Enamorándome de ti romance Capítulo 76

Después de que terminó la llamada, Lin Xinyan se quedó de pie junto a la ventana, petrificada. Seguía mirando hacia afuera, pero no podía apreciar nada.

-Mami -la llamó Lin Xichen.

Lin Xinyan se dio la vuelta y se encontró con el inmaculado rostro de su hijo.

-¿Sí? —respondió Lin Xinyan, sonriendo.

Lin Xichen dejó de lado su tableta, corrió hacia su madre, y se abrazó a su pierna.

-Mami, Ruixi ya se durmió. ¿Puedes entrar conmigo en la ducha hoy?

-Claro -dijo ella en un tono cariñoso, apretando la mejilla de su hijo.

Lin Xichen sonrió feliz mientras jalaba la blusa de su madre. Se sentía emocionado; por fin podría pasar tiempo con ella ahora que su empalagosa hermana ya estaba durmiendo, porque si estuviera despierta, estaría haciendo berrinches para estar pegada a Lin Xinyan de nuevo. Él no pasaba tiempo a solas con su madre.

Lin Xinyan encendió las luces del baño, la calefacción y llenó la tina con agua caliente. Lin Xichen ya se había desvestido y ahora estaba desnudo.

—El agua está lista...

Lin Xinyan se dio la vuelta, vio que su hijo ya se había quitado la ropa y recorrió su mirada por la tersa piel de Lin Xichen; él notó que lo estaba mirando, así que deprisa cubrió su entrepierna y se ruborizó.

—Mami.

-¿Así que mi hijo conoce lo que es el pudor? -Lin Xinyan se burló adrede.

Lin Xichen agachó la cabeza para esconder su brillante rostro ruborizado, pues estaba avergonzado. Lin Xinyan dejó de burlarse y lo cargó hacia la tina. El niño se escondió entre el agua hasta que solo se podía ver su cabeza, en la cual su madre puso champú y comenzó a masajearla. Lin Xichen estaba sentado en silencio en la tina mientras Lin Xinyan le lavaba la cabeza con suavidad.

-Mami -dijo el niño, mirando el dulce rostro de su madre.

"¿Sí?

Lin Xichen sonrió pero no dijo nada más y se dijo a sí mismo que debía buscar a un buen hombre que cuidara de su madre. De manera deliberada, ella le limpió algo de espuma que había en su nariz, pensando que su hijo había sido descarado al hablarle y no decir nada otra cosa.

Ella no sabía que, en silencio, el niño estaba decidiendo buscarle un buen hombre, aunque los hombres buenos no eran fáciles de encontrar.

El último día de julio, Lin Xinyan y sus hijos emprendieron el viaje de regreso. Lo único que llevaba era a los niños y algo de ropa, pues ya había alguien que se encargaría de arreglar todo lo demás en el país Z.

En comparación con Lin Ruixi, quien tenía todos los sentimientos plasmados en el rostro, Lin Xichen estaba tranquilo. La niña estaba emocionada, puesto que era la segunda vez que estaba en un avión; la primera vez que se subió a uno, tenía tres años, pero no recordaba nada. Los niños eran curiosos; por lo tanto, tocaban todo lo que veían. Lin Xinyan no podía detenerla, solo podía dejarla juguetear en su regazo. Por suerte, no había extraños a los que pudiera molestar, pues las únicas personas que estaban junto a ella eran Zhuang Zijin y Lin Xichen.

-Mami, quiero jugo. -Lin Ruixi extendió su brazo mientras decía esto.

Había visto que la azafata les había dado jugo a otros pasajeros. Ese día, Lin Ruixi tenía puesto un vestido color azul claro revelando su piel blanquecina y llevaba su negro cabello peinado en dos trenzas. Sus ojos eran tan brillantes que parecía que podían hablar por sí solos.

-¿Qué jugo quieres? -le preguntó con amabilidad la azafata, al mismo tiempo que se inclinaba hacia la pequeña y adorable niña.

Lin Ruixi parpadeó y señaló al vaso verde.

-Este jugo es de kiwi, ¡así que podría parecerte un poco ácido! —indicó la azafata; la niña no parecía temerle a eso y solo asintió con la cabeza. La azafata le entregó el jugo, y como Lin Ruixi le parecía demasiado linda, le preguntó-: ¿Cómo te llamas?

Lin Ruixi abrió la boca y mostró sus dientes, blancos como las perlas.

-Me llamo Lin Ruixi, pero mi mami y mi abuela me llaman Ruixi.

-Qué bonito nombre -halagó la azafata.

Lin Xinyan acarició el cabello de su hija.

-Su hija es muy bonita -dijo la azafata mientras sonreía.

—Gracias -respondió Lin Xinyan, asintiendo con la cabeza de manera educada.

Lin Xichen miró a su hermana y después volteó a ver por la ventana ya que no le gustaban ese tipo de conversaciones. Poco después de que la azafata se llevó el carrito, se escuchó la voz del piloto: -Pasajeros con destino a la ciudad B del país Z, estén preparados. Llegaremos al Aeropuerto Internacional de Dongchen en diez minutos.

Diez minutos después, el avión aterrizó. Lin Xinyan cargó a Lin Ruixi, quien estaba durmiendo. Zhuang Zijin agarró a Lin Xichen y descendieron del avión. Desde el momento en el que bajaron, el niño comenzó a mirar a su alrededor, y pensó: «Este es el lugar donde nació mi mami.»

-Lo sé -respondió el niño, bajando la mirada.

No le gustaba tomar la mano de He Ruize.

-Está bien, no es momento de que hablemos. Hay que irnos. -He Ruize tomó el equipaje de Zhuang Zijin.

-¿Cómo estás? -Sonrió Zhuang Zijin.

—Bien.

A Zhuang Zijin le agradaba mucho He Ruize. Él cargó el equipaje y entonces todo el grupo salió del aeropuerto. Lin

Xinyan se fue en el auto de He Ruize, mientras que Zhuang Zijin y Lin Xichen se fueron en el auto de Qin Ya. A través del espejo retrovisor, He Ruize miró a Lin Xinyan, quien a su vez veía con una expresión dulce cómo su hija dormía. He Ruize apretó las manos contra el volante; quería decir algo, pero no lo hizo.

Qin Ya se encargó de los arreglos de la vivienda de Lin Xinyan. La casa se ubicaba cerca de la tienda, lo cual le sería conveniente para ir a trabajar.

Después de que llegaron a la casa y metieron el equipaje, He Ruize les dijo que había hecho una reservación en un restaurante. Todo era nuevo en la casa; por ende, no podían cocinar. Antes de que Lin Xinyan pudiera responder a la propuesta, Zhuang Zijin accedió, por lo que ella ya no pudo rechazarlo.

Todos entraron de nuevo en el auto para ir al restaurante en el que He Ruize había hecho reservación. Este último reservó una habitación espaciosa, por lo que aún tenían espacio entre los asientos de la mesa.

-Quiero ir al baño -dijo Lin Xichen, deslizándose de la

silla.

-Iré contigo. -Zhuang Zijin temía que el niño se perdiera.

—No es necesario, conozco el camino. —Lin Xichen sacudió la mano y fue él solo.

Le preguntó al mesero dónde se encontraba el baño y lo encontró enseguida. Al entrar, se dio cuenta de que no había mingitorio para niños y el de adultos estaba demasiado alto. Se sintió frustrado y frunció las cejas.

—Niño. —Se escuchó una voz burlona desde atrás.

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