Cuando Ana llegó al auditorio, Andrew no estaba allí esperándola, y no entendió a donde se había ido, además, «¿Cuánto tiempo estuvo ella dentro?»
Salió de prisa del auditorio viendo que casi no había mucha gente afuera, y ese estacionamiento era inmenso. Giró hacia todas partes, aun y cuando su cuerpo seguía temblando por lo que vivió hace unos momentos.
Caminó recordando los espacios en donde Andrew dejó el auto hace unas horas, y se guio por los colores de las rayas en el piso que vio un tiempo atrás.
Ella pudo ver como Andrew estaba recostado a su auto de alquiler con los brazos cruzados y eso le hizo soltar un suspiro de alivio.
—Andrew —alzó la voz mientras él levantó la mirada.
Ana pasó de caminar rápido a ir a pasos lentos por la postura que vio en su cuerpo y la expresión del rostro de su amigo, hasta que se posicionó frente a él.
—Perdón por la demora…
—¿Estabas con tu héroe? —masticó Andrew con la mandíbula presionada.
—No, escucha… yo fui con Kanye y …
—¡Anaelise! —Andrew alzó la voz sin dejarla continuar llamando la atención de algunos que estaban cerca, mientras su mano apretó el brazo de Ana—. ¡Incluso mira lo que tienes en la boca…! ¡¿Cómo puedes ser tan estúpida?!
Esta vez la soltó dándole un pequeño empujón y él se agarró el cabello enfurecido, mientras le dio unas patadas a ese auto de alquiler.
Ana veía todo de forma estoica.
Cox estaba en su auto negro, con todos los vidrios arriba y el motor encendido. Nada podía verse dentro de él. Pero él si podía ver como Andrew estaba discutiendo con Ana, mientras le tomaba del brazo furioso. Apretó su volante fuertemente, y luego sintió una mano encima de su brazo.
—Tranquilízate, dale tiempo —escuchó a Kath a su lado, pero no se giró a mirarla, él no podía apartar la mirada de Anaelise, desde esta distancia corta podía ver la expresión de su rostro.
Estaba alterada, nerviosa y con su labio rojo y roto, culpa de su toqué, no podía escuchar nada de lo que ese pendejo le estaba diciendo, pero nada más ver como ella mojaba sus labios y se tocaba con sus dedos la parte de su boca, su entrepierna se apretaba considerablemente, preguntándose cuanto tiempo podría resistir a eso.
—Creo que debemos irnos, Xavier, ese chico solo está molesto, debes entenderlo —volvió a sugerir Kath—. Además, debes estar temprano en el inicio de la convención, hay tiempo… por favor, tómalo con calma…
—Solo… le patearé el culo si vuelve a zarandearla de esa manera… —respondió Cox girando sus ruedas y yéndose del lugar, mientras su amiga pasó un trago difícil…
*
—¿Qué piensas hacer? —preguntó Kath con los brazos cruzados sentada en una de las esquinas del sofá.
Ahora estaba en la casa de Cox, mientras él se tomaba el segundo trago de Whisky de una estocada. Kath estaba esperando que la llamaran para recoger su auto de la lavandería, y Cox aprovechó el momento de hablar por un rato más con ella.
Kate Clarson, era una buena amiga que ocupaba el cargo como subdirectora del Hospital Keck de USC que él mismo le había dado, ya que tenía esa potestad siendo el jefe de dicho hospital. Darle ese compromiso a Kate, fue una de las decisiones más precisas que tomó en los últimos tiempos, porque además de excelente médico y buena trabajadora, ella era una persona extraordinaria.
Cox la vio esperando una respuesta un poco preocupada y eligió darle una contestación ambigua.
—No sé… aun… —respondió colocando el vaso vacío en la mesa, y luego pasó los dedos por su boca sin olvidar ese sabor que seguía en sus sentidos.
—¿Por qué crees que estaba molesta contigo? —ella volvió a preguntar interesada por el asunto.
Cox alzó la vista hacia Kath mirándola como si ella supiera la respuesta.
—Por qué la dejé… está molesta y resentida, eso sumado a que se siente avergonzada…
—No puede pensar que la abandonaste cuando lo que hiciste fue pensar en ella todo el tiempo… —Kath replicó y rodeó el sofá para sentarse frente a Xavier—. Y además que has estado pendiente de ella durante estos 2 años.
—Pero… eso, ella no lo sabe, Kath… —Cox recostó su cabeza al sofá y soltó un soplido de frustración—. No sabe que tuve mis ojos en ella desde que cerré esa puerta.
