Lin Xinyan abrió la puerta solo después de escuchar aquella respuesta que la invitaba a entrar.
En medio de aquella oficina espaciosa y única, había un escritorio rectangular que en ambos lados tenía maniquís que portaban todo tipo de hermosos atuendos formales; frente al escritorio se encontraba una elegante dama de edad avanzada, cuyo cabello blanco estaba recogido en un chongo y vestía un traje. También adornaba su cuello con un collar de perlas, cada una de las cuales era transparente y estaban emparejadas por tamaños. Dicho accesorio hacía un juego perfecto con sus aretes, también de perlas, lo cual hacía que aquella mujer mayor luciera fina.
-Toma asiento.
La señora William tenía una preciosa caja en sus manos, la cual no dejaba de acariciar con cariño; Lin Xinyan la miró y luego, se sentó.
—Señora William, ¿necesita algo?
La mujer colocó la caja en la mesa, pero nunca dejó de tocarla.
—Estoy planeando abrir una tienta en la ciudad B del país Z. Tú estarás a cargo de dirigirla.
Existía una tienda única de LEO desde que el negocio comenzó y esa era la regla: no había otras sucursales en ningún otro país. Además, solo esa tienda recibía pedidos de todo el mundo. Su servicio era personalizado, pues cada atuendo formal y vestido de novia que salía de allí era exclusivo; es decir, que solo había una pieza de esa prenda en todo el mundo. Esa era la razón por la cual LEO era popular entre las mujeres que eran celebridades que se presentaban en alfombras rojas, o entre mujeres que estaban a punto de casarse. Los atuendos que confeccionaban eran esenciales para dichas ocasiones; por lo tanto, estas prendas hechas a la medida eran la opción principal.
-No entiendo, ¿la regla no era que LEO nunca tendría más sucursales?
Lin Xinyan estaba sorprendida de que la ubicación de la nueva tienda fuera a ser la ciudad B del país Z. Ese era el lugar que ella más rechazaba. Nunca dudaría en tomar el puesto si fuera en algún otro país.
—Sin sacrificio no hay beneficio —suspiró la señora William.
La señora William era la fundadora de LEO, así que ella debió haber establecido aquella regla. Además, tenía noventa años, por lo que sus reglas deben haber existido por al menos seis décadas. Entonces, ¿por qué quebrantaría esa regla con tanta facilidad?
-Señora William, ¿hay algunas dificultades a las que se esté enfrentando?
Lin Xinyan se quedó mirando la caja que esa mujer había estado acariciando como si estuviera llena de algún objeto precioso. Sin embargo, esta no parecía estar interesada en seguir hablando del tema.
-Ya lo he decidido -dijo la señora William.
Lin Xinyan supo que algo inusual debía estar sucediendo, puesto que esa decisión había sido demasiado repentina. La ubicación de la nueva tienda también era mucha coincidencia y Lin Xinyan no creía que se tratara de algo tan simple.
«Si no es casualidad, entonces, ¿quién es la persona que quiere que regrese?»
—Lin, si no estás de acuerdo con esto, no habrá ninguna otra empresa que te acepte. —La señora William podía ver la indisposición en su rostro; luego, suspiró y dijo-: Puede que esto no sea algo malo. Después de todo, en ese lugar está tu hogar.
Lin Xinyan agachó la cabeza, sintiéndose conflictuada.
-Señora William, ¿puede decirme por qué ha tomado esta decisión?
-Por esto. -La señora William sostuvo en sus manos la caja ornamental-. Siempre supe quién poseía esto y, sin importar lo mucho que ofreciera por este objeto, esa persona no quería vendérmelo...
La tarde anterior, se reunió con el señor Zong del país Z, quien hizo un trato con ella por esa caja. Él le pidió que abriera una sucursal en la ciudad B del país Z y que Lin Xinyan fuera la persona a cargo de la nueva tienda; también le pidió que le advirtiera a Lin Xinyan que si intentaba abandonar LEO, bloquearían su carrera y se pondría en la lista negra de una manera que no podría imaginar. De ese modo, aunque estuviera indispuesta a hacerlo, debía regresar.
Lin Xinyan arrugó los labios, parecía entender lo que había pasado.
-Alguien le dio lo que quería, pero la condicionaron con abrir una sucursal en la ciudad B del país Z y que me designara a mí como la persona a cargo -espetó su suposición.
La señora William sacudió la cabeza, no porque estuviera negando lo que Lin Xinyan dijo, sino porque no le agradaba que hubiera acertado. A la señora William todavía le agradaba mucho Lin Xinyan.
—Una mujer no debe ser muy lista para verse adorable.
Creo que le agradas mucho al hombre que vino a verme. — Se acercó a ella para darle unas palmadas en los hombros Huir no resolverá el problema. Solo cuando lo enfrentes de manera tranquila, va a ser el momento en el que serás libre. El hecho de que le hubieras dado tanta importancia solo significaba que no lo habías dejado ir.
Lin Xinyan le dio un sorbo al café. No solo no había descansado bien, sino que no había pegado el ojo en toda la noche.
-Esto no es urgente. ¿Por qué no regresa y descansa? — sugirió Qin Ya.
—De cualquier forma, no puedo dormir ahorita. Ve a hacer tus cosas. -Tomó una inhalación profunda-. La vida tiene que seguir.
No podía descansar, en especial no en ese momento. Sus hijos la necesitaban.
-De acuerdo.
Al salir de la oficina, antes de que Qin Ya cerrara la puerta por completo, la detuvo una mano grande. Cuando se dio la vuelta, vio a un hombre alto.
-Usted...
—¡Shh! La estoy buscando a ella. -Zong Jinghao bajó la voz.
Qin Ya aún recordaba el día en el que ese hombre sacó por la fuerza a Lin Xinyan, por lo que ellos eran algo más que solo conocidos. Qin Ya asintió con la cabeza en señal de entendimiento. Él cerró la puerta y entró.
Lin Xinyan por fin tuvo paz en su mente y estaba concentrada en su boceto. La solicitud del cliente consistía en un vestido que tuviera la parte de arriba ajustada y la falda en forma de cola de sirena. Solo una persona con una buena figura podría usar ese vestido.
Zong Jinghao estaba de pie atrás de ella, viendo cómo trabajaba de forma diligente. Esa era la primera vez que la veía dibujar. Solo estaba usando un simple lápiz, pero era como si la punta de este fuera mágica y tras un par de trazos, la ¡dea general del vestido ya estaba plasmada en el papel que antes estaba en blanco.
Lin Xinyan sintió una presencia a sus espaldas, pero no dijo nada, pues pensó que era Qin Ya, quien tenía el hábito de verla dibujar.
-Qin Ya, ¿tienes la información del peso y la estatura del cliente? -Ella quería diseñar la parte de abajo a partir de la silueta del cliente, pero como no obtuvo una respuesta, se dio la vuelta-. Ya...
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