Narra Daniel.
Maldita sea. Estar dentro de su culo era una tortura celestial como nunca antes lo había sentido. Estaba tan apretada que exprimia la vida de mi polla, y sabia que no duraria mucho más. No queria correrme demasiado pronto, pero no pude aguantar. Pude sentir lo cerca que estaba ella, empuje con fuerza, acercándola aún más. Me incline y volví a escupir en su trasero, manteniéndola lubricada. Ahora ella era completamente mía en todos los sentidos. Quería llenarla con mi semen en todos los lugares que pudiera. Quizás más tarde me correré por todo su pecho y lo frotaré en su piel, marcando mi territorio. Me encantaba el sentimiento de propiedad que conlleva tomar su cuerpo de todas las formas posibles, y quería pasar el resto de mi vida sintiéndolo. Toque fondo dentro de ella, pellizque su clítoris. Sentí que se tensó y luego gritó en la almohada mientras su enorme orgasmo golpeaba su curvilíneo cuerpo. Verla perderse en su placer me pateaba en las bolas y me envíó con ella. Luche por recuperar el aliento, me vacíe en su culo y sostuve mi polla allí mientras el semen latia. Su ano apretado me dejó seco, codicioso de mi liquido, y es todo lo que pude hacer para no colapsar sobre ella. Después caí encima de ella, manteniéndonos conectados. No estaba listo para salir de ella, y mi polla todavía era demasiado difícil de sacar de todos modos. Tenia que bajar un poco antes de que me retirara, o podría lastimarla.
—Eso fue tan maravilloso— dijo, su rostro brillaba con un tono de transpiración.
—¿Te gustó eso?
—Mucho—respondió.
Ella comenzó a decir algo, pero luego miró para otro lado. Estaba evitando una pregunta que quiere hacer.
—¿Qué pasa?—interrogue. Le quite el cabello de su rostro, estaba sonrojada, sus orejas estaban rojas.
—¿Qué hago ahora que tu semen está en mi trasero?
Sonreí ante su inocente pregunta y decidí que era hora de darme una ducha. Lentamente, salí y trate de ser lo más gentil posible.
—Ahora irás al baño y luego nos ducharemos juntos—respondí. Me miró tímidamente y asintió con la cabeza, saltando de la cama y dirigiéndose al baño. La seguí adentro, y mientras ella usaba el baño, fui a la bañera, encendí los cabezales de la ducha baja, haciéndolo agradable y caliente para los dos. Me enjabone y me enjuague. Muy pronto, Amelia se unió a mí—.¿Todo esta bien?—pregunte. Ella asintió un poco y la moví debajo de uno de los cabezales de la ducha, ayudándola a enjuagarse el cabello. Me gustaba cuidar de ella. Esta relación será de dar y recibir. La apreciaré en todos los sentidos y ella nunca me dirá "no". Bueno, a menos que quiera una paliza seguida de su retractación de su "no"—. ¿Te duele el trasero?—Pregunte, queriendo asegurarme de que ella no sufriera de ningún dolor real. Podia quitarle lo que quisiera, pero lastimarla no era algo que quería.
—No es tan malo—contestó.
—¿Te sientes diferente?—inerrogue, preguntándome si ella también lo sentia. Nuestras vidas habian cambiado para siempre.
Me miró como si realmente lo estuviera pensando. Era la cosa más adorable que habia visto en mi vida y queria besarla tontamente por eso.
—Eres lo mas bello del mundo—le dije. No me tomó mucho tiempo llevarla al límite de nuevo, su cuerpo preparado y listo para recibir lo que le daba. Estaba tan jodidamente duro. Sabia que estaba adolorida, pero la necesitaba una vez más. Me sente de rodillas y coloque la punta de mi polla resbaladiza en su abertura. Mi polla lloraba un poco de semen y yo gemí ante la excitación —.Mierda, casi me haces perder la cabeza. Eres la mujer más perfecta que podría pedir. ¿Qué tal si me dejas follarte por tu coño y culo de forma intercalada? ¿Crees que puedes ser una mujer adulta para mí y dejarme tener ambas cosas?—pregunte.
—Puedo hacerlo—respondió con contundencia. Ella me dio un asentimiento de seguridad, casi inflando su pecho. Bese la punta de su nariz.
Lleve su trasero al borde del asiento para que su coño y su culo estuvieran disponibles. Agarré la loción de ducha y la coloque a su lado, luego agarre mi polla, colocándola en la abertura de su coño. Entre la ducha y su orgasmo, estaba resbaladiza y lista para mí. Empuje y deslice hacia adentro con facilidad. Balancee mis caderas, bombeando en su coño un par de veces, amando la sensación de lo húmeda y apretada si su cuerpo siempre estuviera listo para mí, deseándome dentro de ella. Estaba sentada en el borde, por lo que no pudo moverse. Todo lo que podia hacer era tomar mis embestidas y agarrarse a la repisa para mantener sus piernas separadas. Me inclique hacia adelante, chupe uno de sus pezones con mi boca, amando el apretón que me daba su coño. Después de algunas embestidas más, estaba tan cerca que saque y agarre la loción, lubrique mi polla, ahora debía concentrarme en su culo. Empuje solo un poco al principio, y ella se relajó, se abrió a mí. Su culo era tan estrecho como su coño, pero tener ambos era tan perfecto. Sé que estaba un poco tierna y necesitaba un descanso, así que no prolongue mi orgasmo. Bombeo media docena de veces, y luego salí, salpique mi semen sobre su coño abierto y su clítoris expuesto. Movi mi polla hasta que se completara, marcando en el exterior lo que ya habia marcado en el interior. Ella era mía en todos los sentidos, esto resultaba ser una forma externa de demostrarlo.
Después de agotarme, caí sobre ella y puse su pezón en mi boca, succionándola suavemente mientras bajaba mi altura. Era sorprendente la facilidad con la que se habia abierto a mí. Solo servia para demostrarme que realmente estábamos hechos el uno para el otro. Nuestra relación era ser diferente a la de los demás, pero era lo que nos funciona. Satisfacia nuestras necesidades, necesidades que ni siquiera sabíamos que teníamos.
—Tu cuerpo es demasiado tentador. Estoy pensando que ya no deberíamos ducharnos juntos—dije.
Ella se río y envolvió sus brazos y piernas a mi alrededor. Cuando finalmente encontre las fuerzas, la levante y la lleve a los cabezales de la ducha, enjuagándola una vez más. Después de salir nos sacarnos y nos vestimos. Tenia que ir a dejarla a su casa, esta era la parte que odiaba: separme de ella.
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