"¡Señor Mauleón, llegó usted!" Ariadna lo saludó con una sonrisa.
Eduardo tenía una actitud fría, sus profundos ojos oscuros tras los lentes de sol apenas se fijaron en Ariadna.
Ese día, ella llevaba puesta una camisa blanca, sobre ella un abrigo color café claro, unos pantalones y unas zapatillas blancas.
Se veía fresca, radiante, había dejado atrás la timidez de hace cinco años, ¡y lucía mucho más hermosa!
Viendo que Eduardo la mantenía a distancia, Ariadna no dijo nada más y justo cuando iba a entrar al registro civil, el taxista gritó desde atrás.
Resulta que Eduardo no había pagado el taxi.
Parecía que se dio cuenta en ese preciso momento, revisó los bolsillos de su pantalón y le dijo a Ariadna.
"No traje efectivo."
Su cartera siempre estaba con su asistente personal y para un evento como este no quería llamar la atención, así que no la llevaba encima y vino directamente en taxi desde el helipuerto.
Ella pagó el taxi con su móvil.
Eduardo dijo: "Te lo devolveré."
"Es justo que yo cubra los gastos del taxi puesto que te invité para que nos sacaramos el certificado." Ariadna pensó que él probablemente no estaba pasando por un buen momento económico, por lo que decirle que le devolvería el dinero era solo por mantener su dignidad.
Pero entre ellos, es mejor aclarar algunas cosas para evitar complicaciones futuras.
Así que, cuando Eduardo sacó un acuerdo prenupcial, Ariadna ni siquiera lo miró y firmó directamente el documento.
Eduardo se quedó sorprendido.
¿Acaso ella lo presionó con la deuda de haberle salvado la vida solo porque quería una parte de la vasta fortuna de la familia Mauleón?
Detestaba a las mujeres que se acercaban a él con segundas intenciones.
Si no fuera por recuperar el reloj de oro que perdió hace cinco años, simplemente le daría una gran suma de dinero a Ariadna para que lo dejara en paz.
"Nuestro matrimonio no durará mucho tiempo, también es para evitar problemas innecesarios. Durante el matrimonio cumpliré con todas mis responsabilidades como esposo. Después del divorcio, no te faltará nada de lo que te corresponda."
Ariadna podía notar que Eduardo estaba reacio.
Si no fuera porque no tenía otra opción, ella tampoco querría forzarlo a contraer matrimonio con ella.
"¿Cuánto tiempo necesitas que dure nuestro matrimonio? ¿Seis meses, un año o más tiempo?"
Ariadna lo pensó seriamente y dijo: "¡Un mes es suficiente!"
"¿Un mes?" Eduardo sonrió profundamente.
¿Acaso Ariadna creía que en un mes podría ganárselo y hacer que no quisiera divorciarse?
Ella sacó una tarjeta de su bolso, dentro tenía el alquiler de la segunda mitad del año.
"Aquí hay ocho mil pesos, no es mucho, pero es un gesto de mi parte como agradecimiento por tu ayuda."
Eduardo frunció el ceño, confundido por qué Ariadna le estaba ofreciendo dinero.
"La contraseña son los últimos seis dígitos de la tarjeta." Ariadna puso la tarjeta bancaria en la mano de Eduardo. "Hoy te hice perder mucho tiempo, seguro que estás muy ocupado. En un mes, nos vemos aquí y a la misma hora."
¡Eduardo frunció aún más el ceño!
¿Acaso su nueva esposa estaba tratando de deshacerse de él?
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Los comentarios de los lectores sobre la novela: ¡Increíble! ¿Mi Marido Falso Resultó Ser Multimillonario?