El guardia de seguridad estalló en un ataque de risa tan pronto como leyó las palabras «El presidente del Grupo Licona Limited» en la tarjeta.
-Niños, dejen de hacerse tontos, por lo que sé, el presidente ni siquiera está casado, ¿por qué tendría hijos?
-Señor, somos sus hijos ilegítimos -Daniel dijo sin preocupación.
-Mire nuestras caras, somos sus hijos de sangre, no podemos estar mal. —Samuel estaba decidido a ver al hombre.
—¿Qué está pasando aquí? —Una mujer curvilínea con un atractivo maquillaje apareció con tacones y preguntó de mala gana—: ¿Puedes por favor explicarme por qué trajiste a tus hijos al trabajo?
—Señorita Licona, no es así... ¡Los chicos dijeron que son los hijos ilegítimos del presidente! -explicó el guardia a toda prisa con sudor cubriendo su frente.
-¿Qué clase de broma es esta? -Mariana Licona se quitó las gafas e inspeccionó a las pequeñas bellezas con incredulidad.
¡Realmente se parecían! El asombroso parecido impresionó por completo la mente de Mariana, no habría creído si le dijeran que no eran hijos de su hermano.
-¡Ustedes dos, vengan conmigo! -Tras una larga pausa, Mariana llevó a los chicos al ascensor personal del presidente mientras el resto del personal en la escena comenzó a murmurar sin disimular ante esta imagen.
-Bien señora, ¿es usted la novia de mi papá? -preguntó Samuel tropezando con las palabras, sintiéndose un poco decepcionado.
Si papá tuviera a alguien que le gustara, ¿qué pasaría con mamá? Aunque mamá era un poco tonta y un poco inconsciente, se negó a tener una madrastra, ya que un niño sin su madre no era más que una hierba marchita. Además, las madrastras de la tele siempre eran feroces y él todavía prefería a su madre biológica. Daniel fruncía el ceño.
-Soy su hermana menor. —Mariana miró con inquietud los números mostrados en el ascensor sin entender cómo su hermano tenía dos hijos ¡legítimos.
-¡Vaya, señorita, es preciosa!
-Buen chico. -El inquieto pensamiento de Mariana fue aliviado al instante en este caso. ¡Ella comenzó a sentirse mucho más relajada y dejó a los niños a la entrada de la oficina del presidente!
—¿Me... conocen? —Mario dejó su asiento y se inclinó contra el escritorio sin alguna preocupación, examinándolos con ojos intimidantes.
—¿Es eso importante? ¡La clave es que nos parecemos el uno al otro! —Daniel tomó la iniciativa. Su hermano pequeño estaba por completo encantado por su padre en este momento.
—¿Por qué no sabía que tenía dos hijos?
Estuvo con Rubí aquella noche hace cinco años y ella no había quedado embarazada, ¿cómo podía tener hijos ¡legítimos? Estaba seguro de que nunca había dejado ningún otro asunto pendiente en su vida.
—Señor, para ser honesto, no podemos estar seguros de ser sus hijos; sin embargo, puede tener nuestro cabello para la prueba de ADN. -Daniel se tomó la libertad de arrancarse un cabello a sí mismo y a su hermano respectivamente, luego usó un trozo de papel para envolverlos y con sumo cuidado lo colocó en el escritorio.
Esa era la manera más efectiva y rápida de determinar si estaban relacionados por sangre.
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