Las palabras de Cecil dejaron a Linda sin saber cómo sentirse.
¿Realmente él quería...? ¿Torturarla? Pese a ello, ella no sentía miedo, ni estaba renuente a nada, por muy extraño que pareciera.
Sin dejar de mirar el hermoso rostro del hombre, la chica movió ligeramente sus labios para cuestionar: "Señor Bo, puedes torturarme, eso no me importa pero, ¿podrías perdonar a mi familia, por favor?".
Tras escucharla, el magnate levantó una de sus cejas, al tiempo que preguntaba: "¿Qué te hace pensar que estás en condiciones para negociar conmigo?".
La sustituía apretó sus labios ante aquella pregunta y, luego, respondió: "No olvides que Leona también pertenece a la familia Ye. Eso quiere decir que, de destruir a la familia, ella no podría ser capaz de perdonarte cuando regrese".
Al escuchar aquello, el recién casado desvió la mirada, resoplando.
"No tienes que preocuparte por eso. Tengo mis métodos para hacer feliz a la mujer que amo", dijo, de manera engreída.
'¿La mujer que ama?', se repitió ella.
Luego de eso, la chica sintió que su corazón dejó de latir por un momento.
"Entiendo", dijo en voz baja, bajando la cabeza.
"Ahora, descansa y cuida bien tus heridas. Cuando vuelvas con tu padre, no quiero que él piense que maltraté a su hija", ordenó Cecil, bruscamente.
Al ver que la gemela mayor seguía sin moverse, él frunció el ceño.
"¿Acaso eres sorda?", cuestionó.
Al fin, la mujer levantó la cabeza, sin embargo, se perdió en los profundos ojos del hombre frente a ella, al mirarlo fijamente. Parecían ser un par de remolinos, que no dejaban de envolverla.
Era incapaz de creer lo cerca que se encontraba de aquel bello y delicado rostro, el cual ella se había enamorado perdidamente hacía tantos años.
Al notar que la chica estaba completamente perdida en su mirada, el magnate se acercó a ella, observándola, para decirle: "Señorita Ye, ¿por qué mejor no toma una foto? Eso duraría más".
Sus palabras ocasionaron que Linda pudiera regresar a sus sentidos, por lo que se dio la vuelta y, entonces, murmuró: "No soy sorda".
"Será mejor que no lo seas. Ahora, vete a la cama", ordenó él.
Pero, aun así, ella no se movió.
Sin estar dispuesto a perder mucho más tiempo, el magnate comenzó a alejarse.
El hombre tan solo la miró de reojo, y se burló, pero no emitió palabra alguna.
La chica, en un intento por calmarse, se mordió el labio con fuerza. Pese a no tener ni la más mínima idea de lo que pasaba por la mente de aquel hombre, ella creía que podía sentarse a su lado, mientras él no le pidiera que se levantara.
No más de tres minutos habían transcurrido cuando Chelsey entró en la habitación y, de manera respetuosa, se acercó a su jefe.
Aunque había notado la presencia de Linda a primera vista, sencillamente fingió no haberse fijado en ella.
Y, mirando nada más que a Cecil, preguntó: "Señor, ¿qué puedo hacer por usted?".
En ese momento, el hombre volteó a ver a su nueva esposa, indicándole que comenzara a hablar.
La sustituía miró directamente al ama de llaves y, en voz alta, exigió: "Discúlpate conmigo".
De inmediato, el comportamiento de la mayor cambió por completo, al voltearse hacia la chica. Y, la mirada de respeto que había en sus ojos, fue suplantada por una mueca de total desprecio, entonces, se enderezó con mucha arrogancia, y escupió: "Solo en tus sueños sucederá eso, falsa. ¿Qué te hace pensar que yo tendría que disculparme contigo? Además, no hice nada malo".
Tras escucharla, los labios de Linda se torcieron en una mueca despectiva, al tiempo que volteaba a mirar al magnate, para decirle: "Señor Bo, ¿ realmente necesitas tener una criada tan desobediente? ¿Qué te parece si la despides?".
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