Todos estaban viendo cómo sería la reacción de Zong Jinghao.
«¿Lo va a admitir o no?» Si lo hacía, sería demasiado vergonzoso el hecho de llevar esos objetos consigo. «¿Estaba preparado para tener sexo?»
Los labios del señor L¡ temblaron; él quería reírse, pero sabía que no debía hacerlo, así que se contuvo. A un lado de él, estaba su asistente, quien sacó su teléfono y tomó una foto, pero Guan Jing se puso de pie para intervenir, puesto que si esa foto se hacía pública, sería desastroso para la reputación de Zong Jinghao.
Sin embargo, justo cuando Guan Jing se movió un centímetro, Zong Jinghao lo agarró, y le dijo:
-Siéntate.
Entonces, se estiró para tomar la caja de Durex de las manos de Lin Xichen y la miró por un segundo antes de meterla en su bolsillo.
-Gracias.
Lin Xichen se quedó atónito y se sintió extraño. «¿Por qué no está enojado? Es obvio que los otros señores se estaban burlando de él.» Zong Jinghao pudo percibir su confusión, así que se inclinó a la altura de su oído.
-Alguien pagará por lo que hiciste -le dijo.
Lin Xichen lo miró. «¿A qué se refiere?»
Pero, por desgracia, Zong Jinghao no tenía interés en darle explicaciones y, en vez de estar molesto por la trampa que le tendió el niño, parecía que se había mantenido de buen humor; luego, tomó el vino que el señor Li le había servido y lo bebió. Guan Jing estaba anonadado.
Por su parte, el señor Li también estaba confundido. «¿No debería estar tratando de encubrirse en este tipo de situaciones vergonzosas? ¿Por qué solo lo admitió? ¿Acaso es un encubrimiento, o de verdad los condones no eran de él?» El señor Li no podía entenderlo y tampoco podía hacer preguntas. En lugar de eso, miró a Lin Xichen.
-Oye, pequeño, ¿no quieres cenar aquí?
Lin Xichen negó con la cabeza y luego miró a Zong Jinghao. Tenía muchas preguntas en su interior. «¿Por qué no está enojado?» No lograba comprenderlo, así que lo único que pudo hacer fue darse la vuelta e irse.
En la habitación, Lin Xinyan salió a buscar a su hijo, pues se percató de que no había vuelto enseguida.
-Xichen...
Cuando Lin Xichen salió de la habitación de Zong Jinghao, escuchó la frenética voz de su madre y corrió hacia ella a toda prisa.
—Mami.
Lin Xinyan se dio la vuelta al escuchar su voz, miró que su hijo estaba corriendo hacia ella y suspiró aliviada, se agachó para darle la bienvenida en tanto Lin Xichen corrió hacia sus brazos.
-¿En dónde te metiste? -Lin Xinyan tenía una seria mirada en su rostro.
«¿Qué tal si se perdió?»
—Este lugar es demasiado grande, y me perdí —dijo Lin Xichen con la cabeza gacha y un tono de voz suave.
Sin embargo, ella no le creyó, pues sabía que su hijo tenía una estupenda memoria. «¿Cómo es posible que se haya perdido?»
-Dime la verdad -replicó Lin Xinyan mientras lo agarraba de la cabeza y hacía que la mirara.
-En el baño no hay mingitorio para niños. No pude orinar hasta que un señor entró y me ayudó. Por eso me retrasé.
—¿Por qué no me dijiste la verdad desde el principio?
-Porque no es algo bueno de decir. -Lin Xichen hizo un mohín.
Se veía un poco apenado, pero así era su personalidad. Lin Xinyan se puso de pie y lo agarró de la mano.
-Regresemos a comer.
Los platos ya estaban servidos. Lin Xichen estaba perdido en su mundo; todavía estaba pensando en lo que Zong Jinghao le dijo. «¿Alguien pagará por lo que hice? ¿Quién será esa persona?»
Después de comer, Zhuang Zijin llevó primero a los niños a la casa, puesto que luego de haber tenido un largo vuelo, debían volver para ducharse y descansar.
-Los llevaré a ellos primero y luego regreso por usted -dijo Qin Ya.
-Bien, cuando vuelvas, ve directo a la tienda. Yo iré para allá más tarde.
Había muchos asuntos que atender en la inauguración de la sucursal de LEO. Lin Xinyan era la encargada; por ello, había muchas cosas sobre las que tenía que decidir.
-De acuerdo. -Qin Ya entró en el auto.
Lin Xichen se sentó en el auto y suspiró cuando vio que su madre estaba de pie junto a He Ruize. «Si tan solo He Ruize fuera más guapo y rico que Zong Jinghao.»
-¿Hay algo que quieras decirme? —Lin Xinyan miró al auto que se alejaba.
-Hablemos mientras caminamos.
-Sé que eres bueno conmigo, y mi madre tiene la esperanza de que podamos estar juntos -dijo tranquila-. Vo . yo no quiero decepcionarte.
No se trataba de amor ni de atracción, ya que cuando lo miraba, no sentía nada por él; sino que se trataba del hecho de que ese hombre había estado para ella por demasiado tiempo. Esa era la razón de que Lin Xinyan sentía que si lo rechazaba, se vería como si fuera una mujer despiadada, pensaba que si no estaba destinada a tener un amor en la vida, por lo menos no debía decepcionar a ese leal hombre.
«Dejarlo ser feliz, es como devolverle el favor, ¿no?»
Si He Ruize estuviera en el país A, estaría feliz. No obstante, sentía que el corazón se le encogía. Podía percibir que Lin Xinyan le había dicho que sí, no porque él le gustara, sino porque había cuidado de ella por muchos años. Solo estaba devolviéndole el favor y entre más actuaba de esa manera, él se sentía más estresado. Después de todo, He Ruize le había mentido. «¿Qué pasaría si se entera de la verdad?» No se atrevía a pensar en ello.
—Van.
"¿Sí?
Lin Xinyan se dio la vuelta y, antes de que pudiera ver con claridad el rostro de He Ruize, él la abrazó muy fuerte, como si fuera a perderla en cualquier momento. Ella no se movió, pero tampoco lo rechazó, sino que solo se quedó allí, en silencio. Podía notar el conflicto interno y la ansiedad de He Ruize, pero pensó que era porque ella tenía ese efecto en él, así que también lo abrazó y le dio unas palmadas en la espalda.
-De ahora en adelante, trataré de ser amable contigo.
Ya pensaría más tarde en cómo lidiar con la madre de He Ruize acerca de ese asunto. He Ruize se tensó. «¿Amable conmigo?» Él enterró su cabeza en el cuello de Lin Xinyan.
-Me da miedo que seas amable conmigo.
Si ella se enteraba de la verdad, cuanto más amable fuera con él, más lo odiaría en el futuro.
-¿Quieres que te lleve a la tienda?
-No es necesario. Quiero echar un vistazo, yo iré sola — dijo ella en voz baja.
Lo que dijo Lin Xinyan era cierto. Ese lugar no era un buen sueño para ella y aun así, sentía algo por ese sitio.
-De acuerdo. Mándame una invitación cuando tu tienda esté abierta.
-Está bien. -Sonrió ella.
Lin Xinyan tomó una inhalación profunda al ver que He Ruize se subía a su auto y luego caminó en un lado de la calle. Eran los primeros días de agosto, todavía hacía calor, por eso había sudor en su frente.
—¿Quiere que la lleve?
Un taxista se detuvo junto a ella, pues estaba tratando de conseguir algún pasajero. Lin Xinyan volteó la cabeza y su expresión cambió en cuanto vio el rostro del conductor del taxi. «¿Qué no es él...?»
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