar una fábrica, pero hubo un incendio que causó una explosión. Así, se lastimó las piernas queriendo salvar a su padre y, por ello, ahora estaba en silla de ruedas.
—Es muy complicado.
La expresión en el rostro de Bai Yinning era la misma, pero esta emoción se avivaba en lo más profundo de su corazón. Después de todo, nadie estaría dispuesto a ser discapacitado y ni siquiera ser capaz de cuidar de sí mismo por completo.
—¿Conoces a la mujer que acaba...?
Bai Yinning la interrumpió.
-Qingqing, no me gusta que las personas me pregunten sobre asuntos personales. -Sabía que quería preguntarle sobre Lin Xinyan.
-Lo siento.
—Deja de decir eso. —La expresión de su rostro se tornó calmada de nuevo.
Mientras tanto, Lin Xinyan se compró unos cuantos conjuntos de ropa antes de regresar al hotel con Zong Jinghao. No volvería a la ciudad B por el momento, pues vería al maestro que sabía hacer seda de té; además, Zong Jinghao también quería averiguar sobre el paradero de He Ruize ahí en la ciudad. Por ello, llegaron a un acuerdo y planearon quedarse ahí unos días más.
Tras bajar del auto y tan pronto entraron al hotel, vieron que había gente esperándolos en el vestíbulo.
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