La Chica Dhall © romance Capítulo 36

Capítulo treinta y cinco

—Te quiero —vuelvo a repetir mis palabras —pero, tengo miedo de que lo que sea que tengamos salga mal y terminemos heridos.

Me observa por encima de su hombro y retrocede un paso cerrando la puerta —estaba esperando que dijeses eso —veo la sonrisa que porta su rostro por encima de su hombro.

Hago una mueca de confusión y me levanto del suelo ahora más calmada —¿qué me estás queriendo decir?

Gira y se encoge de hombros —sólo quería saber cuáles eran tus sentimientos hacia mí.

—¿Entonces todo lo que dijiste fue actuado? —lo señalo.

Camina hasta llegar a escasos pasos —No y sí. Yo realmente te quiero, simplemente te quiero como no había querido a nadie en la vida, lo que te dije es cierto, tenemos que tener cuidado con nuestras acciones, porque me están vigilando, pero...

Junto mis cejas molesta —¿pero qué? Len.

Muerde sus labios sonriente —Si te lo decía así —se señala a sí mismo —sabía que no me ibas a decir que me querías, y sinceramente, quería escucharlo de tu boca —su mano derecha acuna mi mejilla mientras pasa el pulgar por mis labios —estoy enamorado de ti, niña de ojos grises.

Cierro los ojos sintiendo lo bien que me siento con su tacto —eres un buen actor.

—Es lo que me dicen todos —susurra y poco a poco se aproxima a mi cuerpo, su tacto bajo mi piel se siente extremadamente caliente y cruzo mis piernas con el escalofrío que recorre mi espalda.

¿Qué me está pasado?

¿Por qué estoy tan susceptible a él?

La cuestión aquí es cómo no estarlo con semejante ejemplar de vampiro.

Mis pies lentamente se colocan de puntitas buscando sus labios y subo mis manos por sus brazos, nuestras respiraciones calientes se mezclan y abro los ojos viendo esos ojos rojos y celestes en un va y ven de destellos, bajo la mirada a su boca entreabierta y subo mi vista nuevamente a sus ojos.

A la mierda todo el mundo.

Pego mis labios con los suyos y llevo mis brazos a su cuello, sus manos se aferran mis piernas y me levanta cual pluma, sin despegarnos nos conduce hasta la puerta y me estrella contra esta, mis caderas empiezan a moverse por si solas al sentir su tacto bajo mi camisa y rápido bajo buscando el dobles de su suéter, lo encuentro y lo alzo descubriendo su abdomen marcado, suelto una mano solo para tocar su piel y lo escucho gruñir en medio del beso.

Esperen un momento, ¿qué pasa con Laia y Abigail?

Me despego a regañadientes de su ataque y observo aturdida sus ojos —eres hermoso —digo por lo bajo viendo aun como uno de sus ojos bajo esas pestañas es celeste y el otro rojo.

No sabía que esto podía suceder.

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