La Chica Dhall © romance Capítulo 14

Capítulo trece

Los pasos de Alexander se alejan cada vez más de nosotros a una velocidad impresionante y aferro mis manos a su camisa negra, subo mis ojos con restos de lágrimas y él da una última palmada en mi cabeza —Tenía miedo, de verdad tenía miedo.

—Lo sé, tranquila —me pega a su cuerpo otra vez —ya estoy aquí.

Junto mis cejas y retrocedo —¿Cómo que ya estoy aquí? Si no hubiese abierto la puerta tal vez fuese comida por un bicho enorme —sonríe mostrándome sus dientes y coloca una pierna apoyada en la pared —¿De qué te ríes? A demás, tienes mucho que explicame—me cruzo de brazos —¿Cómo es eso que existen cosas como vampiros y lobos y demonios y que tu eres un asesino?

—Lo soy —remoja sus labios —la verdadera pregunta aquí es por qué no me tienes miedo.

—Yo...—desvío la mirada a otro sitio.

—También escuché la parte donde decías que me querías y que era todo un misterio para ti —bromea y achico mis ojos.

—¿Estabas aquí desde mucho antes?

Se encoje de hombros —Puede ser —adopta una posición recta y extiende su mano hasta mi mejilla —no iba a dejar que te hiciese nada, ya me olía yo en los pensamientos que aprovecharía nuestra ausencia para pasarse contigo.

Cierro mis ojos dejándome llevar de su tacto —¿podrías explicarme que está pasando? Por favor, Len. Eres el único en quien confío.

Te extrañé, por más raro que suene te extrañé, niña bonita.

Abro mis ojos de golpe al escuchar eso en mi mente. ¿Cómo es posible que escuche esas cosas? No soy nadie especial para poder oírlas.

—¿Eres el único en quien confío? —hace comillas con sus dedos —¿Tú no eras una persona seria conmigo? —niega —no te enamores de mi porque te voy a romper el corazón.

Alzo un ceja —¿Quién te dijo a ti que por decirte eso es que me estoy enamorando de ti? —me cruzo de brazos—vamos a ver pedazo de anormal —levanto mi dedo índice —tu hermana es una especie de bicho que me trató de atacar al a igual que el bruto de Alexander, el único que me protegió de cierta forma fuiste tú y aún me vienes a tirar mierda de que me estoy enamorando de ti —tomo el puente de mi nariz —y aún asi tienes mucho que explicarme tu también —lo miro fijamente y empiezo a caminar a la salida.

—¿a dónde vas?

Detengo mi andar y me giro —a llevar mi locura y este montón de cosas que tengo en la mente a mi casa, que por cierto la conoces muy bien —sigo caminando —maldito acosador —susurro.

—Si fuese un acosador sabría hasta cuantas veces vas al baño y yo no sé eso de ti —camina a mi lado.

Junto mis cejas —¿sabes cuantas veces voy al baño?

—En la universidad si, pero en tu casa no.

—Estás loco —apresuro mis pasos —tú y toda tu familia están locos y quiero largarme ya de esto.

—La dramas te llaman, tampoco es para tanto —toma mi mano —te explicaré, solo ven conmigo—observo nuestras manos unidas y veo a las demás personas mirarnos de una forma muy peculiar.

—Lo haré, pero sueltame ya, porque me estoy incomodando con tantos ojos sobre nosotros y luego no quiero que me venga todo tu reino de fanáticas a molestarme.

Sonríe —¿de qué fanáticas hablas? Si yo estoy contigo o con otra persona eso a ellas no les tiene que interesar —me jala a la salida —mientras más nos quedemos aquí, más llamaremos la atención.

—No me había dado cuenta —ruedo mis ojos.

—Y ahí está la chica bonita que siempre vi, la chica con mal carácter, no la artificial que tiene una sonrisa más falsa que mi vida—muerdo mis labios sosteniendo mi sonrisa y levanto mis cejas.

—No va a ir por ti, tranquila.

—¡¿PERO ESTÁS LOCO O QUÉ?! Y SI AL BICHO DE TU PRIMO LE DA LA LOCURA Y LE DICE QUE ESTÁ EN UNA CAMA POR CULPA MÍA Y TUYA.

—No lo hará, Alexander me tiene miedo y puede que él se haga una idea de lo que le pasará si habla con su tía —entra por el mismo camino de piedras de hace una semana —este es tu momento de preguntar, asique hazlo porque después no habrán más oportunidades.

—¿Todo lo que tu primo me dijo es... cierto? —susurro.

—Lo es —dice sin vacilar—los hombres-lobo, vampiros, demonios y demás seres sobrenaturales existen. Viven entre nosotros simulando ser humanos, pero la verdad es que no lo son.

Giro a verlo—Y —juego con mis manos nerviosa —es cierto que eres alguien de temer, alguien que es capaz de matar...

—¿Que te dijo él de mí? —llega a la casa y detiene el auto, posa un brazo sobre el volante y gira su cuerpo —quiero oírlo de tus labios.

Cierro mis manos y bajo la mirada a mis piernas—me dijo que eres un asesino.

—Mírame —habla y levanto mi cabeza —¿crees que soy un asesino?

Trago grueso sintiendo el ambiente pesado —creo que no, pero tus acciones me dicen que sí.

Len vuelve a su posición original en su puesto y asiente repetidas veces con su rostro totalmente serio—Considérame uno, pero algo que tendrás que averiguar tu sola es que tipo de asesino soy, porque yo no te lo pienso decir —abre la puerta del carro y baja.

Camina sin verme hasta la terraza y bajo del auto, sus pies se detienen de la nada y gira, pongo mi cabello suelto detrás de mi oreja y examino sus ojos fríos sin despegar la mirada, doy pasos cortos poco a poco hasta quedar a cierta distancia de su cuerpo, Len decide dar los últimos pasos hacia mí y llevo una de mis manos a la parte baja de su cuello y mejilla —Tú no eres un asesino, eres igual que yo.

Historial de lectura

No history.

Comentarios

Los comentarios de los lectores sobre la novela: La Chica Dhall ©