-Lo que me gusta no tiene nada que ver contigo, así que no tengo que explicarte nada -dijo Gael con frialdad.
Susana miró a Blanca con odio en los ojos y dijo en un tono agresivo:
—¿Así que eres la novia de Gael? ¿Crees que te mereces ese título?
Gael atrajo a Blanca hacia sus brazos y dijo con suavidad:
—Ignórala.
Susana estaba tan irritada que tomó con fuerza la mano de Blanca y lastimó un poco su muñeca.
—¡Te hice una pregunta! ¿Eres su novia?
Blanca se quedó callada mientras analizaba su relación.
-¡Susana! -Gael arrastró a su «novia» detrás de él y dijo con un tono gélido—: Estás hiriendo a mi novia.
Susana lo ignoró y volvió a gritarle a Blanca:
—¡¿Eres su novia?! ¿Por qué no hablas? ¿Eres muda o algo así? ¡Este hombre no es tuyo! ¿Cómo puedes ser tan descarada?
—Me temo que la desvergonzada eres tú. —Blanca dijo con frialdad.
Al escuchar eso, Susana tenía una mirada asesina en sus ojos.
—Ahora mismo, no eres más que una burla para mí.
¿Cuánto te pagó Gael? Te pagaré diez veces más. Ahora desaparece.
-¿No crees que aquí tú eres la única burla? Solo una mujer tonta perseguiría una relación. Una inteligente tendría algo de dignidad —dijo Blanca.
Susana extendió la mano para abofetear a Blanca en la cara, pero Gael fue más rápido y la agarró del brazo. La mirada de sus ojos se volvió más fría mientras le advertía:
—No vayas demasiado lejos.
—¿Soy yo la que va demasiado lejos? Eres mi prometido, ¡pero trajiste a otra mujer aquí! —Susana temblaba de rabia-. Tener que lidiar con Zoé Higareda ya es bastante malo. No fuerces mis límites todavía más allá.
—Nunca te he reconocido como mi prometida. —Gael le dirigió una mirada severa-. Si te atreves a hacerle a ella lo que le hiciste a Judith, no te dejaré ir.
El ambiente estaba tan tenso que era como si el aire se hubiera congelado.
—De acuerdo, de acuerdo, dejen de pelear. —Samuel se acercó y tiró de la mano de su hermana-. Basta, hermana. Técnicamente, no eres su prometida después de todo.
Susana apartó la mano de su hermano y clavó sus enrojecidos ojos en Gael:
-¿Te atreves a besarla entonces? Me creeré que es tu novia si la besas.
Gael se quedó en silencio. Susana se burló:
-No puedes hacerlo, ¿eh? Gael, ¡soy la única digna de estar contigo en este mundo! Deja de intentar huir.
Gael resopló y se volvió para mirar a Blanca. La extraña mirada de él la sobresaltó y de forma inconsciente dio un paso atrás.
Él la tomó por la cintura y le plantó un apasionado beso. Una oleada de electricidad recorrió sus labios. Los ojos de Blanca se abrieron de par en par, sorprendida y se quedó atónita por un momento.
«¡Llevó este acto demasiado lejos!». Apretó los labios para impedir que entrara. Pero los delgados dedos de él se clavaron en su arreglado cabello y presionaron su cuello, obligándola a levantar la cabeza. La mujer no pudo hacer otra cosa que dejar que él le abriera la boca con su lengua.
Su cálido aroma penetró en su boca y nariz. Eso hizo que su corazón se acelerara. No le gustaba besar a un desconocido por el que no sentía nada, así que lo empujó, pero cuanto más se resistía, más salvaje era su beso. Su lengua pasó de lamer con mucha suavidad la suya hasta envolverla.
Su aliento le caía con pesadez sobre la cara de ella mientras su beso se hacía más profundo. Blanca recordó al hombre de hace tres años. Él también la había forzado hasta entrar en ella de esa manera.
Cada empujón golpeaba su espíritu una y otra vez hasta que acababa por destrozarlo. Después, ella estuvo dolorida durante unos días. Blanca temblaba mientras lo golpeaba en la espalda, así que Gael no tuvo más remedio que soltar sus sonrosados labios.
«Tal vez Susana no entiende que casarse con un tipo que no te ama es el purgatorio mismo». Ella misma ya había pasado por eso.
-No voy a perder. -Susana dijo con arrogancia.
-Si pierdes, solo déjate llevar. Corre a la cubierta y grita: ¡Gael, ya no te quiero! ¿Puedes hacerlo? —Blanca dijo con suavidad al tiempo que esbozaba una sonrisa.
«Si no amara a Sergio, podría ignorar que anduviera acostándose con otras mujeres, pues si no lo amara, no me habría sentido así de herida». Ella quería haber podido dejarlo de amar de tiempo atrás, de esa manera, no estaría sufriendo tanto a pesar de haber mantenido su dignidad.
-De acuerdo entonces. Te daré una oportunidad. Veremos quién se termina tres botellas de cerveza más rápido -dijo Susana.
Blanca tomó la botella y estaba a punto de bebérsela cuando Gael le agarró la mano de repente.
La miró con preocupación mientras le decía:
-¡No lo hagas!
Pero ella le dedicó una sonrisa.
-Aunque esté borracha, estarás a mi lado, ¿verdad? -Blanca dijo en un tono suave.
Su confianza en él le sorprendió. Mirándola fijamente a los ojos, Gael le soltó la mano.
-Estaré aquí —prometió.
Blanca levantó la botella y bebió de un trago, bebía una botella tras otra. Parte de la cerveza se derramó sobre su camisa al no poder tragarla a tiempo, aunque el dolor en su corazón seguía siendo el mismo.
Blanca dejó la botella vacía después de terminar las tres. Mientras se limpiaba la cerveza de la boca, vio las tres botellas vacías en la mesa de Susana y dejó escapar una triste sonrisa.
-Perdí -admitió su derrota.
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