Charlie sentía que el corazón se le saldría por la boca mientras intentaba sacudir el cuerpo inerte de la muchacha.
—¡Faith... Faith linda, por favor despierta... anda despierta, ¿sí?... ¡Faith!
De su boca salió un jadeo desesperado mientras la levantaba en brazos y la llevaba a la habitación, acostándola sobre la cama antes de palmear sus mejillas con insistencia.
—¡Faith despierta, por Dios, no me hagas esto...! ¡Linda!
Se estremeció al pensar que podía tener algo grave, después de todo hacía cinco años que no la veía y no sabía si había quedado alguna secuela de todo lo que había pasado, así que intentó que ella reaccionara de cualquier forma. Unos segundos después la vio abrir un poco los ojos, aturdida.
—No estoy borracha... —susurró y Charlie dejó caer la cabeza a su lado, jadeando de alivio y besando su cabeza antes de abrazarla.
—¿Qué te sientes? Dime qué te sientes, por favor...
Sin embargo no fue ella la que contestó. En su lugar, escucharon el estruendoso ruido de su estómago.
—Claro que no estás borracha, lo que estás es hipoglicémica —suspiró Charlie—. ¿Hace cuánto que no comes, Faith? ¿Al menos hoy has comido algo?
Ella intentó incorporarse y él la ayudó a sentarse en la cama.
—No recuerdo, no sé... no creo.
El corazón de Charlie se hundió al darse cuenta de todo lo que el estrés le estaba provocando.
—Vamos a solucionar eso ahora mismo. —Y sin esperar una respuesta se levantó para sacar su teléfono listo para hacer una llamada—. ¿Qué quieres comer? Solo dímelo y pido que nos traigan la cena.
Ella negó débilmente con la cabeza porque sabía que cuando se ponía así no le pasaba nada por la garganta.
—Algún jugo está bien.
—¿Solo jugo? —Charlie apretó los labios y respiró profundo—. OK, elijo yo.
Salió mientras llamaba para pedir comida y algunos minutos después volvió con un jugo de la máquina expendedora de la cafetería del piso.
—El jugo es para el apuro, pero tienes que comer, y creo que lo que pedí te va a gustar —le dijo con suavidad y Faith no se resistió a beberse lo que le había traído, porque realmente se sentía débil.
—En lo que esperamos, ¿puedes traerme mi computadora para ver...?
—Nop —sentenció él con firmeza—. Nada antes de comer. Ya estoy muriéndome de los nervios, si te me pones mala otra vez me vas a tener que llevar tú a mí al hospital. Descansa un rato.
Faith asintió, porque realmente sus ojos se estaban cerrando, y Charlie se quedó allí, parado frente al enorme cristal que hacía de pared exterior y desde donde se podía ver absolutamente toda la ciudad. Era una vista hermosa, pero la mejor vista la tenía junto a él, sobre aquella cama, y cuando miraba a la mujer en la que se había convertido no podía evitar abofetearse mentalmente por la forma tan absurda en que la había lastimado.
—Me merezco el noveno círculo del infierno —murmuró para sí mismo, porque realmente nadie tenía que recordarle lo que había traicionado, para eso estaría ella y la vería todos los días si lograban salvar la empresa de la destrucción.
Habían pasado unos veinte minutos cuando por fin el guardia de seguridad en la planta baja le avisó que el repartidor estaba allí y Charlie bajó a recoger el pedido. De regreso improvisó una mesita con la bandeja del bar y acarició suavemente la mejilla de Faith para que despertara.
—Hey... hora de cenar, linda. Vamos.
Faith abrió los ojos y sintió que la cabeza le retumbaba. Su estómago volvió a rugir al sentir el olor delicioso de la comida y Charlie le extendió un par de palillos antes de poner frente a ella la bandeja.
—¿Te molesta comer en la cama? —le preguntó.
—Honestamente no llegaría al sofá —susurró ella tomando el contenedor de comida y cerrando los ojos mientras daba el primer bocado.
Durante algunos instantes su mente viajó al pasado, porque él seguía recordando a pesar de todo cuál era su comida favorita. Todos los fines de semana eran una batalla campal en las reuniones familiares por qué comida oriental comprar, él amaba la tailandesa, y ella la japonesa. Al final ella siempre ganaba, pero él siempre le ponía picante para no dejarla disfrutar a gusto.
—¡Dios, esto pica! —susurró Faith después de unos instantes y Charlie rio, acercándole una botella de agua mientras ella hacía una mueca graciosa.
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