Felicidad efímera romance Capítulo 79

La lluvia torrencial seguía cayendo con fuerza, acompañada de truenos ensordecedores y relámpagos. Varias personas comenzaron a romperse la cabeza pensando cuándo fue la última vez que vieron a Ivonne.

—Me parece que la última vez que la vi fue en la Cueva de los Enamorados. Dudo haberla visto después de eso.

Ivonne seguía en la cueva. Afuera llovía a cántaros y el cielo se oscureció al instante. Todavía era de día, pero parecía que ya había caído la noche. Recordó haber revisado el pronóstico del tiempo por la mañana. Se suponía que debía estar soleado, pero la tormenta llegó sin avisar. La entrada de la cueva era baja, así que el agua de lluvia comenzó a filtrarse.

La cueva comenzó a inundarse e Ivonne no fue la excepción. La mujer temblaba sin parar y su ropa estaba empapada. El cambio de temperatura en la montaña fue bastante drástico y el agua de lluvia le helaba hasta los huesos. Ivonne fijó la mirada en la única entrada, la cual era su única esperanza. El cielo se oscurecía y ella se debilitaba en cada minuto. Poco después, incluso sus gritos se volvieron suaves. Jonathan llegó a la Cueva de los Enamorados, pero en su interior había una oscuridad absoluta. Entonces, gritó:

—¡Ivonne!

A Ivonne le pareció que alguien gritaba su nombre, pero no tenía la certeza si era una alucinación. Después de todo, no estaba segura de que sus oídos funcionaran como de costumbre. Instantes después, vio un rayo de luz y una figura de negro apareció delante de ella. El cuerpo de Jonathan estaba empapado y sus ojos ardían con furia. Ivonne no tenía ni idea de que él sería quien la salvaría ahora que estaba metida en problemas.

«Debo lucir horrible. Estoy segura de que piensa que hice esto a propósito».

La mirada profunda e indescifrable de Jonathan se posó en ella.

—¿Te hiciste daño?

—¡No necesito que me salves! —gritó Ivonne en un tono molesto.

Sin embargo, Jonathan se arrodilló y la levantó de golpe.

—Tú…

Cuando la cargó, la ropa sucia y llena de tierra de Ivonne manchó la de él.

—No te muevas —dijo Jonathan con brusquedad.

La Cueva de los Enamorados estaba en medio de la montaña. Al salir con ella en brazos, seguía lloviendo a cántaros. No era fácil para él bajar solo la montaña y menos cargando a alguien. José y el equipo de rescate realizaban una búsqueda exhaustiva en la montaña. Era cuestión de tiempo para que los encontraran. Jonathan regresó a la cueva. Ivonne se dio cuenta de que tenía el ceño fruncido y preguntó:

—¿Qué haces?

—¿Qué crees que hago?

Capítulo 79 Salvándola 1

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