La Chica Dhall © romance Capítulo 13

Capítulo doce

Juego con mi lápiz sobre el papel blanco.

¿Dónde estará Len?

Llevo una semana sin verlo desde que pasó todo y el único que ahorita me puede dar respuestas es él.

Apoyo la cabeza sobre mis brazos y cierro mis ojos recordando todo lo sucedido.

Mi golpe en el árbol...

Como casi mata a Abigail...

Sus palabras...

Sus manos recorriendo mi cara manchada de sangre...

Su auto...

Y finalmente mi casa...

¿Cómo rayos conocía mi casa? ¿Y qué es eso de llamarle Neal a Abigail?

Es que por más que piense no le encuentro sentido alguno a todo lo que está pasando.

¿Será que sólo montaron esa escena para que me alejara?

Sea como sea, estoy más intrigada que nunca y en vez de alejarme lo que haré es pegarme más como una mosca.

También tengo que añadir que tampoco he visto a Abigail en una semana entera. No me ha mandado ningún mensaje, no me ha llamado y ni siquiera me ha tratado de buscar, ¿me desagrada que no este a mi lado? La verdad es que no, siento que me quite un gran peso de encima, pero, ¿a cambio de qué?

Si soy lo más razonable posible debí haberme quedado con ella para seguir con mi plan y descubrir que se traen entre manos, pero en ese momento no era yo misma y ahora siento que estoy en el principio, sin nada.

Bufo y miro el reloj colgando en el centro del aula, solo falta un minuto para salir. Recojo mis cosas al igual que la mayoría y espero a que el profesor indique que nos podemos retirar, bajo las escaleras detrás de todos paso a paso y salgo fuera, una mano toma mi brazo y rápidamente puedo identificar al dueño de esta —Sígueme —susurra por lo bajo y camina en dirección contraria a la gente, bajamos por las escaleras de emergencia que nadie usa y pasa al mismo pasillo que Mery una vez uso para distraerme y casi marcarme.

Abre la puerta con cuidado y miro de que nadie nos esté viendo, entro del tirón y él hace lo mismo cerrando la puerta. Me cruzo de brazos al verlo de pie frente a mí y levanto una de mis cejas —¿qué es lo que quieres Alexander?

Quita la capucha de su sudadera y menea su cabello con las manos —tengo cosas que hablar contigo.

—Lo único que quiero saber es donde están Abigail y Len.

—A eso voy y lo que te voy a decir es muy importante, asique por favor ponte cómoda —toma asiento en el suelo y hago lo mismo cruzando mis piernas.

—¿Crees en la existencia de seres sobrenaturales?

Junto mis cejas —no creía en eso hasta que vi como a Abigail le crecían colmillos y sus ojos cambiaban drásticamente a rojo —miro hacia la pared —es una puta locura y cada vez que lo pienso me entra un miedo que lo flipas—giro hacia él —puedo preguntar... ¿Quienes son ustedes? ¿Por qué Abigail no es normal? ¿Por qué Len la llamo Neal? ¿Cómo es que Len tiene tanta fuerza para mandarla a volar? —me agarro la cabeza con las manos —tengo tantas preguntas y pocas respuestas, me voy a volver loca.

Suspira —lo próximo que te voy a contar es algo que no debería estar haciendo y si me descubren soy hombre muerto —agarra sus rodillas con las manos —en este mundo hay cosas inexplicables, cosas que una simple humana como tú no sabe —aplasto mis labios para no dejar salir mi sonrisa interior ante lo que acaba de decir —te hice una pregunta muy sencilla y me respondiste con todo un bombardeo de preguntas ante lo que está pasando —recuesta su cuerpo de la estantería detrás de él —vuelvo a preguntartela, ¿crees en la existencia de seres sobrenaturales?

Asiento —sí.

—Entonces para ti ya será más fácil digerir esto —se levanta y se quita el abrigo, sus dedos encuentran su correa y empieza a desabrocharla.

Llevo mis dos manos a la cara y abro dos dedos para verlo directo a los ojos —¿qué haces? ¿Qué estás haciendo?

—Solo espera y verás —baja sus pantalones quedando únicamente en bóxer y cierra sus ojos.

Oh no. No sé porque tengo la sensación de que es un lobo, pero no cualquiera, sino un híbrido entre mitad humano, mitad lobo.

De sus manos empiezan a salir garras y todo el cabello de su cuerpo crece, en su cabeza sobresalen las típicas orejas y su cuerpo crece aún más de lo que ya es, abre sus ojos mostrándome lo blanco que son y pego mi cuerpo a una esquina del cuarto simulando tener miedo.

Lo sabía.

Intenta tocarme y me hago una bolita en mi lugar—¿qué es esto? ¿Quién eres tú? —susurro y alzo mis ojos llorosos hacia él —no entiendo nada, ¿me vas a lastimar?

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