FAMILIA DE MENTIRA, AMOR DE VERDAD romance Capítulo 3

Estaba a punto de alejarse de allí. Un paso atrás, solo necesitaba dar un paso atrás, lo haría en un segundo… en un momento daría un paso atrás y se alejaría y…

El velo salió volando en un instante mientras la boca de aquella mujer se estampaba contra la suya y un segundo después Su Majestad devoraba aquellos labios como si acabara de olvidar que era un hombre de honor.

Era pequeña y suave contra él, pero cada fibra de su cuerpo estaba tensa y no era de miedo. Hasan podía sentir aquella respiración contra la suya, aquellos pechos subiendo y bajando contra su piel al compás de sus besos, mientras sus manos delineaban la piel fina y tersa de su espalda.

—No… espera no… esto no es bueno para ti… —intentó detenerla y las manos de aquella chica se enredaron en el cabello de su nuca, reteniéndolo.

—Creo que estoy bastante crecidita para decidir lo que es bueno para mí —sentenció con una seguridad que hizo a Hasan pasar saliva.

Pocas veces se permitía soltarse de aquella forma, pero había algo… ¡Demonios, había algo en ella que no podía explicar! Algo que hacía que el cuerpo de Hasan se gobernara solo, y buscara una cosa, una sola cosa y era el calor de su piel.

Sus ojos se cerraron cuando volvió a asaltar su boca y tiró de ella hacia el borde del tocador, encajando entre sus piernas aquella erección que peleaba bajo el saruel y sintiendo esa humedad caliente que se formaba en su sexo contra su abdomen.

Sabía a azahar y a noche, a mujer recién despierta, a ganas contenidas y a pasión de la que solo sucedía una vez en la vida. Sus manos acariciaron aquellos senos pequeños y su boca se desprendió de la garganta de Giulia para bajar y devorar uno de los rosados pezones. Un gruñido de satisfacción se le escapó cuando lo sintió endurecer contra su lengua, y una de sus manos bajó a estimular aquella pequeña zona de placer hasta que la sintió arquearse contra su cuerpo.

La levantó con las piernas alrededor de su cintura y Giulia solo gimió cuando sintió el colchón debajo de su espalda. El deseo era una cosa. Y luego estaba lo que Giulia sentía en aquel momento.

Su corazón estaba demasiado acelerado y cada nervio en su piel parecía a punto de estallar. Sus pensamientos estaban demasiado perdidos como para razonar lo que estaba haciendo y tampoco le importaba. Podía sentir la boca de Hasan en cada centímetro de piel, estaba ardiendo y la chimenea a la espalda de aquel hombre delineaba perfectamente cada uno de sus músculos mientras le abría las piernas y acariciaba su vientre con un gesto que solo la desesperó más.

—¡Por favor! —Ni siquiera sabía lo que quería pero sabía que tenía que pedirlo.

No lo miró, no podía, solo cerró los ojos y sus caderas se levantaron involuntariamente contra él. Su sexo latía, Hasan la tanteó suavemente con uno de sus dedos y pudo sentir sus paredes contrayéndose a cada segundo, como si quisiera devorar algo. La levantó por la nunca durante un segundo, uno solo para asegurarse de que aquello ya no podían evitarlo ninguno de los dos, y la besó ferozmente antes de empujarla de nuevo hacia atrás.

Rozó su clítoris con el pulgar, con caricias precisas y profundas que esta vez le arrancaban los gemidos más reales y desesperados, haciéndola templar y acercarse al borde del orgasmo a cada segundo.

Y luego solo hubo besos, besos y jadeos desesperados, besos y sudor y gemidos y gritos y una locura compartida que los hizo apretarse uno contra el otro y estallar una y otra vez, hasta que el silencio en aquella habitación solo era roto por la respiración de un par de cuerpos abrazados.

Hasan ni siquiera era capaz de abrir los ojos, tiró del cuerpo de aquella mujer contra él y se quedó dormido contra su espalda. Y cuando por fin despertó, casi entrando el amanecer, aquella visión de su silueta lo hizo levantarse sobresaltado.

—¡Tú no eres Rania Yuseff! —exclamó y solo en ese momento se dio cuenta de que tenía ambas muñecas amarradas al respaldo de la cama.

La vio darse la vuelta y suspirar mientras volvía a ajustarse el velo sobre la cara y negaba.

—No, yo no soy Rania Yuseff.

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