Habían pasado dos días desde que Lucien se fue de viaje y Aria comenzaba a sentirse cada vez más nerviosa porque él ni siquiera había llamado o enviado un mensaje y ni él ni Max contestaban sus llamadas, no entendía que había sucedido pero su corazón seguía teniendo ese mal presentimiento que no la dejaba en paz y por eso estaba muy preocupada de que a él pudiera haberle pasado algo, rogando porque ellos estuvieran bien. Además que sin Lucien en casa se sentía como una total extraña, Luna no le hablaba y Camille solo le hablaba para decirle cosas desagradables.
Con la única persona que podía hablar era con Priscilla y la mayor parte del tiempo estaba ocupada, así que su incomodidad solo iba creciendo y por eso se había mantenido hablando bastante por mensajes con Clara, para intentar asimilar todo esto que ocurría y no sentirse tan ahogada.
Especialmente hoy que sentía algo mucho más pesado en su corazón necesitaba encontrar la manera de despejarse, pero después de volver a intentar llamar a Lucien sin obtener respuesta miro a Priscilla abatida.
— Él sigue sin contestar, ¿Usted no tiene a alguien más a quien pueda llamar para ver cómo está? — Preguntó Aria mirándola con un poco de súplica y Priscilla negó con la cabeza.
— Señora ya se lo he dicho antes, a la única persona que se puede llamar para saber del señor es a Max y él tampoco contesta, solo podemos esperar, así que mantenga la calma. — Respondió Priscilla y Aria solo pudo suspirar preocupada y triste, pero justo en ese momento Luna entro a la cocina y se acercó a ella.
— Aria, ¿Quieres venir a jugar conmigo a mi habitación? — Preguntó Luna con una pequeña sonrisa y el corazón de Aria se sintió aliviado porque por primera vez desde que llegó Camille, Luna volvía a acercarse a ella como antes y por eso se sentía muy feliz, pensando que podía recuperar su buena relación con la niña.
— Por supuesto que si. — Aceptó Aria con una sonrisa y Luna tomó su mano.
— Entonces vamos. — La instó Luna y salieron de la cocina para ir directamente hacía las escaleras.
Cuando llegaron a la habitación Luna le propuso jugar con sus muñecas y alegremente Aria aceptó, las dos parecían divertirse, Aria estaba especialmente feliz hasta que Luna tiró dos juguetes hacia la pared con fuerza y gritó.
— Aria no me pegues por favor, me duele, no me pegues. — Empezó Luna a sollozar mientras comenzaba a arrinconarse en la pared y Aria se quedó por un momento paralizada, sin entender nada, no sabía porque Luna estaba gritando algo así si ella ni siquiera la estaba tocando y nunca sería capaz de pegarle.
— Luna yo no te estoy pegando ni haciendo nada princesa, ¿Por qué dices eso? — Preguntó Aria sintiéndose muy triste y ansiosa, poniendo las manos en alto para que Luna entendiera que ella no la iba a lastimar.
— ¿Qué le estas haciendo a mi hija? — Preguntó Camille furiosa al entrar a la habitación de prisa, junto a Priscilla.
— Yo no le estoy haciendo nada. — Respondió Aria totalmente desconcertada mirando a Luna esperando que ella les explicará pero la niña solo bajo la cabeza y Camille de inmediato se acercó para abrazarla.
— Dime qué te hizo mi niña, aquí está tu mami, dime la verdad, no voy a dejar que ella te lastime. — La instó Camille abrazándola con fuerza. — Recuerda tu promesa, es por el bien de todos. — Le susurró en el oído a Luna.
— Ella me pegó mami, le tengo mucho miedo. — Respondió Luna sin atreverse a mirar a Aria y metiendo su rostro en el cuello de Camille, se sentía terrible por su mentira, pero su papá le enseño a cumplir todas sus promesas y pensaba que como su madre le dijo era lo mejor para todos.
Aria miró a la niña totalmente desconcertada y sintió que su corazón se hacía mil pedazos, pensando que la traición de Noah en el pasado le dolió mucho menos, podía entender que solo era una niña que quizás estaba siendo manipulada por su madre, pero ya la quería tanto que al escucharla decir esto su corazón fue desgarrado, le dolía el alma una vez más, pero está vez era mucho peor, nunca se imaginó ser lastimada de esta manera por alguien tan inocente.
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