FAMILIA DE MENTIRA, AMOR DE VERDAD romance Capítulo 15

Mitch estaba fuera de la unidad de cuidados intensivos, con el corazón palpitándole con una energía dolorosa que nunca antes había sentido. Sabía que debía estar con su familia, en la sala de espera al final del pasillo, pero nadie había conseguido sacarlo de su puesto frente a aquel cristal así que la doctora a cargo había pedido que lo dejaran allí.

La noche fue larga, terrible e inquieta, y todo empeoró en la mañana cuando los médicos se negaron a sacarla de cuidados intensivos.

Por suerte, al cabo de lo que le pareció una eternidad, sus padres llegaron y Alan se hizo cargo de la situación. Entró inmediatamente en el área restringida y comenzó a hablar con los doctores mientras su madre se quedaba con él. Mar lo abrazó con un gesto protector, pero Mitch no se atrevía a mirarla.

—Mamá... tengo que decirte algo —murmuró mirando a todos lados porque sus miedos eran algo que no acostumbraba a compartir con todos.

—¿Qué pasó, hijo?

—Esto, todo el accidente. Esto fue por mi culpa.

—¡¿Qué?! —Mar abrió mucho los ojos y vio a su hijo rascarse aquella parte de su cabeza que tanto había acariciado cuando él era solo un niño.

—Mitch... ¡por dios dime que no te metiste con esa gente...!

—Claro que no, mamá, ¿cómo se te ocurre? —replicó él—. Pero hay gente que cree que tengo que ver con el clan y están buscando hacer negocios que yo no puedo darles... —Mitch se mesó el cabello con impotencia—. Me amenazaron, estoy seguro de que lastimaron a Grace para dejarme claro lo que harían con la gente que quiero a menos que acceda...

—¡¿Y por qué traes el tatuaje visible, Mitch?!

—¡Porque no soy una maldit@ ostra, madre! Grace tiene razón, ¿por qué tengo que esconderme por lo que otros hicieron? ¿Por qué tengo que vivir con miedo yo soy el único que no tiene la culpa en todo esto?

—¡Pues porque...!

—Porque nada, el niño tiene razón —se escuchó a sus espaldas una voz grave y Mitch se giró para ver a su padre—. Él no es quien tiene que ocultarse y mucho menos vivir una vida condicionada por pecados que no son suyos.

—Alan...

—En esto no estoy de acuerdo contigo, amor. Pero de momento dejemos esta discusión y vamos a hablar con mi hermano y con Elisa —decidió el médico.

—Papá, ¿qué le pasa? ¿Agarró una infección como dijo la doctora? ¿Por qué no la sacan de Cuidados Intensivos? —lo interrogó Mitch con desesperación y su padre suspiró.

—No ha tenido fiebre, lo cual es muy bueno, pero su respuesta todavía es débil. Fue un accidente muy feo, hijo, poco más y hubiera sido fatal para ella... por suerte se mantiene estable pero deberá estar en la UCI al menos otro día para asegurarnos —explicó su padre—. La doctora accedió a que un familiar que quede con ella, así que voy a buscar a Elisa...

—¡Espera! Déjame entrar —le pidió Mitch con tono desesperado—. Por favor, papá, solo un momento, déjame entrar a verla.

Alan lo miró con una mezcla de incertidumbre y curiosidad y luego asintió.

—Cinco minutos, en lo que hablo con la familia y tu tía viene.

—¡Cinco minutos! —asintió Mitch con el corazón latiéndole con fuerza y luego corrió a las duchas antes de entrar en la habitación de Grace.

Mitch se adelantó y una enfermera lo dejó pasar. Entró con cautela en la habitación, escudriñándola con la mirada. Los monitores que llenaban la habitación con sonidos suaves y él se sentía a punto de temblar. Se dirigió lentamente hacia la cama de Grace y, cuando llegó, se detuvo y se quedó mirándola. Estaba conectada a varios tubos y vías de suero, con la respiración acompasada y el pulso lento.

Verla así llenó a Mitch de los peores sentimientos que pudiera imaginar, pero por un instante los hizo todos a un lado porque no era eso lo que quería transmitirle.

Sentía que apenas podía respirar y alargó una mano para apretar la suya antes de llevársela a los labios y besarla.

—Por favor muñequita, despierta —le suplicó con la voz entrecortada—. No sabes lo mucho que te necesito aquí conmigo. No puedo seguir adelante sin ti. Eres mi mundo, Grace. Quiero que te despiertes y me hables. Quiero que me digas que todo esto solo es una pesadilla y que va a pasar pronto, por favor. —Las lágrimas salían de sus ojos sin que pudiera evitarlo mientras sostenía el dorso de la mano de Grace contra su mejilla.

Mitch se inclinó hacia ella y dejó un suave beso en su frente, sintiendo su cálido aliento. Permaneció allí por un rato, sosteniendo su mano y observando su rostro mientras rezaba por un milagro.

—No puedo perderte, muñequita, no puedo —dijo en voz baja—. Te necesito aquí conmigo, por favor despierta pron...

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