—Bueno… entendías que haciendo lo que hiciste para ella estuviera aquí, podías encontrarte con una persona diferente. Entonces… ¿Qué te molesta? —inquirió Kath esta vez.
Todas las palabras se le cruzaron a Xavier en la mente, y las más resonadas era esas donde afirmó que ella se encontraba ahora con Andrew. No estaba seguro si hablaba con verdad, o si lo hizo solo por escudarse de él. Pero con respecto a la información que daban para él desde Durango, y los relatos de Kanye, ellos eran solo amigos.
Sin embargo, ver la escena en el estacionamiento lo jodió y lo jodía hasta el cansancio. Si Andrew estaba reclamándole algo, es porque sostenían más que una amistad, y solo pensar que ese pendejo estuviese colocando un dedo encima del cuerpo de Ana, y que ella se lo permitiera, le hacía hervir la sangre.
Por supuesto, él tenía mucha culpa de qué las cosas llegarán hasta aquí.
En el momento en que se fue de esa ciudad de mierda, pensó que era lo mejor para ambos, y que el espacio podría borrar y sanar heridas que tenían que sanar. Pero, ninguna de esas estupideces ocurrió. No en él. Él seguía pensando en Ana cada puto día, como si hubiese sido ayer que llegó a L.A. Así que no, era ilusorio que después de prácticamente dos años, ellos simplemente se vieran, se desearan buena suerte y continuaran con sus vidas.
Ignoró el cometido de Kath y vio su reloj.
—Bien, debo hacer algunas llamadas, y después necesito cambiarme…
Ella asintió también viendo la hora, y tomó el bolso, pero algo pasó por su mente y se volvió hacia él.
—Xavier, ¿y si es verdad que Ana está con Andrew? ¿Podrás respetar su espacio?
La mandíbula de Cox se apretó tanto que por un momento fulminó a Kath sin intensión.
—Si por algún motivo lo está, hace unas horas comprobé que sigo en su corazón, Kath… y eso solo me abre la puerta para que, si es necesario, se la quite de las manos a… ese hombrecito.
Kath palideció de repente y luego asintió mirando hacia abajo para que sus parpados se acostumbraran al ardor que sintió en sus ojos. Por mucho tiempo esperó la respuesta a esta pregunta, y mantuvo alguna esperanza de que el hombre que estaba de pie frente a ella, se diera por vencido de ese asunto.
Se despidió rápidamente prometiendo que estaría puntual en el evento y salió de esa casa despavorida con el corazón ultrajado.
Mientras caminaba para ir a recoger su auto, recordó cuando vio a Xavier por primera vez en el hospital y recibió su sonrisa sincera. Ella supo que su vida cambiaría en ese instante, porque nadie podía salir ileso después de conocer a un hombre como ese.
Se esmeró mucho en su profesión y en su trabajo y cuando se acercó de forma más personal a Cox, por un momento creyó que tendría alguna probabilidad de estar en su vida.
Conocía a su familia, y de cierta forma, el que compartiera casi todos los días, le hizo sentir que sí se podía hacer realidad ese sentimiento que la abrumaba dentro de su pecho.
Supo la desgarradora historia de Xavier por Eliana, pero cuando fue informada por el propio Xavier sobre Anaelise, ella simplemente se rompió.
Escuchó todo, de principio a fin en como relataba a esa mujer que desconocía, en cómo las emociones de Xavier se desbordaban de sus propios poros, y sus ojos se intensificaban. Supo que estaba enamorado de ella, que amaba a esa mujer, a pesar de su cruda realidad. Y cuando se enteró de que Cox jamás dejó de saber de ella, y que más bien buscaba la forma de protegerla, ella desistió, y mató el sentimiento de forma silenciosa que latía dentro de ella.
Algunas veces pensaba que no, que su esperanza podría volver a arribarse, pero hoy era más que claro que lo único que podía hacer era apoyarlo, porque entendía muy bien, que no siempre se ama y se es correspondido, no siempre amas con locura y se es feliz. En el caso de ella, solo debía hacer una cosa.
Ayudarlo.
Entró a la lavandería, pagó la tarifa y encendió su auto secando sus lágrimas mientras tomaba un poco de aire, se repetía mentalmente que en algún momento sus sentimientos tendrían su fin. Esta vez era la oportunidad de su amigo de ser feliz, porque si de algo estaba segura, es que él ya había pagado suficiente…
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