Haciéndolo mío romance Capítulo 48

Cuando desperté por la noche, Natalia ya había regresado. Sus ojos se agrandaron de sorpresa al verme salir de mi habitación. 

—¿Por qué regresaste tan temprano? ¿No tienes que trabajar tiempo extra? 

—Me tomé el día libre hoy —respondí mientras bostezaba y me estiraba. 

—¿Te tomaste el día libre? ¡Mierda! ¿Y ese milagro? —dijo Natalia boquiabierta.  

Murmuré en respuesta, pero me mantuve en silencio. Al notar mi expresión sombría, Natalia comenzó a verme con sospecha y dijo: 

—No llegaste a dormir anoche. ¿A dónde fuiste? 

Mi expresión se congeló al escuchar la pregunta de Natalia y respondí con algo de culpa: 

—Estaba trabajando tiempo extra. 

—¿Tiempo extra? ¿Por qué estás mintiendo? ¿Quién demonios trabaja horas extras por toda la noche? Dime la verdad. ¿Acaso...?  

Natalia no terminó su pregunta y alzó sus cejas de forma sugestiva. Su pregunta era muy obvia. Mi rostro se puso rojo de inmediato cuando Natalia se dio cuenta lo que había hecho la noche anterior. Comencé a moverme con inquietud y no pude mirar a Natalia a los ojos por la culpa que sentía. 

—¿En qué rayos estás pensando? De verdad estaba trabajando horas extras. Tengo hambre, vamos a comer. 

No pude esconder la culpa en mi voz. Luego de eso, ignoré a Natalia y me fui a poner la mesa.  

A veces Natalia era demasiado inteligente para su propio bien. Si Miguel comenzaba a buscarme con demasiada frecuencia, ya no podría esconder nuestra relación de Natalia. No pude evitar sentir preocupación sobre si ella me despreciase si se enterara de nuestro trato. 

En medio de nuestra cena, Natalia levantó la cabeza, me miró a los ojos y preguntó con una expresión solemne: 

—¿Por qué siento que últimamente me estás ocultando algo, Andrea? ¿Tienes algún tipo de problema? 

Mi mirada se llenó de culpa al escuchar su pregunta. 

—¿Por qué de repente preguntas eso? 

—Últimamente, luces muy desanimada y trabajas tiempo extra todas las noches. Te estás comportando extraño, Andrea. Además, no tiene sentido que una empresa tan grande como Dicha Dichosa necesite que sus empleados trabajen tan tarde. 

Natalia puso sus cubiertos sobre la mesa y me miró de forma inquisitiva. Era cierto que había estado trabajando horas extras desde hace más de una semana y era extraño que una empresa hiciera que sus empleados trabajaran horas extras por tantos días seguidos. Por ello, era normal que Natalia comenzara a tener sospechas. Sin embargo, no quería que los demás supieran que César me estaba acosando. Conocía el temperamento de Natalia y sabía que, si ella se enteraba de que mi superior me estaba acosando y explotando, seguro iría a la oficina con un cuchillo de cocina en mano. 

—Estás pensando de más las cosas. Es solo que ha habido más trabajo de lo normal, así que he estado trabajando tiempo extra para poder entregar todo a tiempo —dije en contra de mi conciencia y después agaché mi cabeza de inmediato y seguí comiendo. 

—¿De verdad es eso? 

Natalia continuó observándome, como si no me creyera.  

—Claro. Ya, deja de preocuparte por mí. Terminé de comer, así que regresaré a mi habitación. Tengo que levantarme temprano mañana. 

—Pensé que ya no vendrías a trabajar. 

El escritorio de Melissa estaba del lado opuesto al mío. En ese momento, ella estaba estirando su cuello para mirarme por encima del biombo mientras hablaba en voz baja. 

—¿Por qué no lo haría? —pregunté en un tono similar mientras fruncía el ceño con confusión. 

—¿Acaso no lo sabes? El señor Suárez estaba furioso porque no viniste a trabajar ayer. Dijo que rompiste el reglamento de la empresa porque faltaste sin pedir permiso. De inmediato anunció que te iba a despedir. Es por eso que todos pensamos que ya no ibas a venir a trabajar. 

Melissa me miró con lástima en sus ojos, pero también pude detectar un tono de impotencia en su voz. Al escuchar lo que dijo, la furia comenzó a crecer dentro de mí.  

«Por supuesto que llamé a César para pedir permiso para faltar ayer. ¿Cómo se atreve a acusarme de faltar al trabajo? ¡Es obvio que está diciendo mentiras sobre mí para tener una excusa para despedirme!» 

—Lo llamé ayer por la mañana —le expliqué en un tono tranquilo a Melissa mientras contenía mi furia. Aunque no tenía sentido solo explicarle a ella, de igual manera no quería que pensara eso de mí. 

—Andrea, creo que el señor Suárez tiene algo en contra tuya últimamente. También escuché a los demás decir que tú intentaste seducirlo, pero no pudiste y solo lo hiciste enojar. Es por eso que... 

Melissa no terminó de hablar, pero entendí lo que quiso decir a la perfección. Sonreí con burla y pensé: 

«Estas personas sí que tienen facilidad de sacar sus propias conclusiones. ¿Acaso ellos mismos me vieron seduciendo a César? Quiero decir, me enferma tan solo mirar a ese hombre viejo y feo. ¿Por qué lo seduciría? ¡Qué absurdo!» 

—Melissa, ¿crees en lo que estás diciendo? ¿Crees que intenté seducir al señor Suárez? —pregunté con una expresión seria. 

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: Haciéndolo mío