Felicidad efímera romance Capítulo 77

—¿Aquella persona no es el Señor Landeros?

La mujer se encontraba disfrutando de la vista al pie de la montaña cuando el grito de alguien atravesó el aire. Al instante, todos irrumpieron en gritos y controversia.

—¿Qué hace aquí el Señor Landeros? ¿No dijo la Señorita Garduño que no nos acompañaría?

—Así es. El Señor Landeros nunca se ha unido a una actividad en equipo.

—El Señor Landeros es demasiado atractivo. ¡Está mirando en nuestra dirección!

Jonathan vestía un atuendo deportivo y llevaba un par de zapatillas deportivas. Su rostro apuesto carecía de expresión. Si uno no tuviera idea de cómo era en realidad, era fácil dejarse engañar por su hermosa apariencia.

—Ivonne, no puedo creer que el Señor Landeros esté aquí. ¡Ganamos! —Susana sujetó el brazo de Ivonne y se olvidó de su pierna adolorida.

Además del Departamento de Traducción, muchos otros compañeros también participaron en la apuesta, la cual ascendía a decenas de miles. Todos apostaban a que Jonathan no aparecería, pero Ivonne y Susana eran las únicas que no compartían ese pensamiento. Sin embargo, al estar Jonathan presente, los demás no pudieron evitar sospechar todavía más de Ivonne y Jonathan, pues ya había un rumor sobre ellos.

Ximena era la novia de Jonathan, pero no estaba segura de su agenda, por lo que era sospechoso que Ivonne conociera a la perfección la agenda de Jonathan. Susana comenzó a contar el dinero. Poco después, terminó de hacerlo y se lo entregó a Ivonne.

—Ivonne, ¡ganamos más de veinte mil!

Al ver sus tonterías, Ximena no pudo evitar preguntar:

—Jonny, ¿sabías que varias personas perdieron mucho dinero por tu culpa? Pensé que no vendrías y aposté seiscientos. Ivonne fue la única persona de nuestra compañía que ganó la apuesta. ¿Le dijiste que vendrías en secreto?

Un rastro de molestia apareció en el rostro de Jonathan. Al instante, Ximena cambió de actitud.

—De acuerdo. ¿Acaso no puedo hacer una broma? Estás aquí para relajarte, pero tu ceño fruncido asusta a todos. Sé que viniste por mí, pero la montaña no es tan alta. Puedo escalarla sin tu ayuda. Deja de mirarme con desprecio.

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