Zong Jinghao estaba de pie frente al lavabo, tenía las mangas enrolladas sobre sus hombros, la camisa blanca fajada; sus delgadas piernas estaban envueltas en el pantalón, cuyas suaves líneas perfilaban el arco de sus caderas y conectaban con su entrepierna. Todo esto, en conjunto con sus anchos hombros y estrecha cintura, formaban una figura impecable y perfecta.
Un Xinyan echó un vistazo a través de los brazos del hombre y vio que, de hecho, estaba lavando ropa. Era el vestido de Lin Ruixi, el cual se había manchado de sopa esa noche en la cena. Lin Xinyan nunca lo había visto hacer eso, pues como siempre había alguien que se encargaba de todas sus necesidades básicas, él no tenía que hacerlas él mismo. No obstante, en ese momento, él era quien estaba lavando la ropa de su hija y eso se sintió como un gesto sutil. De pronto, Lin Xinyan creyó que en realidad aquello tenía el sabor de hogar, es decir, algo ordinario pero reconfortante; casi sin pensarlo, entró en el baño, se acercó a él para abrazarlo por detrás y presionó el rostro contra su amplia espalda.
—¿Eres un hombre despiadado o cariñoso?
El repentino abrazo hizo que Zong Jinghao se congelara, pero pronto regresó a la normalidad; entonces, miró las manos que envolvían su cintura y enseguida un brillo de felicidad apareció en sus ojos, pero él lo reprimió para no obviarlo a través de su voz.
-¿Por qué lo preguntas?
-Su Zhan dijo que He Ruilin fue encarcelada y que es posible que nunca salga de allí. Tú estuviste detrás de eso —dijo Lin Xinyan con franqueza; luego, hizo una pausa para pensar en cómo reformular su siguiente frase-. En cualquier caso, ella era la que solía estar contigo y, aun así, fuiste capaz de hacerle eso.
Lin Xinyan tuvo la impresión de que Zong Jinghao no había escuchado lo que le dijo y él se concentró en seguir lavando el vestido de su hija; pero en realidad, no era que no lo hubiera escuchado, sino que no quería explicarle. Le había dado muchas oportunidades a He Ruilin; no obstante, ella siguió cruzando sus límites con sus engaños, conspiraciones y complots. La única razón por la que le había creído a esa mujer, fue porque él pensaba en el hecho de que ella lo había salvado antes, ¿y así le respondía?
Lin Xinyan se mordió el labio, dejando una marca de su arcada dental en sus rosados labios. Esperaba que Zong Jinghao pudiera explicarle la razón por la que le había hecho eso a He Ruilin y que le dijera que no era un hombre tan despiadado.
-¿No tienes nada que decirme?
—¿Qué quieres que te diga?
Zong Jinghao se dio la vuelta. Tenía dos botones de la camisa desabrochados, lo cual hacía emerger su fuerte pecho. Tenía la camisa mojaba por haber bañado a Lin Ruixi, así que la húmeda tela estaba pegada a su piel; al inclinarse hacia Lin Xinyan, ella se sintió abrumada por su actitud invasiva y no pudo evitar voltear la cabeza, sin atreverse a mirarlo directo a sus encantadores ojos.
—En el futuro, ¿también me tratarás así a causa de otra mujer? -dudó Lin Xinyan.
A pesar de que él le había hecho eso a He Ruilin por ella, esa mujer era la que había estado con él. No obstante, el hecho de que ese hombre pudiera ignorar su relación pasada y ser cruel con ella, no lo hacía diferente a Lin Guoan, quien fue capaz de abandonar a su esposa e hijos. Lin Xinyan había sido testigo del matrimonio fallido de su madre y de la crueldad de su padre, por lo que siempre había sido insegura, sensible y escéptica ante las relaciones románticas.
Zong Jinghao frunció el ceño, y había cierto titileo en sus pupilas. Luego, se le quedó mirando directo a los ojos.
—¿Crees que soy esa clase de hombre? ¿Soy esa clase de hombre para ti?
-¡No lo sé! —Lin Xinyan apartó la mirada.
-Ja. -Zong Jinghao soltó una suave risita.
Y después, sin darle aviso ni limitarse, la empujó hacia la pared; antes de que Lin Xinyan pudiera reaccionar, él ya estaba recargando su peso sobre ella y presionando con fuerza el suave cuerpo de la mujer contra la pared de mosaico, la cual estaba fría, pero el cuerpo de Lin Xinyan se calentaba con la ardiente calidez que emanaba de el de él.
—¿Qué...? ¿Qué estás haciendo?
