Esposa sustituta: ¡nunca te dejaré ir! romance Capítulo 10

Al escuchar las palabras de su nueva esposa, Cecil se detuvo abruptamente, sin embargo, no se dio la vuelta.

Sin que Linda lo supiera, los ojos del magnate brillaron con disgusto.

'¿Una mujer que no se quiere casar conmigo? ¡ Buff!', se burló él, de sí mismo.

Mientras ambos permanecían en completo silencio, la habitación se llenó de una tensión indescriptible.

Pasados cinco segundos, una vez que sus ojos volvieron a su habitual indiferencia, el hombre se giró y observó a aquella mujer.

Y, con una sonrisa en sus labios, inquirió: "¿Por qué dices eso? Desde el momento en que nací, siempre he obtenido todo lo que he deseado. Las cosas que yo deseo siempre me van a pertenecer, de una u otra manera".

La sustituía no pudo evitar sorprenderse ante aquellas palabras.

Ella, que jamás se había mostrado ni segura ni firme, no podía aceptar ni entender la sólida determinación de su nuevo esposo.

Sus pestañas temblaron mientras luchaba por encontrar algo que decir.

En ese momento, el hombre dio dos pasos al frente y cambió de tema. "Sin embargo...".

Atemorizada por aquellos modales imponentes, Linda dio un paso atrás. "Qué... ¿Qué sucede?", interrogó ella, con voz insegura.

"Leona no se quiere casar conmigo, ¿me estás diciendo que tú sí?", preguntó el magnate, perforando a la gemela mayor con su mirada.

Los labios de esta se abrieron con incredulidad y, entonces, su boca se secó.

Ella realmente no había considerado tenderse una trampa para ella misma.

Sin esperar respuesta alguna, Cecil siguió avanzando, y por cada paso que daba hacia ella, la sustituía retrocedía nerviosamente. Al darse cuenta de que la espalda de la chica estaba a punto de chocar contra la mesa, el hombre extendió la mano y la tomó por la cintura, antes de acercarla hacia él.

Así que bajó la cabeza para mirarla, y pronunció: "Responde lo que te pregunté".

Tras escucharlo, Linda apenas podía respirar. Ella podía sentir el aliento de su nuevo esposo en la frente, cosa que la hacía temblar tal como una hoja en el viento. Lentamente, observó hacia arriba para encontrarse con aquella mirada, y descubrió que sus ojos estaban a solo unos pocos centímetros de distancia.

Cuando el hombre habló otra vez, su tono era mucho más frío que antes. "¿Obligaste a tu hermana a abandonar a la familia Ye, solo para podercasarteconmigohaciéndotepasarporella?", indagó él.

En ese instante, el dolor de Linda brilló su mirada.

¿Él de verdad consideraba que ella era una persona así de repugnante?

Las lágrimas que colgaban de sus ojos, instantáneamente se deslizaron por sus mejillas, sin embargo, sabía que aún tenía que explicarle toda la verdad.

"No, yo no hice una cosa así, lo juro. Puedes preguntárselo a mis padres. Me has malinterpretado...", declaró ella.

Cecil soltó bruscamente su barbilla y le secó las lágrimas que tenía en el rabillo del ojo. "Interesante", acotó él, vagamente.

La mujer lo miró confundida.

En los labios del magnate se dibujó una sonrisa juguetona, cuando agregó: "Ya que la mujer con la que quería casarme se ha escapado, pues también podría torturar a su hermana".

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