— Estás realmente preciosa. — Dijo Jacob mirándola con una sonrisa.
— Gracias y gracias por dejar todo y venir aquí, significa mucho para mí. — Musitó Maya y se acercó para abrazarlo.
Estaba contenta de tener a su hermano aquí, su corazón estaba muy conmovido por el esfuerzo que él había hecho para venir a acompañarla en este día tan importante y porque sería él quien la entregaría en el altar.
— Nunca podría perderme tu boda, tenía que estar aquí, así que no tienes nada que agradecer. — Espetó Jacob dándole un beso en la frente, él era el único de su familia que había venido hasta aquí, no podía fallarle, no iba a dejarla sola en este momento tan importante en su vida y él tampoco habría querido perderse la boda de su hermana. — Ya deberíamos irnos, tu futuro esposo debe estar ansioso esperándote.
— Tengo mucho que agradecerte, pero te agradeceré después, ya se nos hace tarde. — Dijo Maya con una sonrisa y lo tomó del brazo para irse.
Los dos se salieron de la casa y se subieron al auto. Cuando llegaron a la iglesia, ella bajo con la ayuda de Jacob y entraron, todo estaba realmente hermoso y habían muchas personas, pero su atención estaba dirigida solo hacía Victor en el altar, luciendo inmensamente guapo y con los gemelos a su lado, cada uno sosteniendo una cajita de terciopelo.
El corazón de Maya se emocionó mucho más con cada paso que daba, latiendo a toda máquina, muy de prisa por estar a solo unos pasos del amor de su vida y de sus hijos, por estar tan cerca de comenzar una nueva etapa en su vida, una mucho más hermosa.
Victor vio a Maya caminar hacía él, luciendo demasiado hermosa, le parecía irreal, como una princesa o algo extraordinario, como celestial, tan perfecta, pura y hermosa, no podía evitar que su corazón se descontrolara y sus ojos se cristalizaran porque finalmente podría casarse con la mujer más hermosa que había conocido, la madre de sus hijos, el amor de su vida.
— Te estoy entregando lo que más me importa, lo que más amo, mi otra mitad, así que espero que la cuides bien o acabaré contigo, no se te ocurra nunca lastimarla de ninguna manera. — Advirtió Jacob mirando a Víctor con dureza, cuando llegaron a su lado.
— No te preocupes, amo a tu hermana y la cuidaré por el resto de mi vida. — Aseguró Victor y Jacob asintió antes de alejarse. — Te ves perfecta muñequita, tan hermosa, afortunadamente serás mía oficialmente hoy. — Le dijo con una sonrisa, fascinado completamente por ella.
— Gracias, tú también te ves muy guapo. — Suspiró Maya con sus mejillas ruborizadas y una pequeña sonrisa y miró a sus pequeños hijos, que estaban muy quietos con la cajita en sus manos y sonriendo, esto la hizo sentir mucho más emocionada.
Aunque se sentía un poquito triste porque su madre no la iba a acompañar hoy, estaba feliz porque Jacob si había venido, tenía a sus pequeños niños y la familia de Victor también estaban aquí, dándoles todo su apoyo.
…
— Papá estás haciendo muy feliz a mamá, me encanta verlos felices. — Dijo Marcus con una sonrisa.
Él había notado que la mirada de sus padres estaba llena de felicidad después de haberse casado, se miraban a cada momento mientras las personas se acercaban a felicitarlos en la recepción, parecían muy metidos en su pequeño mundo y solo estaban cumpliendo con quedarse aquí.
— A mí también. — Intervino Jake sonriendo.
— Y a mí me encanta verla feliz a ella y a ustedes mis pequeños, soy el hombre más afortunado por tener una esposa maravillosa y unos hijos increíbles. — Espetó Victor con una sonrisa, mirándolos con amor a los tres, después de todo lo había logrado, había recuperado el amor de Maya y de sus hijos, no podía pedirle más a la vida, solo que le diera muchos años a él y a su familia para poder disfrutar de ellos, amarlos y protegerlos.
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