En ese momento, la ansiedad e impotencia de ella eran aparentes en su tono. Zong Jinghao le dio un ligero beso en la frente y de inmediato bajó sus labios para presionarlos contra los de ella, los cuales estaban entreabiertos, entonces ya no hubo espacio entre sus bocas. Él percibió un ligero aliento a vino, lo que la hacía adjetiva. Zong Jinghao acarició la lengua de Lin Xinyan con la suya, luego la succionó a fondo. Aquel beso fue doloroso y se sentía más bien como un castigo; ella hizo una mueca de dolor en tanto golpeaba los hombros del hombre con ambas manos.
-Me estás lastimando. Apresúrate y déjame ir... mmm...
Quizás, debido a los grandes movimientos que hacía ella, su cuerpo se estaba frotando contra la parte íntima de Zong Jinghao, quien la estaba presionando contra su cintura. Sin duda, ella sintió ese cambio y su expresión se tornó distinta de inmediato.
-¡Zong Jinghao, eres un bastardo! ¡Suéltame!
La manzana de Adán de Zong Jinghao se movía de arriba hacia abajo mientras retiraba sus labios poco a poco de los de ella. Al alejar su rostro del de la mujer, sus largas y gruesas pestañas rozaron las comisuras de sus ojos, provocándole una sensación de cosquilleo y haciéndola temblar un poco.
-Cada vez que me cuestiones, este será tu castigo -le dijo él al oído, luego se acercó todavía más y, con un tono ambiguo y provocador, continuó-: ¿Te parece justo?
Lin Xinyan no se atrevió a moverse e incluso sostuvo el aliento. Todo su cuerpo estaba tenso por temor a estimular a aquel hombre.
—Después de que me fui, ¿bebiste? —preguntó él en voz baja, sonriente, pues ya había dejado de provocarla.
—Eso lo sabrías, ¿no? —Las pestañas de Lin Xinyan se movieron con un parpadeo; mientras tanto, él levantó las cejas. «¿A qué se refiere?»-. Shen Peichuan y Su Zhan parecen haberse dado cuenta de nuestra relación y me hicieron beber a propósito.
—Se amable conmigo frente a ellos de ahora en adelante -dijo él, torciendo los labios y acercó a Lin Xinyan a sus brazos.
Si ellos supieran que Lin Xinyan no dejaba que la tocara, se reirían a carcajadas de él. Lin Xinyan quería darles a sus hijos un buen ambiente para vivir y, al igual que Zong Jinghao, ella no quería que su vida privada fuera el foco de atención, en especial su vida amorosa.
En ese momento, solo estaba siendo negligente, pues sabía que un hombre orgulloso como Zong Jinghao no hablaría de su vida amorosa con otros.
-Estamos en el siglo 21, no en la preliberación. Solo fue
una noche de sexo casual, espero que podamos olvidarlo y hacer como que nunca pasó. —Qin Ya estaba tan tranquila que incluso Su Zhan estaba sorprendido.
Él era un hombre que le solía galantear, pero nunca había tenido una noche de sexo casual ya que siempre que tenía la necesidad de hacerlo, pagaba por ello, así que solo se trataba de un negocio entre él y la chica con quien estuviera. No obstante, en realidad Qin Ya era de mente más abierta que él, puesto que le dijo que no tenía que hacerse responsable por lo que habían hecho, incluso quería que lo olvidara y que hiciera como que nunca hubiese pasado. «¿Por qué estoy tan molesto?»
-Pues sí pasó, lo recuerdo con mucha claridad. Tú estabas debajo de mí, rodeando mi cuello con tus brazos...
-¡Largo de aquí! -Qin Ya se sintió molesta por lo que Su Zhan dijo.
La vergüenza que estaba reprimida en su corazón, explotó de golpe, estaba tan inquieta que ni siquiera podían hablar al respecto.
-Hay que calmarnos antes de que hablemos -sugirió Su Zhan.
De manera inesperada, este último había visto a Lin Xinyan tan pronto como abrió la puerta de la habitación. Se quedó de pie atrás de la puerta y se quedó mirando la ondulante «colina» que estaba bajo las sábanas, sabiendo que esa mujer debía estar llorando. No había chica que pudiera fingir que nada había pasado después de tener un encuentro de ese tipo; cuando Qin Ya dijo aquello, solo estaba aparentando.
Como Su Zhan no quería ocultarle a Qin Ya que había visto a Lin Xinyan en cuanto abrió la puerta, se lo contó.
-¿Qué?
De forma repentina, Qin Ya se sentó en la cama, con los ojos abiertos de par en par, llenos de conmoción.
«Entonces ahora Lin Xinyan sabe que...» Ni siquiera se atrevía a pensar más allá de eso y las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, pues se sentía avergonzada y llena de odio. «¡Todo es culpa de Su Zhan!»
—¡Me arruinaste! —dijo Qin Ya.
Estaba aferrada a la sábana, tenía todo el rostro enterrado en esta, mientras se escuchaba un sollozo ahogado.
De pronto, en ese momento, se escuchó que alguien llamaba a la puerta de su habitación.
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