Dolor. La jaqueca la estaba matando mientras su cuerpo estaba adolorido de una manera tan terrible. Ximena Ancona abrió sus aturdidos ojos contra su voluntad; justo cuando se acostumbró a la deslumbrante luz del día, se encontró en una cama desordenada y la ropa estaba esparcida por todo el suelo. Era su propia ropa. Cuando se la puso, se dio cuenta de que las prendas estaban destrozadas.
Después de torturarla once veces durante la noche, ¿ni siquiera le había dejado todo su atuendo?
«¡Bastardo, vete al infierno!»
Aunque las puntas de sus pies tocaron un traje de hombre, ni siquiera se molestó en ponérselo, por lo que escapó de la habitación con los brazos cruzados con firmeza sobre su pecho y corrió hacia el ascensor.
-¡Apúrate, ve tras ellos o será demasiado tarde!
-¡No debemos perder contra los otros medios, tenemos que llegar antes a las noticias!
—¡Pss, pss, mira a todos aquí tan temprano para una primicia!
—Por supuesto, un escándalo de la hija de la Familia Ancona, ¿cómo podríamos perdérnoslo?
El pasillo estaba lleno de reporteros mientras las luces de las cámaras se apagaban de forma continua. Rubí Ancona balanceó su esbelta cintura como si incitara a los nuevos reporteros a irrumpir en la habitación del hotel para atrapar a la pareja en el acto; sin embargo, Ximena no estaba por ninguna parte. Esta era la única habitación que no había sido registrada la noche anterior, ¿por qué no estaba ahí?
Justo cuando Rubí se volteó, lista para irse, sus ojos de lince vieron un traje de hombre con una palabra bordada al forro interior de la chaqueta.
«¿La familia Licona?»
Rubí estaba perpleja.
Cinco años después.
Una mujer curvilínea vestida con una blusa blanca simple y una falda negra con un aspecto profesional se destacó con glamour entre la multitud en la sección de inmigración del aeropuerto internacional.
El ver a dos niños pequeños de cada lado sosteniendo sus manos era aún más llamativo; uno de ellos parecía ser alegre mientras que el otro era reservado, ambos tenían mejillas de color rosa y rasgos impresionantes, eran como los hijos favorecidos de los dioses.
-¡Vaya, son muy guapos!
-Son un par de gemelos, ¡son idénticos!
-¡Qué adorables! Cariño, ¡también quiero un par de gemelos!
Pero al minuto siguiente:
-Oh, Dios, ¡qué par de gemelos tan lamentables!
-Mami, estás soñando despierta otra vez. -Daniel giró los ojos hacia su madre con una expresión engreída en su cara, como si estuviera proclamando que era un chico guapo.
-¡No puedo evitarlo, es mi culpa por ser demasiado guapo! —Samuel se mojó los labios con inocencia y suspiró-. De hecho, todo es culpa de mamá: si no fuera por tu falta de disciplina en tu juventud, ¡no habrías dado a luz a un par de tragedias!
Nacer con una cara hermosa también era una desgracia, ¿de acuerdo? Las personas en las calles se les acercaban, los besaban a la fuerza o tomaban fotos con ellos; a veces incluso podían conseguir una comida gratis debido a sus impresionantes rostros. Si no fuera por la edad de Ximena, ella en verdad podría ganarse la vida de los dos niños pequeños.
-Pfft, Samuel, ¿por qué no fui disciplinada? -preguntó Ximena con una ceja levantada.
-En primer lugar, apenas alcanzaste la edad legal hace cinco años y ya te habías acostado con alguien; en segundo lugar, no hemos tenido un papá a lo largo de todos estos años, ¡es evidente que no sabes con quién te acostaste! -Daniel tomó la iniciativa de explicar.
Al parecer, no era una mujer disciplinada.
-¡Ay, qué guapos son!
¿Los gemelos en verdad eran sus hijos? ¿Por qué no tenían de sus rasgos? Además de sus atractivos rostros, los chicos también poseían una inteligencia extraordinaria, ya que eran capaces de recitar los poemas y versos de las dinastías Tang y Song a la edad de tres años, también eran talentosos estudiantes que habían saltado algunos años escolares.
Parecía que no habían heredado los genes de una mala estudiante como ella, sino que habían apoderado de los genes de ese hombre. El hombre que le dejó una pesadilla de por vida.
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